TODO LO QUE DEBES SABER SOBRE LAS APARICIONES DE LA VIRGEN A SANTA BERNADETTE
La Virgen se apareció en Lourdes en 1858, desde
entonces millones de peregrinos han ido hasta este lugar.
El santuario de Lourdes es uno de los santuarios marianos más
importantes y visitado por los católicos en todo el mundo. A las faldas de los
Pirineos en su vertiente francesa la Virgen se apareció hasta en 19 ocasiones
a Santa Bernadette,
una joven humilde de apenas 14 años.
Cada 11 de febrero la Iglesia celebra la festividad de Nuestra
Señora de Lourdes.
En este lugar María confirmó el
dogma que apenas cuatro años antes proclamó la Iglesia sobre su Inmaculada Concepción. Desde
muy pronto estas apariciones fueron reconocidas por la Iglesia atrayendo allí a
numerosos peregrinos, muchos de ellos enfermos, pues Lourdes tiene una
vinculación muy especial con las personas enfermas y sufrientes.
Miles de curaciones
y gracias extraordinarias se han producido en Lourdes gracias a
la intercesión de la Virgen, varias de ellas reconocidas oficialmente por la
Iglesia. La primera de ellas se produjo en los días en los que la propia María
se aparecía a Santa Bernadette, de ahí que desde un inicio los enfermos
empezaran acudir hasta la gruta de Massabielle.
***
¿CÓMO
FUERON LAS APARICIONES DE LA VIRGEN EN LOURDES?
Entre el 11 de febrero
y el 16 de julio de 1858 la Virgen, en la advocación de la Inmaculada Concepción, se apareció en
varias ocasiones en la gruta de Massabielle, al borde del río Gave, en la falda
de los pirineos a la jovencita Bernadette (Bernardita) Soubirous.
La primera de ellas se
produjo el 11 de febrero. Acompañada de su hermana y de una amiga, la ahora santa se dirigió a la
zona donde se encuentra la gruta de Lourdes a recoger leña y ramas secas. La
joven oyó entonces un ruido y levantó la vista hacia la cueva. Sobre aquel
primer encuentro declararía Bernardette: “Vi a una
señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color
blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”. Después hizo
la señal de la cruz y rezó el rosario con María. Una vez terminó, la Virgen
desapareció.
La segunda aparición se
produjo el siguiente domingo, el 14 de febrero de 1858. Ese
día Bernadette sintió una fuerza que le empujaba a volver a la gruta pese a que
sus padres se lo habían prohibido. De tanto insistir su madre se lo permitió.
Cuando estaba rezando el rosario, la joven vio aparecer a la Virgen.
Obedeciendo a lo que le había dicho su madre, Bernadette le echó a María agua
bendita. Nuestra Señora sonrió, inclinó la cabeza, y terminado el rosario
desapareció. Los testigos la recuerdan a la joven francesa estando en éxtasis y
sus padres empezaron a creerla.
Tercera aparición, 18
de febrero de 1858. Esta fue la primera vez en la que la Virgen habló en estas apariciones.
Cuando se apareció a la joven, esta le ofreció un papel para que escribiera su
nombre. Pero María le dijo: “No es necesario
escribirlo, hazme únicamente el regalo de venir aquí durante quince días
seguidos”. La vidente se lo prometió y la Virgen le respondió: “No te prometo
hacerle feliz en este mundo, sino en el otro”.
Cuarta aparición,
viernes 19 de febrero de 1858. Fue una aparición muy breve. Ya en aquel momento empezó a extenderse el
rumor de las apariciones y varias personas acompañaron a la joven.
Bernadette llegó a la gruta con una vela bendecida y encendida. De aquel gesto
nacerá la costumbre de llevar velas para encenderlas ante la Virgen en Lourdes.
Quinta aparición,
sábado 20 de febrero de 1858. Aún más personas, en torno a una treintena, le acompañaron en esta
visita a la gruta. Aquel día la Virgen le enseñó una oración personal. Al
terminar la visión, una gran tristeza invadió a Santa Bernadette.
