NI POR FALTA DE CONOCIMIENTOS, NI POR GANAS DE ELITISMO O DE PODER
Brad Littlejohn y
Chris Castaldo son dos autores protestantes que han publicado un librito
de unas cien páginas con el título Why do protestants convert?, que busca
explorar las razones por las que muchos protestantes en los últimos años se
sienten atraídos por el catolicismo y se hacen católicos.
Los lectores de ReL pueden leer
muchos testimonios
de conversos al catolicismo desde el protestantismo. La
inmensa mayoría eran pastores, predicadores y evangelizadores, que conocían bien la Biblia, amaban al Señor, tenían celo por las almas y deseo del Cielo y de la
verdad. Y lo que conocían, no les bastaba. A partir de cierto momento, su
búsqueda de verdad y de cercanía a Dios les lleva a la Iglesia Católica.
El libro
de Brad Littlejohn y Chris Castaldo resume
en 4 factores lo que creen que lleva a muchos protestantes al catolicismo, pero
no es un análisis que convenza mucho a católicos ni a otros observadores que
repasen los datos, y enseguida surgen objeciones.
La Portada del libro
Why do protestants convert?, un libro que no convence mucho a los católicos ni
a ex-protestantes al describir el paso de protestantes cultos al catolicismo.
Las 4 cosas que llevan a protestantes cultos a
hacerse católicos, según ellos, serían:
1.
EL DESENCANTO CUANDO "PROYECTAN SUS PROBLEMAS EN SUS IGLESIAS O ENTORNOS
EDUCATIVOS"
Se da cuando un protestante tiene "problemas" (personales, emocionales, de autoridad,
etc...) y le echa la culpa a su comunidad o grupo concreto. Buscando un sitio perfecto y sin problemas, va al catolicismo, que le parece ha de ser
maravilloso.
OBJECIÓN: Se puede responder a esta "causa"
que psicologiza los motivos. Además, un protestante a disgusto en una
comunidad o denominación podría ir a otra
igualmente protestante (como hacen muchos) y que el que
fuera a la Iglesia católica buscando un lugar perfecto y sin problemas, en un
par de meses vería que eso no existe. De hecho, las
parroquias católicas, por desgracia, no son especialmente buenas en la acogida, y
muchos conversos se quejan de que en su antigua comunidad protestante había
amistades más cercanas, más calor humano, más fraternidad, mejor música, más
pasión por la Palabra y la fe. Si se mantienen católicos, dicen, es por los sacramentos y porque consideran que
es la Iglesia verdadera que Cristo fundó.
2.
EL ANTIINTELECTUALISMO DE MUCHOS ENTORNOS PROTESTANTES
Brad Littlejohn y Chris Castaldo
dicen que entre los evangélicos y otros protestantes se ha despreciado el
estudio de la historia, la filosofía y la teología. Protestantes devotos pero con poca formación teológica acuden
a entornos católicos, quedan deslumbradas con un poco de Patrística y se hacen
católicos.
OBJECIÓN: Se puede responder a esto que, en
realidad, el libro de Littlejohn y Castaldo ha surgido por el fenómeno
innegable de la
conversión al catolicismo no de personas devotas poco formadas, sino de pastores, biblistas, expertos y predicadores bien
formados, como Scott Hahn, Frank
Beckwith, Dwight Longenecker y muchos
más. CHNetwork está
lleno de testimonios no de
protestantes devotos de "a pie", sino de pastores y hasta profesores
de seminario. Muchos
pierden sus medios de vida, amistades y entornos al hacerse católicos, y
explican con detalle sus razones teológicas.
En el siglo XXI, con acceso a
libros y testimonios, a la historia y al debate apologético, tras leer e
investigar mucho y viendo fallida la argumentación
protestante, deciden que la Iglesia Católica es la que tiene la razón respecto a la autoridad, los
sacramentos, la unidad, etc...
3.
EL ELITISMO, LA SENSACIÓN DE ESTAR EN UN CLUB ESPECIAL
Brad Littlejohn y Chris Castaldo
dicen que estos conversos buscan sentir
que están (como se dice en España), "en el
ajo", es decir, en el "círculo interno", el de "los que saben, los especiales". No
les basta con la Biblia que cualquiera puede leer: quieren sentir que acceden a
algo especial, en el catolicismo y, dentro del catolicismo, en sus "círculos dentro de los círculos", con
sus congregaciones religiosas, rituales, grupos selectos, jerarquía, sus
ropajes especiales, sus ceremonias especiales... Es la tentación del elitismo,
del sentirse "diferente". Incluso la rigidez católica que impide a los protestantes tomar la comunión
católica sería una
herramienta para suscitar esta sensación de "club".
OBJECIÓN: La realidad es que
cualquier protestante puede ir a misa católica, escuchar la Palabra, dar la paz
a los hermanos, cantar, rezar (con ayuda de un misal si no sabe las respuestas)
y hasta ponerse a la fila de la comunión con las manos cruzadas y recibir una
bendición. Excepto comulgar, puede hacer lo mismo que cualquier católico laico.
No hay mucho "exclusivismo" en
eso. Pero sí, para comulgar ¡ha de creer lo que
enseña la Iglesia Católica sobre la comunión!
Casey Chalk, un ex-protestante que analiza el libro
de Littlejohn y Castaldo
en Catholic World Report, recuerda
que para los reformadores del S.XVI (Lutero,
Calvino, etc..), la Eucaristía católica era, directamente,
blasfema: si un
protestante culto la desea, es porque cree la enseñanza católica sobre ella, y
no la reformada.
