Recordemos las siguientes definiciones religiosas.
CREYENTES: Son aquellos que atribuyen la creación y la vida a un Ser superior creador, sostenedor y juez de todo. Los judíos lo llaman Yahvé. Los cristianos creen en la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Los Musulmanes lo llaman Aláh. Los hinduistas creen en otra “Trinidad” (Visnú, Shiva y Krishna) y los budistas en un Ente superior indefinido, más un estado que una persona, a la que se puede llamar Nirvana. El sentido ético de la vida radica en los libros sagrados de cada religión. Se puede ser más o menos practicante, pero se adopta una postura de que la vida tiene sentido y que hay una recompensa eterna en el más allá.
ATEOS: Son aquellos que niegan tajantemente la existencia de Dios. Piensan que el mundo es fruto del azar y se rige por leyes matemáticas que lo crearon y lo conservan. El hombre es fruto de esa casualidad evolutiva y a nadie hay que pedirle cuentas ni de lo bueno ni de lo malo. La muerte es el fin último de la existencia, donde el hombre se integra en la nada de la que había salido. Lejos del pesimismo, el ateo suele aprovechar la vida “Carpe Diem” sin más horizonte ético que su propia autosatisfacción.
AGNÓSTICOS: Frente a creyentes o ateos, los agnósticos piensan que no podemos saber si existe un Dios o no. Hay motivos para creerlo y motivos para rechazarlo. Por ello se mantienen neutros en esta cuestión. Es el sistema que más angustia provoca, pues no se tiene nunca ninguna seguridad de ir por el camino correcto. Su concepción ética suele derivar de una mera filantropía o de un consenso convivencial. Lo bueno o lo malo es lo que piensa la mayoría.
SINCRETISTAS: Cada vez proliferan más. Son aquellos que tienen la fe “del supermercado”. Van cogiendo a su antojo lo que más les gusta de cada religión: Jesús como modelo ético, la espiritualidad oriental, la magia o la superstición de las religiones primitivas… etc. Se da por ejemplo que alguien se llame cristiano y niegue la resurrección, creyendo por el contrario en la reencarnación budista… En fin, un “gazpacho” espiritual donde todo (o nada) vale.
APÓSTATAS: De moda también últimamente, son aquellos que por discrepancias con la jerarquía eclesiástica o por cambio de religión renuncian a su bautismo y a su pertenencia eclesial. Deben firmar un documento formal que acredite oficialmente su renuncia a sus derechos y deberes como cristianos.
SECTARIOS: Son aquellos que no pertenecen a una religión oficial, sino a algún conjunto de ritos y normas que proceden de alguna escisión de una de las religiones oficiales. En América se cuentan por miles, en España proliferan también cada vez más. Cito solo algunas: Iglesia de la Cienciología, Mormones, Testigos de Jehová, Pentecostales, Sikhs, Meditación Trascendental, Gnósticos, Teosofía, Nueva Acrópolis, Nueva Era… En muchas de ellas el factor religioso suele ser una tapadera que oculta otros fines económicos o sexuales.
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