No puedo olvidar la ley de la siembra que opera en todos los aspectos de la vida. Lo que el agricultor siembra eso es realmente lo que cosecha y esta ley opera en la vida espiritual, emocional y física.
Les Brown trabajaba como animador de un programa de discos en Columbus, Ohio y solía visitar el Hospital camino a su casa. Recorría los pasillos y entraba en las habitaciones de diferentes personas y les leía la Biblia o charlaba con ellas. Era una manera de olvidar sus problemas y de agradecer a Dios por su salud. Esto cambiaba las vidas de las personas que visitaba y, en una ocasión, materialmente le salvó la vida.
Les Brown era muy polémico. Había ofendido a alguien en un editorial que hizo sobre un promotor que llevaría algunos artistas a la ciudad, quienes no eran los miembros originales de un grupo particular. La persona herida por el editorial le puso precio a la cabeza de Les.
Una noche Les regresaba a casa alrededor de las dos de la mañana. Acababa de terminar de trabajar en un centro nocturno donde era maestro de ceremonias.
Cuando empezó a abrir la puerta, un hombre salió de atrás del costado de la casa.
-“¿Es usted Les Brown?”
-“Así es” - respondió.
El hombre le dijo.
-“Necesito hablar con usted. Me enviaron para matarlo. Al saber que la persona a quién me encomendaron matar es usted, no pude hacerlo, porque mi madre estuvo en el hospital y me escribió para contarme que un día usted la visitó, se sentó, habló con ella y le leyó la Biblia. Ella se impresionó mucho que usted, como animador que no la conocía se tomó la molestia de visitarla. Me escribió cuando yo estaba en la cárcel y me contó de usted y eso me impresionó mucho y siempre quise conocerlo, cuando escuche en la calle que lo querían matar acepte el contrato solo para decirle que haré posible para decirles que lo dejen en paz”
Reflexión: Sí, todo en la vida tiene su recompensa. Lo que sembramos a la larga lo recibimos y hoy quiero sembrar semillas de comprensión y amor, porque un día necesitaré de eso también.
-“¿Es usted Les Brown?”
-“Así es” - respondió.
El hombre le dijo.
-“Necesito hablar con usted. Me enviaron para matarlo. Al saber que la persona a quién me encomendaron matar es usted, no pude hacerlo, porque mi madre estuvo en el hospital y me escribió para contarme que un día usted la visitó, se sentó, habló con ella y le leyó la Biblia. Ella se impresionó mucho que usted, como animador que no la conocía se tomó la molestia de visitarla. Me escribió cuando yo estaba en la cárcel y me contó de usted y eso me impresionó mucho y siempre quise conocerlo, cuando escuche en la calle que lo querían matar acepte el contrato solo para decirle que haré posible para decirles que lo dejen en paz”
Reflexión: Sí, todo en la vida tiene su recompensa. Lo que sembramos a la larga lo recibimos y hoy quiero sembrar semillas de comprensión y amor, porque un día necesitaré de eso también.
Señor. Gracias por que de ti he recibido la mejor comprensión y amor que un hombre anhela recibir. Hoy quiero sembrar esas semillas porque sé que un día la cosecha será recogida con gozo. Amén.
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