lunes, 28 de diciembre de 2009

DE LA HISTORICIDAD DE LA MATANZA DE LOS INOCENTES (LA DE HERODES)


Celebramos hoy el día de los santos inocentes, de los que en realidad, apenas sabemos que, de acuerdo con lo que se dice en el Evangelio, son unos niños a los que el rey Herodes (por cierto el Grande, no confundir con el igualmente evangélico Herodes Antipas, su hijo y uno de sus sucesores) hizo matar buscando entre ellos al heredero de la dinastía davídica, de cuyo nacimiento había sido informado por unos magos de Oriente.

La pregunta es: más allá del propio relato mateiano, pues a Mateo debemos el relato de los hechos (ver Mt. 2, 1-16), ¿existe algún indicio de la historicidad del relato?

Para empezar se ha de señalar que ninguno de los otros evangelistas se refiere al episodio ni a ningún otro que se asemeje o avale. Tampoco cabe encontrarlo en ninguna de las fuentes coetáneas conocidas en las que cabría esperar una referencia al evento: así el Talmud, así Flavio Josefo o incluso Filón de Alejandría. En descargo de este supuesto olvido de la matanza por parte de los historiadores de la época, cabe aducir dos argumentos: el primero, que por holocáustico que el relato de Mateo pueda parecer, la supuesta matanza de infantes apenas habría afectado a una decena de niños como mucho, pues en la ciudad de Belén en la que se produce, en modo alguno podían existir más de diez niños de la edad de la que Mateo dice que tienen sus víctimas; el segundo, que la supuesta matanza no habría sido sino una más, y ni siquiera entre las principales, o la más sangrienta de las cometidas en un reinado como el de Herodes, prolífico en ellas.

Aún así, existen indicios que permiten asociar el relato de Mateo a hechos históricos conocidos. A tal efecto señálese, sólo a modo de ejemplo, que, según señala Flavio Josefo, para que todas las familias judías tuvieran algún motivo para el llanto y consciente de su escasa popularidad, Herodes el Grande, antes de morir, da instrucciones a su hermana Salomé de encerrar en el hipódromo al primogénito de cada una de esas familias y ejecutarlos una vez él fuera enterrado, instrucciones que para fortuna de esos muchachos, Salomé incumplió (ver Antigüedades 17, 6, 5). Si a ello añadimos que la muerte de Herodes se pudo producir muy poco después del nacimiento de Jesús, ya tenemos aquí un dato histórico que está apuntando en la misma dirección del relato mateiano.

Pero es que además, y por cuestiones dinásticas y sucesorias similares a las que Mateo señala en su relato, los dos últimos años de vida de Herodes, es decir, aquéllos que el implacable rey judío coincidió históricamente hablando con Jesús, fueron de una terrible crueldad, haciendo el rey ejecutar a nada menos que a tres de sus hijos, a saber, Alejandro y Aristóbulo dos años antes de morir él, - anótese la fecha porque sería poco más o menos en la que Mateo sitúa su relato - y Antípatro, apenas cinco días antes de abandonar él mismo el mundo.

Dicho todo lo cual, cabe preguntarse cuales de estos hechos citados tuvieron alguna relación más o menos próxima con los relatos que el evangelista Mateo pone en nuestro conocimiento a través del relato de los que la Iglesia celebra tal día como hoy bajo la advocación de Santos inocentes, los santos más antiguos de la historia del cristianismo. Una advocación, por otro lado, tan apropiada a los días que corren, en los que una nueva matanza de inocentes se perpetra, con medios y argumentos diferentes pero no por ello menos atroces, aquélla que se produce en los abortorios de todo el mundo y entre ellos, y con particular fruición e intensidad, en los españoles, donde no sólo hemos visto aprobar la tramitación de una Ley de aborto - no la primera por cierto -, sino además, en una de las fotografías más espeluznantes del año, y como con todo acierto ha señalado el arzobispo de Granada Mons. Martínez, aplaudirla.
Luis Antequera

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