EL PAPA PIDIÓ EN EL ÁNGELUS TENER MISERICORDIA Y NO JUZGAR A LOS DEMÁS, COMO NO LO HA HECHO JESÚS CON NOSOTROS.
Jesús conoce nuestras debilidades
y nuestros pecados, pero no utiliza este conocimiento "para
señalarnos con el dedo, sino para abrazar nuestra vida, liberarnos de nuestros
pecados y salvarnos". En sus palabras en el Ángelus de este IV
Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invitó a los fieles a considerar que Jesús
no vino al mundo para condenar, sino para salvar. El pasaje litúrgico del
Evangelio narra el encuentro y la conversación del Maestro con Nicodemo,
fariseo y uno de los jefes de los judíos. Es a él a quien Jesús explica su
misión.
El Papa observó que Cristo
muestra a menudo que es capaz de ver en profundidad el corazón y el pensamiento
de las personas a las que se acerca, cuyas intenciones y contradicciones
desvela: “Ante Jesús no hay secretos: Él
lee en el corazón de cada uno de nosotros. Y esta capacidad podría ser
perturbadora porque, si se mal utilizada, hace daño a las personas,
exponiéndolas a juicios faltos de misericordia”.
DIOS
NO NOS SEÑALA CON EL DEDO
Todos nos equivocamos, continuó
diciendo el Papa, y, si el Señor usara el conocimiento de nuestras debilidades
para condenarnos, nadie podría salvarse. Pero Él no lo utiliza para señalarnos
con el dedo, sino que abraza nuestras vidas para liberarnos de los pecados y
salvarnos. No le interesa procesarnos y someternos a una sentencia.
“Él quiere que
ninguno entre nosotros se pierda. La mirada del Señor sobre nosotros no es un faro cegador que
deslumbra y pone en dificultad, sino el suave resplandor de una lámpara amiga,
que nos ayuda a ver en nosotros el bien y a darnos cuenta del mal, para
convertirnos y sanarnos con el apoyo de su gracia”, agregó.
Siguiendo el ejemplo de
Jesús, "los
cristianos estamos llamados a hacer lo mismo", afirmó el Papa,
señalando lo fácil que nos resulta juzgar a los demás. Y concluyó
improvisando: “Pensemos en nosotros, que
tantas veces condenamos a los demás; que tantas veces nos gusta cotillear, buscar
chismes contra los demás. Pidamos
al Señor que nos dé a todos esta mirada de misericordia, que miremos a los
demás como Él nos mira a todos. Que María nos ayude a desear el bien de los
demás”.
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