Mons. Jorge, Director Espiritual de Evangelización Hispana de la Arquidiócesis de Denver, responde a esta inquietud
Por: Monseñor Jorge De los Santos | Fuente:
elpueblocatolico.com
La mayoría de católicos van a Misa los domingos; sin embargo, algunos van
los sábados. Una lectora escribió a nuestra website pidiendo que aclaremos este
punto. Su pregunta fue la siguiente: Si el día del Señor es el domingo ¿por qué otros lo
celebran el sábado?
Con
la generosidad de siempre, Mons. Jorge De los Santos, Director Espiritual de
Evangelización Hispana de la Arquidiócesis de Denver, responde.
Sí uno va
a Misa el sábado por la tarde y participa en una Eucaristía con la liturgia y las lecturas de la Misa dominical, no hay
ningún problema.
La
validez de la Misa dominical asistiendo la tarde anterior (sábado), así como de
los días de precepto, está aprobada en el Código de
Derecho Canónico, que es el conjunto de normas jurídicas que regulan
la organización de la Iglesia Católica, así como los derechos y
obligaciones de todos los fieles: “Cumple
el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se
celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por
la tarde” (1248 § 1).
Esta
costumbre es muy reciente, y está relacionada con los cambios producidos en la
liturgia por el Concilio Vaticano II en cuya Constitución sobre la Sagrada
liturgia, Sacrosantum concilium, dice: “Revísese el año litúrgico de manera que, conservadas o
restablecidas las costumbres e instituciones tradicionales de los tiempos
sagrados de acuerdo a las circunstancias de nuestra época, se mantenga su
índole primitiva para que alimente debidamente la piedad de los fieles en la
celebración de los misterios de la redención cristiana, muy especialmente el
del misterio pascual”.
Asimismo,
en el Missale romanum está escrito: “Para
que la misa del día anterior sea válida como misa dominical o de fiesta de
precepto, ha de celebrarse por la tarde (a partir de las 4:00pm) y contener la liturgia y las lecturas
de la misa dominical”.
Así pues,
un típico caso de misa de sábado no válida como misa dominical, sería la
celebración de una boda el sábado por la tarde.
En lo que
se refiere a la Misa dominical celebrando el Día del Señor, nos dice el Papa
Francisco en su catequesis del 5 de febrero de 2014: “La
celebración Eucarística es mucho más que un simple banquete. Es propiamente el
memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. “Memorial” no significa sólo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que
quiere decir que cada vez que celebramos este Sacramento participamos en el
misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo”.
La
Eucaristía constituye el vértice de la acción de salvación de Dios. El Señor
Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte, en efecto, sobre nosotros
toda su misericordia y su amor, tanto que renueva nuestro corazón, nuestra
existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos.
Es por
esto que normalmente, cuando nos acercamos a este Sacramento, se dice que se “recibe la Comunión”, que se “hace la Comunión”: Esto significa que en la potencia del
Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos conforma en modo
único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ahora ya la plena
comunión con el Padre, que caracterizará el banquete celeste, donde, con todos
los Santos, tendremos la gloria de contemplar a Dios cara a cara.
Queridos
amigos, ¡no agradeceremos nunca suficientemente al Señor por el don que nos ha
hecho con la Eucaristía! Es un don muy grande. Y por esto es
tan importante ir a misa dominical; ir a misa no sólo para rezar, sino también
para recibir la comunión, este Pan que es el Cuerpo de Jesucristo y que nos
salva, nos perdona, nos une al Padre. ¡Es hermoso
hacer esto! Y todos los domingos vamos a misa porque es el día de la
Resurrección del Señor, por eso el Domingo es tan importante para nosotros.
Con la
Eucaristía sentimos esta pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios, al Cuerpo
de Dios, a Jesucristo. Y no terminaremos nunca de captar todo el valor y la
riqueza.
Pidámosle, entonces, que este Sacramento pueda continuar manteniendo viva en la Iglesia Su presencia y plasmar nuestras comunidades en la caridad y en la comunión, según el corazón del Padre.
Artículo originalmente publicado en El Pueblo Católico
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