Sean Patrick Flanery interpreta al preso Edward
Wayne Brady (poseído por el demonio Nefarious) en 'Nefarious' (2023) de Cary
Solomon y Chuck Conzelman.
Los poetas siempre
entenderán mejor a los demonios que
los demonios a los poetas. Una vez dijo Charles
Baudelaire que lo mejor que
hizo el diablo fue hacernos creer que no existía. En la película Nefarious se
aprecia la operación intelectiva contraria: se
destapan con nombres y apellidos las verdades que según Baudelaire estaban
emboscadas. Por medio de una dialéctica sencilla entre un preso y un
psiquiatra se plantea el problema del origen del mal. Lo más interesante sin duda de la película son
las implicaciones de las explicaciones dadas por el demonio al psiquiatra que
ha sido elegido para dar a conocer la maldad de su obra. La cinta denota que la teología cristiana ofrece con diferencia la mejor
explicación posible sobre la raíz del mal en el mundo.
Es una película de enseñanzas
paradójicas, con una pedagogía nítida sobre el Diablo, su rebelión contra Dios
y la afectación que tiene en el pecado original. En su tratamiento dialéctico
explica cómo el Diablo y sus agentes en nómina son capaces de entrar en nuestras vidas y manipularnos con la invisibilidad que advertía Baudelaire. Pese a
todo, la película también contiene un mensaje de esperanza: en un
mundo plagado de tontos útiles del Maligno, solo el descubrimiento aterrador de
la existencia de seres como Nefarious puede devolvernos al
regazo de Dios y de la Fe.
Primeramente, 'nefarious' [nefario] quiere decir
malvado, impío, indigno y criminal. Pero en una disección del término,
encontramos que nefas significa lo que es contrario a la ley
divina. Luego la más completa interpretación etimológica sería la del ser malvado que actúa contra la ley divina. O sea, que los demonios son seres
malvados, pero con un propósito cósmico inequívoco.
Cada personaje en la película
juega un papel pedagógico concreto:
-El convicto, viva dualidad del
hombre condenado y el demonio que lo habita. A lo largo de la película se
refleja el sufrimiento del recluso Edward Wayne
Brady, condenado a la
pena capital, que siente cómo el demonio Nefarious quiebra su voluntad y la entereza mental del psiquiatra.
-En el mismo acto, el
psiquiatra James Martin representa
la incredulidad del cientifista,
reacio (en principio) a aceptar una realidad sobrenatural indetectable
para la ciencia que le resulta familiar, hombre aquejado de una notable
deformación profesional.
-El director de la
prisión muestra la ceguera
del sistema, incapaz de intuir en ningún caso el origen del mal.
-El cura que aparece en escena es un escéptico
pancista, descreído del demonio, que sintetiza la crisis actual de la propia
Iglesia.
A su vez, cada personaje
tiene una concepción del mal:
-Nefarious es la némesis de Dios que
buscará la destrucción de Su obra.
-El doctor Martin es la negación del mal, alguien para quien el mal es solo un dato
clínico, un hecho sin más.
-Para el director de la prisión,
el mal es el peligro que representa cada sujeto para la comunidad a la que
pertenece, viendo así el mal como una cuestión inmanente y
nominalista.
-Y para el cura pancista, el mal
es algo perteneciente solo al mundo de los hombres, nada que ver con espíritus
malignos, por tanto debe ser domesticado con secular
bonhomía.
Entre todos forman el cuadro
sinóptico de la sociedad efectivamente
existente.
Pero el legado pedagógico
de Nefarious no acaba ahí; en la medida en que el hombre
concibe el Universo desarraigado de Su Creador, deja de entender el
funcionamiento del mal, las maquinaciones más demoniacas se apoderan de él
aprovechando la pérdida del discernimiento
moral que Aristóteles identificó como rasgo distintivo de nuestra especie.
El diálogo de Nefarious con el psiquiatra nos recuerda que el hombre actual ya
no es un ser eminentemente moral, sino el esclavo de una inmoralidad
normalizada y de los demonios que gustosamente le habitan.
Aún hay otro plano algo
inadvertido para la crítica, es la paradoja filosófica que se presenta: el hombre en el uso libertino de su voluntad, y una vez
que ha renunciado a Dios, experimenta un notable descenso filosófico.
Relegado a la categoría de medio, en su afán de ser un fin en sí mismo, cae
bajo la influencia de los demonios que ven la gran oportunidad de
instrumentalizarlo y en sus propósitos. El alejamiento de
la Teología hace a los humanos dar un salto filosófico al vacío, el mismo
que por su soberbia dio aquel Ángel bello: pasando
de formar parte de un fin (el de la Creación) a pretenderse un fin en sí
mismos. Lo que inicialmente fue concebido para formar parte de un todo
orgánico, no puede desvincularse como parte autónoma que dilucidará sus propios
fines, sin perder la bondad de su ser primero. Es la naturaleza caída de las
partes que se separan del todo que las vio nacer: ángeles
convertidos en demonios, y hombres autodeterminados en bestias. La pérdida
del entendimiento de las causas primeras, provocada por el
uso de la libertad luciferina.
Aquel ángel, que un día cayó por
su mal uso de la libertad y por experimentar el amor en un sentido inverso, más
tarde iba a convertir al hombre en su objetivo para hacer
fracasar la obra de Dios, lo cual
queda explicado de manera clara por Nefarious a su visitante el doctor Martin,
en las horas previas a la ejecución del recluso Edward Brady.
Charles Baudelaire advirtió en su
fantástica obra Las Flores del Mal que era mucho más difícil amar a Dios que
creer en Él. En cambio con el Diablo ocurría exactamente lo contrario; era
mucho más fácil amarlo que creer en él. Revelador. A pesar de lo que piensen
los psicologistas como el doctor Martin, los demonios existen,
están apostados en cada esquina, recogiendo la basura, a la espera de nuestra
naturaleza caída. Bien lo saben los
poetas, que entienden mucho mejor a los demonios que los reputados psiquiatras.
Por: Eduardo Gómez
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