La soberbia es un vicio que nos desafía como cristianos
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
La soberbia es uno de los vicios más peligrosos y destructivos que puede
afectar al ser humano. Se trata de una actitud que nos hace creer que somos
superiores a los demás, que merecemos más reconocimiento y admiración, que
podemos prescindir de Dios y de su gracia. La soberbia nos lleva a despreciar a
los demás, a no reconocer nuestros errores, a no pedir perdón, a no agradecer,
a no servir, a no amar.
LA SOBERBIA COMO RAÍZ DE TODO MAL
La
soberbia no es un vicio cualquiera, sino que es la raíz de todo mal. Así lo
enseñó Jesús, cuando enumeró los vicios que salen del corazón del hombre y lo
contaminan (cf. Mc 7,22). Entre ellos, mencionó la soberbia,
que es la que los engendra y los alimenta. La soberbia es la que nos hace
pensar que somos más que Dios, que podemos juzgarlo y desobedecerlo, que
podemos vivir sin él. La soberbia es la que nos hace pensar que somos más que
los demás, que podemos usarlos y abusar de ellos, que podemos vivir sin ellos.
La
soberbia no es un vicio nuevo, sino que es el pecado original, el que
cometieron nuestros primeros padres, Adán y Eva, en el paraíso. Ellos cayeron
en la tentación de la serpiente, que les prometió que serían como dioses si
comían del fruto prohibido (cf. Gen 3,5). Ellos quisieron ser
más de lo que eran, quisieron ser iguales a Dios, quisieron ser independientes
de él. Por eso, perdieron la amistad con Dios, la armonía con la creación, la
paz consigo mismos y entre ellos.
LA SOBERBIA COMO OBSTÁCULO PARA LA SALVACIÓN
La
soberbia no es un vicio fácil de corregir, sino que es el obstáculo más grande
para la salvación. Así lo mostró Dante, en su obra maestra, la Divina Comedia, donde situó a los soberbios en
el primer círculo del purgatorio, el más cercano al infierno. Allí, los soberbios
deben cargar con enormes piedras que simbolizan el peso de su orgullo, y deben
caminar inclinados, mirando al suelo, para aprender la humildad. La soberbia es
el vicio que nos aleja de Dios, que nos impide reconocer nuestra necesidad de
él, que nos hace rechazar su misericordia, que nos hace resistir a su amor.
LA SOBERBIA COMO ENEMIGO DE LA FRATERNIDAD
La soberbia no es un vicio que
solo nos afecta a nosotros, sino que es el enemigo de la fraternidad. Así lo
advirtieron los escritores de espiritualidad, que describieron las
consecuencias de la soberbia en la vida cotidiana, cómo daña las relaciones
humanas, cómo envenena el sentimiento de hermandad que debería unirnos. La
soberbia es el vicio que nos hace competir con los demás, que nos hace envidiar
sus éxitos, que nos hace criticar sus defectos, que nos hace ignorar sus
necesidades, que nos hace odiar sus diferencias.
LA SOBERBIA COMO DESAFÍO PARA EL
CRISTIANO
La
soberbia es, por tanto, un vicio que nos desafía como cristianos, que nos llama
a una conversión constante, que nos exige una lucha permanente. No podemos ser
cristianos auténticos si somos soberbios, si no imitamos a Cristo, que se hizo
humilde, que se hizo siervo, que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de
cruz (cf. Flp 2,8). No podemos ser cristianos auténticos si no
seguimos el ejemplo de María, que se reconoció como servidora del Señor, que se
fió de su palabra, que se entregó a su voluntad (cf. Lc 1,38).
No podemos ser cristianos auténticos si no practicamos las virtudes opuestas a
la soberbia, como la humildad, la sencillez, la gratitud, el perdón, el
servicio, el amor.
TRES CLAVES PARA VENCER LA SOBERBIA Y CRECER EN HUMILDAD
·
APRENDER DE LOS DEMÁS Y VALORARLOS: La
segunda clave para vencer la soberbia es aprender de los demás y valorarlos.
Esto significa estar abierto a escuchar y a recibir consejos, correcciones y
sugerencias, de las personas que te quieren y que te pueden ayudar a mejorar.
Pero también significa apreciar y respetar las cualidades y los logros de los
demás, sin envidiarlos ni menospreciarlos, sino reconociendo su mérito y su
dignidad. Aprender de los demás y valorarlos te ayudará a ser más receptivo,
más humilde, más amigo de Dios y más fraterno con los demás.
·
SERVIR A LOS DEMÁS Y AMARLOS: La
tercera clave para vencer la soberbia es servir a los demás y amarlos. Esto
significa estar dispuesto a poner tus dones y tus capacidades al servicio de
los demás, especialmente de los más necesitados, sin buscar tu propio interés
ni tu propia gloria, sino el bien común y la voluntad de Dios. Pero también
significa amar a los demás como a ti mismo, sin juzgarlos ni condenarlos, sino
perdonando sus ofensas y buscando su salvación. Servir a los demás y amarlos te
ayudará a ser más generoso, más humilde, más santo y más feliz.
(Esta reflexión tiene como base la catequesis del Papa Francisco, del 6 de marzo de 2024).
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