Sexta aparición,
domingo 21 de febrero de 1858. Esa mañana María se presentó a la vidente, a la que ya acompañaban más
de cien personas. Ese día Nuestra Señora permaneció también en silencio.
Después fue interrogada por el comisario de policía Jacomet, que pretendía que
dijera lo que ha visto. Bernardette no habla más que de "Aquero" (aquello). Ese “aquero”
tenía forma de niña.
Séptima aparición,
martes 23 de febrero de 1858. Aquel día unas 150 personas acompañaron a la joven a la gruta. Mientras
rezaba el rosario se le apareció y estando en éxtasis la Virgen le comunicó un
secreto, una confidencia “sólo para ella”, de la
que nunca se ha conocido su contenido.
Octava aparición,
miércoles 24 de febrero de 1858. Las noticias sobre las apariciones se extendían y más de 200
personas se acercaron a la cueva. Después del primer misterio entró en éxtasis
y su rostro se iluminó. Pero al cabo de unos minutos la joven dejó de sonreír.
En aquella aparición la Virgen habló: “¡Penitencia!
¡Penitencia! ¡Penitencia!”. También le dijo a Bernadette: "¡Rogad a Dios por los pecadores!”. Y le
pidió: “Arrodíllate y besa el suelo como penitencia
por los pecadores!”.
Novena aparición,
jueves 25 de febrero de 1858. Trescientas personas estaban ya allí aquella jornada. Bernadette contó:
“Me dijo que fuera a beber a la fuente (…). No encontré más que un poco de agua fangosa. Al cuarto
intento, conseguí beber; me mandó también que comiera hierba que había cerca de
la fuente, luego la visión desapareció y me marché”. La gente pensaba
que estaba loca por hacer esas cosas, pero ella tan sólo contestó: “Es por los pecadores”.
Este manantial que surgió después
de que la vidente escarbara en el suelo de la gruta dio lugar al que ahora es
el manantial de las curaciones y milagros. Miles de hechos extraordinarios se
han producido en este tiempo allí.
Décima aparición,
sábado 27 de febrero de 1858. Ese día ya había congregadas
más de 800 personas. La Virgen se apareció, pero permaneció en silencio.
Bernadette bebió agua del manantial e hizo los gestos habituales de penitencia.
Undécima aparición,
domingo 28 de febrero de 1858. Más de mil personas
asistieron al éxtasis. Bernadette rezó, besó la tierra y se arrastraba rodillas
en señal de penitencia, tal y como le había pedido la Virgen que hiciera en las
anteriores apariciones. A continuación, la llevaron a casa del juez Ribes que
la amenazó con meterla en la cárcel.
Duodécima aparición,
lunes 1 de marzo de 1858. Se congregaron más de mil
quinientas personas y entre ellas, por primera vez, un sacerdote. Catalina
Latapie, una campesina de un pueblo cercano a Lourdes, y nada devota acudió a
la gruta, introdujo su brazo paralizado en el agua del manantial, y al momento
recuperó la movilidad. Fue el primer milagro.
Decimotercera aparición,
martes 2 de marzo de 1858. Aún más gente acudió aquella jornada. En aquella aparición la Virgen le
dio un mensaje específico: “Ve a decir a los
sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”. Bernadette
se lo hizo saber al padre Peyra-male, párroco de Lourdes. Éste le preguntó el
nombre de la Señora. Además, el sacerdote exigió como prueba ver florecer en
invierno el rosal silvestre de la Gruta.
Decimocuarta aparición,
miércoles 3 de marzo de 1858. Había más de 3.000 personas y a Bernadette le costó incluso llegar. La
Virgen no se apareció esa mañana. Pero al salir del colegio, sintió la llamada
interior de María, acudió a la gruta y volvió a preguntarle su nombre. La
respuesta fue una sonrisa. El párroco Peyra-male volvió a decir a la joven: “Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su
nombre y haga florecer el rosal de la Gruta”.
