"He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se seco mi vigor, y mi lengua se pego a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte"
(Salmos 22:14- 15)
(Salmos 22:14- 15)
¡Derramado como aguas!
Así es la descripción del alma angustiada, porque el corazón se derrite por dentro, la paz se ha marchado y la angustia hace cerco a nuestro alrededor.
Derramado como aguas se siente aquel que llegó al limite de su capacidad, porque ya, ni el desierto le pertenece, y únicamente las serpientes y escorpiones han quedado a su lado.
Derramado como aguas viene el tiempo angustioso, no se puede detener, porque también se llevará parte de tu ser.
Esa dura prueba por la que estás pasando te derrite el fondo de tu alma. El Salmista lo vivió, así lo describe claramente, y hasta su lengua se pegó a su paladar, debido a tanto dolor y angustia.
Como se anhela en ese momento, aquellas aguas cristalinas que dan vida, pero ahora, no son esas aguas las que te visitan, sino que son las aguas que poco a poco te quitan la vida, porque están llenas de una acumulación de tormentos.
No se pueden evitar, es parte del proceso del cristiano, esa es la cruz que te corresponde en un momento de tu vida y de la mía, porque el camino a la gloria, esta precedido por el camino del calvario.
Todo galardón tiene antes, una etapa de sufrimiento.
Así fue necesario que la redención del hombre, tuviese el más grande sufrimiento, el de Cristo en la Cruz.
Las aguas que ahora se derraman como fuertes azotes en tu vida, traen detrás, la bendición que jamás te has imaginado.
¡Aguanta!
¡Aguanta un poco mas!, Dios esta contigo en ese pantano, Dios te fortalece cada día, tus oraciones son respondidas a diario, y por esas razón puedes soportar cada día, aunque sientas que será el ultimo de tu vida, lo terminas vivo, duermes, y con todo el terror te despiertas para hacerle frente a la enorme cantidad de problemas, pero Dios esta contigo, ayudándote a soportar.
Esas corrientes terminarán, no son eternas, no te aniquilaran, y cuando terminen, serás una joya preciosa, pulida y brillante, todo será distinto, ya no serán aguas de dolor, sino aguas de sustento, de amor, de provisión y de abundancia, así lo dice la Palabra de Dios:
“Comerán los humildes y serán saciados; alabaran a Yahvé los que le buscan; vivirá vuestro corazón para siempre" (Salmos 22: 26)
Oración: Dios nuestro, creador del cielo y de la tierra, pedimos por tus ovejas que están sufriendo el tormento de las aguas derramadas de dolor. Ayúdalos amado Dios, sostenlos, solamente Tú puedes hacerlo. Sácalos pronto del sufrimiento, libéralos y provéeles lo que necesitan para vivir. Tu Palabra dice que no quedarán avergonzados, lo creemos y lo predicamos. En el nombre de Cristo Jesús, Amén y amén.
Escrito por: Dr. José Luis González
WFP4-4
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