¿Qué pasaría si llegas a otro lugar y no tienes dinero? ¿Qué hacer?
Por: Maggy | Fuente: New Fire
Me vine a vivir a Ciudad de México, más o menos hace dos meses, como diríamos
en Venezuela: “con una mano adelante y otra atrás” con
una maleta llena de esperanza y un corazón dispuesto a lo que viniese.
Estoy
aquí, en un trabajo maravilloso, lleno de gente espectacular; todo tal cual lo
soñé. Pero cada 15 y 30 del mes bajo de la nube y toco la realidad de
experimentar cómo el sueldo se va en renta, comida y ya ¡no hay para más! Al principio no lo podía creer, me daba temor
de sólo pensar en ¿y si no me alcanza? Momentos
de dudas, pensando si esto había sido una buena decisión, pero al comparar con
lo maravilloso que es todo lo demás, me dejé y confié.
MI TRABAJO
Trabajo
en un lugar donde se estudia para a ayudar a la familia, un Instituto que
da las herramientas para formar especialistas capaces de darlo todo por llevar
a la familia a su plenitud y me pregunté: ¿de qué
sirve esto para el mundo? – aquí me podría extender, pero eso será otro
artículo- respondo: la familia es la base de la sociedad, es lo que hemos
escuchado en todo lugar. Pero podría decir: en la
familia se hace, se ama, se crea, se transforma, se crece, se sufre, se vive
pero, sobre todo, se consuela a la sociedad. Esta pequeña descripción sobre
mi trabajo la comparto porque soy arquitecto, y dejé los planos por ser parte
del proyecto más hermoso de Dios: la familia.
MI CASA
Vivo en
una casa divina, con una familia amorosa que me ha abierto las puertas pero,
principalmente, me ha hecho parte de ella. El frío de esta ciudad ha sido parte
del mayor ejemplo de que nada me va a faltar, vengo de Barquisimeto –
Venezuela- es decir, de una temperatura mínima de 28° y llego aquí, no pasamos
de 9°, yo muy “fresh” y sin nada de ropa
para el frío y lo peor ¡sin que el dinero alcance
para ir de shopping! y ¿ahora? ¿qué hacer?
Empezó lo
más bonito, disfrutar de que otro comparta conmigo lo que tiene. Desde la
semana que llegué, las personas empezaron a traerme abrigos, sweaters,
pashminas, chamarras y me dije: ¿qué hago? ¿lo
recibo? ¿es usado? ¡pero por supuesto que lo tomo! pues cada cosa,
aparte de bellísima, me queda justo a la medida, dirían por ahí: ¡ni mandando hacer!
No crean, no ha sido fácil, porque de natural soy
controladora, siempre quiero tener yo la solución de todo, ser la que da, la
que acoge, pero aquí veo como Dios, muchas veces nos coloca en situaciones
vulnerables sencillamente para que nos sentemos y nos dejemos amar. Reconocer
que tienes frío y aceptar que otro te abrigue, claro que requiere humildad,
pero esa gracia sólo la podremos vivir, si se la pedimos a Dios.
“El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es
injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.” Lc 16,10
LA AUSTERIDAD
Me
permití contarles todo esto, muy desde el corazón, para decirles: la austeridad nos hace libres. El mundo nos
ha enseñado que la austeridad sólo la vive aquél que no tiene nada y eso no es cierto; todos estamos invitados a
vivir una vida austera. Pero ¿todos sabemos lo que
significa?
Buscando
encontré este significado: “Se define como
capacidad de una persona de administrar sus bienes materiales y riquezas de una
manera justa y sencilla…” y este concepto básico tiene dos palabras claves
“justo y sencillo” por eso la austeridad es una virtud que va en la línea,
entre lo que necesito y lo que quiero llevándolo a lo esencial, es por eso que
todos la podemos vivir, pero ¿por qué me hace libre? Porque me
recuerda que vine a este mundo sin nada y de la misma forma me iré.
Claro que
quiero muchísimas cosas, como una Toyota Highlander -amo las camionetas-, pero
en este momento no la necesito, ni licencia tengo en este país, por ahora
disfruto el caminar por las calles, o los ride de mi roomie donde nos
actualizamos de lo que a cada una nos pasa en el día; o lo mejor, las veces que
mi jefa me ha buscado en las mañanas para que no pase frío, ahí hemos tenido
las mejores conversaciones, esas de cambiar el mundo, que ¡me encantan! Por cierto, en mi jefa encontré una
mamá y una familia adoptiva que le encanta comer y hasta con unos perros
adorables.
¿QUÉ IMPLICA LA AUSTERIDAD?
Por eso, vivir en austeridad no implica que no trabajes y no te
esfuerces por superarte y lograr las cosas que quieres, pero es ir más allá,
buscar lo esencial, yo sueño con tener mi casa, pero ante todo quiero un hogar,
que prevalecerá en un apartamento de 3×3 o en una mansión en Beverly Hills. En
este momento me hace más feliz ver la cara de felicidad de la niña que me
regala su abrigo, que lo que sería ir a comprarlo.
La
Navidad nos recuerda cómo todo un Dios, necesitó lo esencial para salvar el
mundo: una mamá y un papá; es decir, un corazón dispuesto a amar, estoy segura
que San José quería que su hijo -el Hijo de Dios- naciera en un castillo, pero
buscó lo mejor, convirtió una cuna de paja, en el lugar que le diera calor a
Jesús, especialmente, estuvieron ahí, confiaron y amaron.
Por eso agradece y disfruta lo que tienes hoy, desde la balanza entre “¿qué necesitas? – ¿qué quieres?” recordando que todos podemos hacer de nuestra vida un Belén.
CONCLUSIÓN
Por eso
les quise contar muchas cosas de las que estoy viviendo aquí, estar sin “mis seguridades” me ha hecho disfrutar de lo que
se me ha dado, desde caminar, ir al super y escoger lo que me quiero comer sin
excesos -eso me lo enseñó Venezuela- disfrutar de gente nueva, dejarme amar y
hasta podría decir, dejarme encontrar.
Confío que si aprendemos a vivir con lo que necesitamos, en la
abundancia disfrutaremos, pero en la escasez valoraremos mucho más, ser
desprendido es una gracia que debemos pedir día a día. La
libertad de disfrutar lo que se tiene, nos permitirá no agobiarnos por lo que
nos falta, dejarnos en las manos de la Providencia y confiar, de que así, como
Dios conoce nuestra alma, también sabe nuestras necesidades y nos dará las
oportunidades para ir alcanzando los deseos más profundos del corazón, por eso
creo fielmente que: ¡Dios proveerá y todo va a
estar bien!
“Cuanto menos poseemos, más
podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor.”
Madre Teresa de Calcuta
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