"Hoy se nos indica el camino para convertir nuestro Getsemaní en jardines de resurrección. Él, ante la pérdida de todo horizonte y significado, se aferró al Padre y a su voluntad", dijo el Papa en un texto facilitado por la Santa Sede.
La Plaza de San Pedro acogió la
mañana de este 24 de marzo la celebración del Domingo de Ramos. Tras la
tradicional procesión de las palmas y las bendiciones de los ramos, tuvo lugar la lectura de la Pasión de Cristo. Este año, fue la
del evangelio de San Marcos.
Con el Papa visiblemente
recuperado de sus problemas respiratorios y una plaza concurrida por 25.000
fieles, la celebración, sin embargo, tuvo una pequeña variación
respecto a años anteriores y a otras liturgias de este tipo.
Tanto el Papa como sus asistentes
no pronunciaron la homilía, y, en su lugar, hubo unos minutos
de meditación de la Pasión de Cristo. Posteriormente,
la oficina de prensa de la Santa Sede ha facilitado el texto de la
homilía.
COMPARTIR
NUESTRA HUMANIDAD HASTA EL EXTREMO
"El Getsemaní
constituye un punto de inflexión en sus relaciones. Antes lo seguían las
multitudes, y estaba rodeado de sus discípulos, pero, a partir de ese momento,
será maltratado. Quienes como Pedro habían dicho que darían la
vida por Él, escaparán todos, dice la escritura, lo abandonaron y
huyeron", dice el Papa en el texto.
"Más aún, en
Getsemaní se consuma la traición del amigo, que se manifiesta de la manera más
dolorosa con el beso de Judas. En aquella soledad, después de ser decepcionado
por todos, se abre en el corazón de Jesús un abismo de dolor", añade.
"El texto dice
que cayó en tierra, tambaleándose, como si le hubiera vencido un peso
insoportable, es el pánico frente a la pasión, pero, también, es la pesadumbre
de un sentimiento de fracaso, ya que ante el hombre tan voluble y fácil de
frustrar surge una pregunta perturbadora, ¿y si todo este sacrificio fuera en
vano?, ¿y si todo este
amor no cambiase las cosas?", comenta
Francisco.
"Los
evangelios dicen que Jesús entró en una lucha, como si percibiese sobre sí el
peso del pecado del mundo, la agonía del rechazo del hombre. ¿Cómo se puede
explicar esto?, de un solo modo, el Señor atravesó este abismo de dolor,
fracaso y miedo para compartir nuestra condición humana hasta
el extremo, y así salvarnos, sin abandonarnos a nuestra suerte, sino
viniendo a rescatarnos, precisamente, allí donde estábamos hundidos".
En su homilía, no pronunciada en
esta ocasión, el Papa anima a mirar hacia la resurrección. "Hoy se nos indica el camino para convertir nuestro
Getsemaní en jardines de resurrección. Él, ante la pérdida de todo horizonte y
significado, se aferró al Padre y a su voluntad. Cuando los
sentimientos se rebelaban, se aferró a la experiencia decisiva, a la oración,
en la noche más oscura le hizo sitio a esta luz", señala.
Francisco leyó una reflexión al
término de la celebración, que sirvió a modo Angelus. En ella mostró su
cercanía a una comunidad colombiana que ha sufrido recientemente el asesinato
de dos personas, y rezó "por las víctimas del vil
atentado terrorista en Moscú. Que el Señor los acoja en su paz y dé consuelo a
sus familias".
"Pienso en la
martirizada Ucrania, donde tantas personas se encuentran en gran
necesidad debido a los ataques contra las estructuras. Están en riesgo de una
catástrofe humanitaria. Por favor no se olviden de la martirizada
Ucrania", comentó Francisco, quien pidió
que "pensemos también en Gaza, que sufre
tanto, y en tantos lugares de conflictos y guerras".
No hay comentarios:
Publicar un comentario