jueves, 13 de septiembre de 2007

LAS MANOS DEL ABUELO


¡Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera!

El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del patio, no se movía, sólo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos.

Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y entre más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió:
-Si, estoy bien, gracias por preguntar – dijo en una fuerte y clara voz.
-“No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien – le expliqué.
-“¿Te has mirado jamás tus manos?” – preguntó -
Quiero decir, ¿realmente miraste tus manos?”

Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé palmas arriba y luego hacia abajo. No creo que realmente nunca las había observado... mientras tanto intentaba averiguar qué quería decirme.

El abuelo sonrió y me contó esta historia:
-“Detente y piensa un momento acerca de tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.
-Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo.
-Cuando niño, mi madre me enseñó a plegarlas en oración.
-Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas.
-Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas.
-Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi recién nacido hijo.
-Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y amaba a alguien especial.
-Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa, y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda.
-Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo.
-Han estado, pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas.
-Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen plegando para orar.
-Estas manos son la marca de donde he estado y la rudeza de mi vida.
-Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos Él me levantará para estar a Su lado y allí utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo”.

Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha recibido palmaditas y abrazos de la mano de Dios. Yo también quiero tocar el rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.
Nuestras manos son una bendición. Me pongo a pensar qué hacemos con esas manos en cuanto a nuestras relaciones con los demás:
¿las usaremos para abrazar y expresar cariño y afecto o las esgrimiremos para exhibir ira y rechazo?

¡Ojalá que escojamos con sabiduría!

¡¡¡Qué el Señor y su Santísima Madre te bendigan
!!!

2 comentarios:

  1. Hermano José, quiero darte las gracias y a la misma vez pedirte perdón por publicar en mi blog esta maravillosa reflexión de “las manos de mi abuelo”; tengo sesenta y seis años y tengo dos nietos que me dan lo que nada me ha dado en toda mi larga vida. Mis manos me fallan y los pies también, pero la verdad, es que mis manos han hecho y han cogido tantas cosas, como mis piernas han soportado peso y han andado kilómetros.
    Me he sentido muy feliz y por eso me he tomado el atrevimiento de publicarlo en mi blog. Para darle más posibilidades a que otros lo lean, es tan importante no olvidar lo mucho que debemos a Dios por facilitarnos estas maravillosas herramientas. Ahora solo las utilizo para caricia a mis nietos, pasar las cuentas del rosario y escribir en mi blog y doy gracias a Dios que me permita hacer muchos años más.
    Gracias Hermano José
    Hurtadomoya.bolgspot.com

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  2. Sigue adelante amigo Antonio, toma lo que desees de mi blog sin necesidad de pedirmelo... sólo respeta si es que lleva firma y colocala.
    Bendiciones

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