Ocurrió hace pocos años con una hermosa niña de cinco años.
Una señora ligada a un miembro de nuestro grupo de oración me pidió que visite su hogar porque su hijita había sido desahuciada por los médicos y estaba mal.
¡Qué difícil debe ser, sin la ayuda de Dios, explicarle a una niña o a cualquier persona... que se va a morir!
Como siempre en estos casos, me preparé antes de ir y le pedí al Espíritu Santo que sea Él el que hable por mí, y a María Santísima que intercediera para que así fuera. De hecho sabía que iba a ser muy difícil, pero confiado en que Dios hablaría por mí, me dirigí a las seis de la tarde a su hogar.
Esta niña tuvo problemas para nacer, ya que sus padres no podían tener hijos y para ellos fue una bendición que naciera después de muchos intentos.
La madre me explicó a grandes rasgos sobre el cáncer de la niña... la niña todavía estaba conciente y a pedido de su madre me quedé solo con ella para conversar, aunque ella se mantuvo cerca escuchando lo que le decía.
Empecé preguntándole si sabía quién era Jesús, quién era María, y otras preguntas como tanteo de cómo iba a llegar al punto en que hablaríamos sobre su enfermedad.
Para suerte mía, la niña vivía en un hogar muy católico, había aprendido a rezar y sabía, de acuerdo con su edad, mucho más que muchos cristianos que no se acuerdan ni siquiera del Padrenuestro... de hecho, oramos juntos.
Le expliqué que Dios nos enviaba al mundo con una misión y que la de ella ya había terminado, que su misión había sido hacer feliz a sus padres y que ya lo había logrado. Le dije que Jesús vendría en cualquier momento para llevarla al cielo con Él, y que después de un tiempo, su mamá y papá también se irían a reunirse con ella.... esa conversación fue a eso de las siete de la noche.
Me retiré, no sin antes bendecirla en el Nombre de Jesús y pedirle a su mamá que me tuviera al tanto de la salud de su hija... algo me decía que le faltaba muy poco para partir.
A las diez de la noche me llama su mamá para decirme que volviera a la casa, que tenía algo que contarme.
-“Hermano – me dijo – a las nueve de la noche, me pidió mi hija que me acercara, estaba muy contenta y me preguntó”: “Mamá, ¿ese señor que está en la puerta de mi cuarto es Jesús?... me está sonriendo, creo que viene por mí como me dijo el hno. Pepe”.
La mamá viró para ver hacia el punto donde su hija señalaba y no vio a nadie, pero le contestó disimulando sus lágrimas...
-“Sí... hijita, Él es y viene por ti para llevarte al cielo”.
Al poco rato la niña cerró sus ojos y con una sonrisa llena de paz, partió de la mano de Jesús a la gloria eterna.
¿Coincidencia con lo que le dije? En Dios no existen las coincidencias... Él me pidió que le diga a la niña que Jesús vendría por ella y así sucedió... ¡Gloria a Dios!
¡Gracias Señor por todo el tiempo que nos la regalaste... Tú nos la diste... Tú te la llevaste! ¡Bendito y adorado seas Señor!
¿Coincidencia con lo que le dije? En Dios no existen las coincidencias... Él me pidió que le diga a la niña que Jesús vendría por ella y así sucedió... ¡Gloria a Dios!
¡Gracias Señor por todo el tiempo que nos la regalaste... Tú nos la diste... Tú te la llevaste! ¡Bendito y adorado seas Señor!
José Miguel Pajares Clausen
Hola, como esta Padre José.
ResponderEliminarSoy un joven que vive en Bolivia,
sabe?, que milagro mas bello el que Dios le regaló,
Él es tan bueno, Él nos ama tanto...
Siga adelante y que Dios y nuestra madre Maria Santisima lo bendigan siempre.
Le invito a visitar mi blog, que igual esta dedicado al Señor. Y a dejar algun comentario para los leectores.
Adios
Gracias por tus comentarios. Por favor, sólo dime hermano... no soy sacerdote, solamente laico consagrado. Si me das tu blog lo podré visitar con mucho cariño.
ResponderEliminar¡Qué Dios y su SAntísima Madre te bendigan!