sábado, 23 de abril de 2011

UN TESTIMONIO DE PRIMERA MANO: EN 41 AÑOS EN ARGELIA BAUTICÉ SOLO A UN CONVERSO Y ADEMÁS SALIÓ MAL



En Túnez nace un Islam abierto, pero Argelia está cerrada.

Miguel María Larburu, misionero en Argelia, ha sido provincial allí de los Padres Blancos. El integrismo y el terrorismo no se lo pusieron fácil a los misioneros en este país. Celebran esta Semana Santa en comunidades muy pequeñas con presencia de emigrantes subsaharianos.

-¿Cuántos años lleva en tierras del Islam?
-Llevo 41 años en Argelia, en el desierto del Sáhara mucho tiempo, y luego, desde 1993, cuando el terrorismo se extendió, me establecí en Argel, como provincial de los Padres Blancos. Fue después del fallido proceso electoral en que perdieron las fuerzas, digamos, tradicionales y ganó el islamismo, cuando empezó el proceso revolucionario integrista.

-¿Qué posibilidad hay de que llegue un islam más aperturista, con más libertad?
-El cambio en Argelia, si se produce, será por la inmigración, en un futuro. En Argelia ha habido fuga de cerebros, los teólogos islámicos aperturistas se han ido todos a Occidente, donde crean un Islam de las luces. Pero van muy por libre unos de otros, no crean una escuela, no tienen un órgano de unidad. En cambio, en Túnez hay una universidad islámica que ha evolucionado. En la facultad de letras de Túnez hubo profesores con una lectura del islam muy moderna. Uno de ellos llegó a ser ministro. Consiguieron por primera vez que sus alumnos sean hoy profesores de escuelas e institutos, con esa mentalidad abierta, y eso transformará la sociedad. ¡Eso ha marcado una diferencia y ayuda a entender lo que ha sucedido allí! Lo de Túnez es muy distinto a Argelia: aquí no existe esa clase intelectual.

-¿Cómo es la Semana Santa en las comunidades cristianas argelinas?
-Son comunidades muy pequeñas y las cosas de la fe se viven de forma muy íntima. Los pocos católicos que hay aquí son muy comprometidos, viven la fe con fuerza. Muchos son misioneros o cooperantes cristianos, y otros muchos son jóvenes subsaharianos que están en Argelia estudiando con becas. Son jóvenes con fe, que cantan con fuerza, con gran capacidad litúrgica. Hace unos 30 años aún no había subsaharianos pero aún así había más fieles, y también más sentido misionero. Hoy, como somos tan pocos y tan internacionales, nos tomamos ciertas libertades en lo litúrgico, con gestos interculturales. Por ejemplo, en la Vigilia de Pascua, un fuego como Dios manda, nos sentamos en el suelo, los subsaharianos cantan sus canciones y hasta se da algún paso de danza.

-¿Qué entristece a los cristianos en esta Pascua?
-Los misioneros estamos angustiados por lo difícil que resulta conseguir visados para nuestros seminaristas y también para los cooperantes que quieren pasar unos años con nosotros. Los misioneros mayores ya nos vamos y ¿quién nos reemplazará? La Iglesia local aún no es autónoma. Además, nos preocupa el país: faltan libertades, falta trabajo, hay pobreza y corrupción, y no vemos un proceso renovador como en Túnez.

-¿Hay conversos o bautizos esta Vigilia de Pascua?
-Somos muy exigentes a la hora de bautizar, quizá demasiado. Un bautismo precipitado en circunstancias muy duras pone al bautizado en situaciones complicadísimas. Seré sincero: en 41 años bauticé solo a una persona, que se preparó 12 años, y aún así fue precipitado, porque su esposa no estaba de acuerdo y llevó a una crisis familiar. Pero creo que sí habrá algún bautizo en el país esta noche.

-¿Felicitan la Pascua los musulmanes a los cristianos de Argelia?
-Antes lo hacían más, ahora se está perdiendo. La gente que conoció el periodo colonial y post-colonial conoce algo la cultura occidental, y también han trabajado más con cooperantes. No era extraño antes recibir musulmanes de visita en la noche de Navidad. En el funeral de un misionero en Argel, la catedral antes podía llenarse con un 80 por ciento de musulmanes que venían a despedir al difunto. Pero Argelia es un país de población muy joven y los jóvenes ya no conocen nada de todo esto, excepto algo que hayan visto en la tele, confundiendo la Nochebuena con la de Fin de Año, por ejemplo.

Pablo J. Guinés/ReL

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