Chalk además hace bromas con el
argumento del "círculo interno" diciendo
que le parece "digno de las reflexiones
conspirativas de El Código Da Vinci" y
que los protestantes no se hacen católicos "para
descubrir los secretos ocultos de los norbertinos, o porque esperan que
algún día su santo rostro sea conmemorado en vidrieras y sus restos sean
honrados con devoción por peregrinos descalzos".
Otra objeción al tema del "elitismo" es que, en la vida
real, la vida parroquial, un católico no ve mucho "club especial", sino a las típicas señoras de parroquia, los niños gritones de
catequesis, el coro que canta mal, los lectores que no vocalizan, etc... No es
un club nada selecto: viene la gente del barrio, la
vida cotidiana.
4.
EL QUE SE HACE CATÓLICO, ACCEDE A LAS PALANCAS DE PODER EN ENTORNOS
CONSERVADORES
Brad Littlejohn y Chris Castaldo
dicen que si uno es protestante y conservador, y quiere tocar poder (probablemente
con buenos motivos, como hacer política y ayudar a la gente) le conviene
hacerse católico en EEUU.
OBJECIÓN: Casey
Chalk responde que en el Congreso de EEUU hay el
doble de protestantes que de católicos,
y que él participó hace un par de años en un programa para jóvenes
profesionales interesados en política (el programa Hillsdale James Madison
Fellows) y allí la suma de anglicanos, baptistas y presbiterianos "como mínimo igualaba a la de católicos".
También se puede decir que esta
objeción no sirve para quien se haga católico en
países de hegemonía luterana,
como es el caso del pastor sueco Ulf Ekman, el político finlandés Timo Soini, el antiguo luterano y luego obispo católico Teemu Sippo... Tampoco sirve para los que siendo luteranos o
anglicanos eran obispos, y al hacerse católicos pasan a
ser laicos o sencillos sacerdotes (y
nunca tantos obispos anglicanos y luteranos se
han hecho católicos como en los últimos 30 años).
DOS
RAZONES REALES: AUTORIDAD PARA ENSEÑAR Y SACRAMENTOS
Casey Chalk cree que estos 4
criterios están muy equivocados, mientras que los autores aciertan cuando
ponderan otros dos criterios al leer las
argumentaciones de San John Henry Newman para
pasar de ser un respetado intelectual anglicano a complicarse la vida
convirtiéndose al catolicismo: deseaba los
sacramentos ("la comprensión" católica de los
sacramentos) y una "autoridad vinculante de la
Iglesia".
Ahí Chalk dice que,
efectivamente, desde que él mismo se hizo católico en 2010, y antes, en los
testimonios que ha escuchado de ex-protestantes, "casi
todos han priorizado la necesidad de autoridad y el sentirse
atraídos a Cristo en los sacramentos".
Muchos protestantes que
se hacen católicos dicen que necesitaban los sacramentos que Cristo dio a la
Iglesia.
Sobre la "autoridad",
Brad Littlejohn y Chris Castaldo apelan como protestantes a un supuesto
"consenso histórico", pero Chalk, ex-protestante, enseguida recuerda
que no hay apenas ningún consenso, cada denominación protestante
cree cosas distintas y los
mismos reformadores en el S.XVI rechazaban enseñanzas de concilios y de tiempos
Patrísticos cuando no encajaban "con sus
interpretaciones particulares de las Escrituras". El
concepto "ortodoxia protestante", señala Chalk, es "un término
vacío".
OBJECIÓN
RAZONABLE, PERO INSUFICIENTE: DIVISIONES ENTRE CATÓLICOS
Los protestantes Littlejohn y
Castaldo ponen el ejemplo del pontificado de Francisco para señalar la debilidad del Magisterio
católico, así como las "luchas internas entre
católicos tradicionalistas, conservadores y liberales", que socavan la "pretensión de Roma de hablar con la voz viva de la
autoridad divina".
Chalk admite que "el pontificado de Francisco ha sido sin duda
controvertido y desconcertante, ya hablemos de retoques al Catecismo
sobre la aplicación de la pena de muerte, restricciones a la liturgia o el
permiso para bendecir a 'parejas' del mismo
sexo. Pero ¿qué doctrina magisterial ha cambiado durante el actual pontificado?
A pesar de todas las quejas protestantes (y católicas) sobre Francisco, las acciones del papado no han alterado ninguna enseñanza magisterial. Además, las luchas internas entre
los distintos bandos católicos –aunque a menudo desagradables
y potencialmente oscureciendo la autoridad
magisterial para los de afuera– difícilmente vician esa
autoridad. Alternativamente, uno podría preguntar: ¿los
debates protestantes sobre el significado de la Biblia socavan la autoridad de
la Biblia?"
El librito de cien páginas de
Littlejohn y Castaldo constata que, con o sin Papa Francisco, el catolicismo atrae a aquellos protestantes que aman a Cristo, su
Palabra y su deseo de unidad ("que
sean uno como Tú y yo somos uno, Padre"), que ven que Cristo creó un único rebaño encargado
a Pedro ("apacienta mis corderos") y donde los primeros cristianos
veían que la Iglesia -y no otra cosa, no la Biblia- es "pilar y fundamento de la
verdad" (1 Tim3,15).
Los que se vuelcan en estudiar e
investigar acaban acercándose a Pedro y a sus herederos (a todos ellos, a los
malos también), pese a los escándalos de desunión, las perplejidades por tal o
cual jerarca o los debates pastorales. El deseo de verdad, unidad y
comunión los mueve.
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