Decimoquinta aparición,
jueves 4 de marzo de 1858: Ese día se cumplió el plazo de los 15 días seguidos Bernadette debía
acudir a Massabielle. Hasta 8.000 personas se presentaron esperando un gran
milagro. Pero la Virgen se mantuvo silenciosa, mientras el padre Peyra-male se
mantenía en su postura firme sobre las apariciones. Durante los veinte días
siguientes, la joven no acudiría a la gruta pues no sentía dentro de sí aquella
irresistible invitación de María.
Decimosexta aparición,
jueves 25 de marzo de 1858. En el día
de la Anunciación al fin la Virgen le reveló su nombre a la joven vidente. Pero
el rosal silvestre que debía florecer para hacer creer al sacerdote no daba
flor. “Levantó los ojos hacia el cielo, juntando en
signo de oración las manos que tenía abiertas y tendidas hacia el suelo, y me
dijo: ‘Que soy era Immaculada Councepciou’”, contó Bernardette. La joven vidente salió corriendo,
repitiendo sin cesar, por el camino, aquellas palabras que no lograba entender.
Estas palabras conmovieron al párroco, ya que la joven ignoraba esta expresión
que define a la Santísima Virgen. Solo cuatro años antes, en 1854, el papa Pío
IX había declarado el dogma de la Inmaculada Concepción.
Decimoséptima
aparición, miércoles 7 de abril de 1858.
Durante esta aparición, Bernadette sostuvo en la
mano un gran cirio encendido, y durante varios minutos momento la llama rodeo
su mano sin quemarla. Este hecho fue inmediatamente constatado por el médico,
el doctor Douzous.
Última aparición,
jueves 16 de julio de 1858. Desde el mes de abril Bernardette dejó de ir a la gruta y rezaba
discretamente, pero en esta jornada sintió interiormente el misterioso llamamiento
de la Virgen y se dirigió a la gruta. El acceso estaba prohibido y la gruta,
vallada, por lo que se fue al otro lado del río. Al llegar a casa dijo: “No veía ni las tablas de la valla ni el río. Me parecía
que estaba en la gruta y que no había más distancias que otras veces. Yo sólo
veía a la Virgen y jamás la había visto tan bella”.
¿QUÉ
DICE LA IGLESIA DE LAS APARICIONES DE LA VIRGEN EN LOURDES?
Las apariciones de
Lourdes tienen el grado máximo de aprobación por parte de la Iglesia. San
Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron el santuario siendo Papas, mientras que
el cardenal Montini (San Pablo VI) y el cardenal Luciani (Juan Pablo I), lo
hicieron como purpurados.
En enero de 1862, menos de cuatro
años después de la última aparición el obispo de Tarbes publicó una carta
pastoral tras haber realizado en los años anteriores una exhaustiva
investigación. “Juzgamos que la Inmaculada Virgen
María, Madre de Dios, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de
febrero de 1858 y en los días sucesivos en la gruta de Massabielle, cerca de la
ciudad de Lourdes, en dieciocho ocasiones; que tal aparición reviste todas las
características de la verdad y que los fieles tienen fundados motivos para
creerlas como ciertas”, afirmba.
Siguiendo las indicaciones de la
Virgen se construyó un santuario y el
Papa Pío IX
autorizó al obispo para permitir la veneración de la Virgen María en Lourdes.
¿CUÁL
ES EL MENSAJE DE LA VIRGEN EN LOURDES?
A pesar de que se apareció en 19
ocasiones la Virgen no dejó un mensaje muy amplio
ni lleno de palabras, sino que el silencio también tuvo gran importancia, al
igual que los gestos.
José Manuel Díez Quintanilla, autor
del libro Las apariciones de la Virgen María:
Doctrina e Historia (LibrosLibres) desgrana así el
mensaje de María en Lourdes:
-Agradecimiento del Cielo por la
definición del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado
cuatro años antes de las apariciones.
-Un elogio a las virtudes de
pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a
Bernardette como instrumento de su mensaje.
-Una exaltación de la oración, del rezo del Santo Rosario y de
la penitencia, unido a un mensaje de misericordia infinita para los pecadores
con el símbolo del agua.
-Una aceptación de la enfermedad y
del consuelo que proporciona también el agua que mana de la fuente.
