Él vendrá a ti y te consolará.Por: Claudia Soberón | Fuente: Aleteia
Rezar con los salmos es una guía semanal que te ofrecemos para meditar sobre la
Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 34.
Este
salmo parece ser un consejo a un grupo de hombres que, refugiados por sus
angustias, necesitan saber qué esperar. El salmista ofrece un consuelo: buscar al Señor y glorificarlo porque Él siempre responde.
Es una
alabanza que invita a un pueblo a bendecir el nombre de Dios. La vida misma
fluye a través de una bendición: Los ojos
del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor.
El Rey David, al ser rescatado
por su Señor cuando es perseguido, siente alivio y agradecimiento y por eso no
se glorifica a sí mismo, sino que reconoce que ha sido salvado por su Creador y
manifiesta su alabanza a todos cuantos escuchan.
EL CRISTIANO DA TESTIMONIO
Del mismo modo, el cristiano sabe
que no se ha dado la vida a sí mismo ni que ha sido salvado por sus méritos,
sino que ha habido Alguien.
Dios con
su amor infinito, a pesar de las fallas humanas, ha querido dar el más grande
regalo de todos: su amor incondicional, salvando
al hombre una vez y para siempre y, paradójicamente, todos los días de su vida.
David sabe alabar e invita a orar
a otros y reconocer al Dios de Israel como el único; esa misma enseñanza la
podemos reconocer hoy. El cristiano es testigo de Alguien, de Dios, del Padre,
del Abba; y con su testimonio comunica esa verdad a los demás, para que vengan
y vean, para que busquen y encuentren.
Salmo 34(33),4-5.6-7.16-17.18-19
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y los salvó de sus angustias.
Los ojos
del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la
tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.
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