SE SINTIÓ ACOGIDA POR LA IGLESIA, MADRE BUENA AUNQUE EXIGENTE, Y APRENDIÓ DE LOS SANTOS
Loles Freixa cuenta su testimonio de retorno a la
fe desde la decepción de la ideología del 68
Unos 100 sacerdotes escucharon
esta semana el testimonio de Loles Freixa, en las
Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, que organiza el Centro
Sacerdotal Rosselló, ligado al Opus Dei. Este año, esta
cita se ha centrado en el tema del testimonio como clave para evangelizar, y
varias personas dieron su testimonio.
Loles hoy se apoya en
la Comunidad del Cordero en
Barcelona, "donde sacio mi alma contemplativa y monástica" y evangeliza en los retiros de Emaús contando
su testimonio. Pero en su juventud militó de lleno en la generación que desde
1968 se alejó de Dios y cortó con la Iglesia. Hoy en el belén de su casa pone
una ovejita en el monte: "es la
ovejita perdida que fui yo",
señala.
"Doy gracias a
Dios por lo bueno, y sobre todo, por lo malo. Creo que he perdonado y
disculpado, a los otros, y a mí misma. ¡Aún no me lo creo! Dar
testimonio -en Emaús he dado unos cuantos- cuesta un montón, pero, bueno, va bien", explica Loles Freixa.
A través de estos retiros,
explica, Jesús la ha ayudado a darse cuenta de cómo fue su vida en años
anteriores, y la ha ido sanando, "poniendo un
tirita, limpiando con alcohol, sacando un asqueroso pus". Hoy, gran lectora, dice, "con
la Palabra de Dios exulto, no lo puedo evitar. No sé cantar, ni coser, ni
cocinar”.
PREGUNTAS
ESPIRITUALES DE NIÑA
Ya de niña se hacía preguntas: "Mamá, ¿dónde estaba yo antes de nacer?"" Una
vez su madre le respondió: "Loles, estabas en la
mente de Dios". Y eso le dio mucha paz y
tranquilidad a la niña: ¡dependía de Dios!
"A los 16
años, por malentendidos típicos de la adolescencia, me enfadé mucho con Dios y
lo aparté radicalmente de mi corazón", recuerda.
En 1968 ("Beatles, Rollings, India, oriente, prohibido prohibir, haz el amor y no
la guerra") empezó a
estudiar medicina. "Mi perfil es típico: soy
de la generación revolucionaria del 68, estábamos muy enfadados con todo".
HUYENDO
DE LO HIPÓCRITA, CAYERON EN EL HEDONISMO
Considera que es verdad que lo
que muchos vivían en esa época era un entorno "hipócrita,
encorsetado, trentino y jansenista, mucho
latín y formalidad y poco corazón y pocos referentes".
Aquellos jóvenes tenían ansias
idealistas. Pero que "como sabéis, acabaron en
un estrepitoso fracaso con consecuencias muy graves, abriendo camino al nihilismo,
relativismo, aborto, drogas, separaciones matrimoniales, sexo fácil, apartarnos
de Dios, no transmitir la fe a los hijos, todos hippies o marxistas", lamenta
Loles.
Los ideales generosos se
atascaron en noches de alcohol, sexo y drogas diciendo que para cambiarlo todo había
que romper tabús. "Los de mi generación nos
fuimos de un extremo al otro, perdimos el referente moral, la rectitud de
conciencia", lamenta.
En mayo del 68 los jóvenes
parecían ser idealistas, pero enseguida se quedaron en el mero hedonismo:
destruyeron mucho de lo que había, construyeron poca cosa que valiera la pena.
IDEOLOGÍAS
QUE ERAN GUETOS Y PSEUDOSECTAS
Hoy, dice con todas las letras, "me siento culpable del daño que mi generación ha
provocado". "Las ideologías freudianas, marxistas y
hippies nos esclavizaron y caímos en verdaderos guetos,
seudosectas, donde pertenecer al grupo era incuestionable", recuerda.
Ella, dice, fue de las primeras
en tomar anticonceptivos y en justificar el llamado "sexo
libre". Habla de "la cultura del no hi ha per tant ("no es para tanto"): no voy a misa, ("no
es para tanto"), me voy a vivir con ese chico ("no es para
tanto")...
Se casó en "un matrimonio sin sentido", divinizando
al hombre que le gustaba. Luego se separó. Sus padres la recibieron de nuevo en
su casa cuando llegó con sus bebés.
LEER
SIN CESAR: APRENDER DEL PASADO
Empezó una época de lecturas y de
búsqueda: leía Historia, clásicos,
literatura... "Dios se valió de mi inquietud
intelectual". Vio que los hombres se hacían las
grandes preguntas sobre la muerte y Dios.
Con quien sería su marido de
verdad ante Dios, mientras ella y él tramitaban el reconocimiento de
nulidad de sus relaciones
previas, emprendió un camino de búsqueda de Dios. Reconoció a la Iglesia como "una madre comprensiva y a la vez exigente". Tras
un curso prematrimonial, se casaron por la Iglesia. Empezaron a ir a misa, pero en
parte como un compromiso social, "igual que los romanos
antiguos cumplían su religión cívica".
SIGUIENDO
LA ENSEÑANZA DE LOS SANTOS
Pero con lectura y perseverancia
Loles fue aprendiendo muchas cosas de los santos. De Teresa de Ávila, que la relación con Jesús ha de ser real y personal. De Ignacio
de Loyola, que "el Señor es mi
roca". De San Agustín, que "Dios está en el fondo de mi corazón". De Santa Teresita, que
el Señor es descanso, consuelo, refugio y fortaleza, si le dejas hacer. Charles de Foucault, el
abandono. "Y el Papa Ratzinger nos
abrió un mundo intelectual nuevo, fue importantísimo",
detalla.
En el santuario de Lourdes,
explica, "encontré a Jesús, Dios, grande, poderoso,
misericordioso, en una capilla con el Santísimo expuesto". "La
Madre me llevó al hijo", reconoce. "El
corazón de piedra se me fundió".
LA
ALEGRE ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN
Su marido Agustín murió en 2015
por un extraño cáncer, muy rápido. "La muerte
es un tabú, está lejos y cuando está cerca desconcierta",
comenta. "Pero creo en la resurrección de la
carne y en la vida eterna", añade. En adoración ante el Santísimo, piensa que su marido "está
haciendo lo mismo" ante Dios.
"La resurrección y el Cielo son la razón de mi fe. Creo en la resurrección
de Lázaro, de la hija de Naim, creo en la resurrección", dice.
Hoy reza con las Hermanitas del Cordero y evangeliza con retiros de
Emaús. Quiere insistir siempre en el agradecimiento. "Que siempre mi corazón, mi Dios te dé
gracias", finaliza citando el Salmo.
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