-Una unción íntima con la Cruz. La Virgen le dijo a Bernadette
que lo importante era ser feliz en la otra vida y para ello había que aceptar
la Cruz en este mundo.
-¿QUIÉN
ERA BERNADETTE SOUBIROUS?
Bernadette
Soubirous nació el 7 de enero de 1844 en Lourdes y cuando
apenas tenía 14 años se le apareció la Virgen en varias ocasiones. Era una
persona pobre, pero con una gran fe y que durante su vida sería fuertemente
probada por la enfermedad.
Tras las apariciones, en 1860,
fue trasladada al Hospital de las Hermanas de al Caridad y la Enseñanza que
estas religiosas tenían en Lourdes, debido a sus problemas de salud. Tres años
después sintió la vocación religiosa como hermana de la
Caridad con el carisma de
servir a los enfermos. Ingresó el 7 de julio de 1866 en la casa madre de la
congregación en Nevers. Pero más adelante obligada a estar en cama a causa del
asma por tuberculosis y por un tumor óseo en la rodilla, falleció a los 35 años de edad. Era el 16 de abril
de 1879. Fue beatificada en 1925 y el Papa Pío XI la proclamó
santa el 8 de diciembre de 1933.
¿CUÁNTOS
MILAGROS HA RECONOCIDO LA IGLESIA EN LOURDES?
Incluso en el momento que se
produjeron las apariciones de la Virgen en Lourdes hubo curaciones
inexplicables, que muchos testigos presenciales pudieron atestiguar. Desde 1858 en este lugar han ocurrido aquí numerosos milagros y gracias
extraordinarias, siendo un lugar
especialmente destinado a los enfermos tanto para su sanación espiritual, como
en algunos casos, física.
El propio Papa San Juan Pablo II instituyó en 1992 la Jornada Mundial del Enfermo coincidiendo con la memoria litúrgica de
Nuestra Señora de Lourdes. De hecho, este santo quiso ya muy enfermo realizar
en 2004 el que sería su último viaje internacional a este santuario mariano.
Desde la primera aparición la Iglesia Católica ha reconocido oficialmente un total
de 70 milagros y casi 7.200 curaciones
inexplicables,
siempre desde una exhaustiva investigación científica. De hecho, en Lourdes hay
una Oficina Médica encargada de estudiar estas sanaciones y para ello utilizan
7 exigentes criterios. Los cinco
últimos milagros se han reconocido entre 1999 y 2018.
¿POR
QUÉ SE BEBE EL AGUA DE LOURDES Y SE BAÑA EN LAS PISCINAS DEL SANTUARIO?
El agua está
estrechamente unida a la Virgen de Lourdes y no hay peregrino que no vuelva
del santuario sin alguna botellita con agua del manantial que brota de la gruta
en la que se apareció Nuestra Señora, pero conviene aclarar que no es agua
bendita.
Muchos de los milagros y gracias
relacionados con Lourdes están vinculados a esta agua, que a su vez tiene
relación con la aparición de la Virgen a Bernadette en la que le pidió que escarbara en la tierra y bebiera agua y se
lavara con ella. Esta
sería el agua del manantial que a día de hoy brota y que muchos enfermos con fe
beben e incluso se bañan en las piscinas destinadas a los enfermos y peregrinos
cercanas a la gruta.
Bernadette Soubirous dijo en una
ocasión: "Esta agua es considerada como un
medicamento...pero tienes que guardar la fe y rezar: ¡esta agua no podría hacer nada
sin fe!".
ORACIÓN
A LA VIRGEN DE LOURDES POR LOS ENFERMOS
¡Oh amabilísima Virgen de
Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las
horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames
a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros
pecados de que nos escuches. Pero acuérdate que jamás se ha oído decir que
ninguno de los que han acudido a ti haya sido abandonado.
¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa!
¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones sin cuento en la
Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también
una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… (se dice el nombre).
Alcanzadle de vuestro Divino Hijo
Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho
más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación
en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero
por nosotros en los Sagrarios. Amén.
Virgen de Lourdes, rogad por
nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Rezar tres Avemarías.
(Publicado
originariamente en ReL el 9 de febrero de 2023)
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