“NADA TE TURBE”
Nada te turbe; nada te espante; todo se pasa; Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.
Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
Hay demasiados “ruidos” en ti… “escucha” en lo profundo de tu ser…
Hay demasiadas “preocupaciones” en tu mente… y demasiado “peso” en tu corazón… “escucha” en lo profundo de tu ser… quédate a solas… entra en tu “aposento”… “escucha” en lo profundo de tu ser…
El Señor está aquí y te llama… te ama y te espera… “escúchale” en lo más profundo de tu ser…
Quédate en silencio delante del Señor… olvida tus palabras, olvida tus recuerdos, tus peticiones, tus proyectos; mírale, escúchale sin que tus voces interiores te distraigan.
Quédate en paz ante Él, abandona en Él toda turbación, todo cuidado, toda preocupación, olvídalo todo.
Quédate sin ataduras, libre de tus deseos, pobre como la madera muerta en invierno, vacía de todo cuanto no sea Él.
Quédate sola, sin nadie más en tu corazón, que ninguna criatura se interponga entre vuestras miradas.
Quédate sin quejas, sin estorbos, sin “huéspedes” extraños, sin nada que no sea Él.
Quédate entera, sin más recuerdos que Dios, sin buscar consuelos humanos, “sepultada” con Él y en Él, desapareciendo tú para hacerte “don” de su corazón.
Quédate sin tristezas, sin resentimientos, sin orgullo, sin falsas imágenes de ti misma.
Quédate a la escucha de su “Palabra”, hazte Palabra y Voluntad suyas.
Quédate sin poderes, sin privilegios, sin honores, sin ídolos, y deja a Dios ser Dios.
Quédate en oración tan profunda que nada altere esa atención, que ni pena ni goces quebrante ese abandono…
Quédate en silencio delante del Señor, desaparece tú y que sólo Él sea en ti.
¡Quédate en silencio delante del Señor…!
¡Quédate en silencio delante…!
¡Quédate en silencio…!
¡Quédate…!
¡…!
“Quédate en silencio delante del Señor”
(Salmo 37, 7)
Nada te turbe; nada te espante; todo se pasa; Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.
Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
Hay demasiados “ruidos” en ti… “escucha” en lo profundo de tu ser…
Hay demasiadas “preocupaciones” en tu mente… y demasiado “peso” en tu corazón… “escucha” en lo profundo de tu ser… quédate a solas… entra en tu “aposento”… “escucha” en lo profundo de tu ser…
El Señor está aquí y te llama… te ama y te espera… “escúchale” en lo más profundo de tu ser…
Quédate en silencio delante del Señor… olvida tus palabras, olvida tus recuerdos, tus peticiones, tus proyectos; mírale, escúchale sin que tus voces interiores te distraigan.
Quédate en paz ante Él, abandona en Él toda turbación, todo cuidado, toda preocupación, olvídalo todo.
Quédate sin ataduras, libre de tus deseos, pobre como la madera muerta en invierno, vacía de todo cuanto no sea Él.
Quédate sola, sin nadie más en tu corazón, que ninguna criatura se interponga entre vuestras miradas.
Quédate sin quejas, sin estorbos, sin “huéspedes” extraños, sin nada que no sea Él.
Quédate entera, sin más recuerdos que Dios, sin buscar consuelos humanos, “sepultada” con Él y en Él, desapareciendo tú para hacerte “don” de su corazón.
Quédate sin tristezas, sin resentimientos, sin orgullo, sin falsas imágenes de ti misma.
Quédate a la escucha de su “Palabra”, hazte Palabra y Voluntad suyas.
Quédate sin poderes, sin privilegios, sin honores, sin ídolos, y deja a Dios ser Dios.
Quédate en oración tan profunda que nada altere esa atención, que ni pena ni goces quebrante ese abandono…
Quédate en silencio delante del Señor, desaparece tú y que sólo Él sea en ti.
¡Quédate en silencio delante del Señor…!
¡Quédate en silencio delante…!
¡Quédate en silencio…!
¡Quédate…!
¡…!
“Quédate en silencio delante del Señor”
(Salmo 37, 7)
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