LOS COMBATE EL LIBRO «ENTRE LA ESPADA Y LA PARED», CON LA ACTRIZ Y MAESTRA ASSUMPTA SERNA
Los sacerdotes y predicadores deben preparar bien
lo que quieren decir y evitar estos 12 errores... o los fieles desconectan.
La popular
actriz Assumpta Serna y su marido Scott Cleverdon, responsables y fundadores en Madrid de una escuela para actores, oradores y
comunicadores, han empezado a colaborar con entidades eclesiales en cursillos
de formación y comunicación, tanto para laicos como para sacerdotes.
Su relación con la comunicación
católica empezó en 2017, con el rodaje de la película Red de
Libertad, la
historia de la monja Helena Studler que ayudaba a muchas personas a huir de los
nazis. Les gustó trabajar con el director Pablo Moreno y
el sacerdote Juan Carlos Sánchez y su equipo y han repetido ahora con una
película sobre San Antonio María Claret.
Fruto de varios cursillos y
encuentros con sacerdotes, parroquianos y profesores, ha surgido el libro Entre la espada y la pared (Ed.
San Pablo) lleno de ideas para
comunicar bien el Evangelio.
El libro incluye ideas y consejos
muy aplicables sobre cómo mejorar las homilías, cómo
hablar ante la cámara, cómo leer en misa, cómo vocalizar mejor (incluso con algunas páginas de
ejercicios vocales).
La Iglesia española casi nunca ha
encargado encuestas ni sondeos sobre nada (desde hace décadas se limita a
asumir las que encargan otros, incluyendo las de sus enemigos). Sin embargo,
cuando alguna entidad católica ha sondeado a los feligreses, y también en el
extranjero, se ha constatado que la
mayor queja de los fieles son las malas homilías: aburridas,
sin sustancia o incomprensibles.
En 2017 el periodista Álex Navajas constataba que
"el 90 por ciento de las homilías que escucho
son son completamente prescindibles y aburridas. No son más que una repetición de palabras
angostas y barrocas mezcladas con cierta ñoñería sensibloide e ideas
generales y ambiguas que apenas nadie entiende".
Assumpta y Scott en el libro
señalan 12 errores de comunicación comunes en las malas homilías, los malos
discursos y las malas predicaciones y los llaman "Los
12 errores que no se perdonan".
LOS
12 ERRORES QUE NO SE PERDONAN
1.
NO SE LE ENTIENDE.
No oigo lo que dice. No me habla
a mí. No quiere o no siente la necesidad de comunicar. No le preocupa si no le entiendo. Parece
que solo cumple con la misa, sin voluntad de hacerse entender, de llegar, de
conectar. No puedo oírle.
2.
NO DESPEGA LOS OJOS DEL TEXTO.
No sé a quién habla, no busca los
ojos, se esconde. Está rígido, su voz es monótona.
Parece como que todo lo que dice es para él. Ni siquiera puedo verle. ¡Comprueba cómo les llega la comunicación, ponte en su
lugar!
3.
NO HAY RESPETO POR LO SAGRADO, POR LA PALABRA DE DIOS
"Hemos podido
detectar falta de respeto, descuido y negligencia, al comunicar la palabra de
Dios. Por ejemplo, el que ayuda al sacerdote, entra y sale en
medio de la homilía y se viste con colores chillones impropios
de la celebración. O mientras el sacerdote habla, se realiza la colecta. O el
domingo, el cura transmite prisa en la homilía y hasta se
vanagloria en público de la rapidez con la que ha predicado, para
"no aburrir". “Si al sacerdote no le importa dar sentido, importancia
ni dignidad a la palabra de Dios, los oyentes estarán confundidos, perdidos,
perderán la confianza en el que la transmite y el interés en lo que
habla".
4.
NO TIENE UN MENSAJE CLARO QUE COMUNICAR.
"No sé lo que
me ha querido decir esta homilía. Habla mucho, pero no entiendo". Aburre al oyente si no queda claro el mensaje. Le confunde, desconecta,
la homilía se le suele hacer larguísima, aunque haya durado pocos minutos. Cita
textos bíblicos pero no entiendo lo que esto tiene
que ver conmigo hoy.
5.
NO TIENE ESTRUCTURA.
"Se repite en
lo que dice, no hay orden en su exposición, no argumenta. No me acuerdo de nada
de lo que ha dicho". No argumenta el tema, no conoce
la estructura de exposición de cualquier historia.
6.
DA ÓRDENES EN VEZ DE EXPONER.
"El cura me
dice lo que tengo que hacer, pero no me lo razona". Si la comunicación se produce de manera dogmática, los oyentes de hoy no
reciben bien el mensaje de la palabra de Dios.
Los fieles no perdonan las
homilías inútiles y no dudan en cambiarse de parroquia si en la que están no
les hace crecer.
7.
NO BUSCA LA CERCANÍA NI LA CONEXIÓN.
Si no le importa lo que pienso, ¿para qué voy a escuchar? No hay sonrisa ni
contacto positivo con las personas que asisten a la celebración. No hay interés
en saber lo que los oyentes piensan o sienten. Su
comunicación es triste, monótona, apagada. Los oyentes se alejan.
8.
EL SACERDOTE NO TRANSMITE NADA.
"Cuidado con
las manos sin vida, sin armonía, asimétricas o clavadas en el ambón. Intentemos
entender por qué nuestra comunicación no es fluida. El celebrante debe procurar
crear, saber y dar a entender el porqué de cada movimiento y rito litúrgico.
Cada movimiento es revelador de nuestra alma. No pueden tampoco hacerse
por rutina".
9.
POR MIEDO A EQUIVOCARSE NO ARRIESGA CON PASIÓN AL COMUNICAR.
"El sacerdote
tiene un tono aburrido, sin energía, impersonal, exhibe una voz reprimida,
monótona". No se puede estar hablando de alegría o
sabiduría y no tenerla, porque el
oyente no le otorgará el papel de referente, de transmisor eficaz de la Palabra
que anhela entender. La pasión de lo que comunica el texto bíblico debe ser
transmitida por quien me lo comunica.
10.
HACE DEMASIADAS PAUSAS.
Para adquirir un impacto
dramático abusa de pausas, con lo que el oyente se siente "dirigido", obligado a pensar como él,
deja de ser una comunicación honesta, lo que provoca que se retire su
confianza en él.
11.
NO HAY UN PROPÓSITO DE ESPERANZA POSITIVA PARA MEJORAR.
"Si no puedo
cambiar la situación, ¿para qué intentarlo?". Desmotivación del oyente:
procurar que todos estén motivados a la acción, al cambio, a la conversión en
sentido evangélico, que siempre será el propósito de todo buen anuncio.
12.
FRASES HECHAS QUE CUBREN LA IGNORANCIA DEL SACERDOTE.
Si intentamos cubrir nuestra
ignorancia sobre el tema con frases hechas, solo lograremos la desconfianza de
las personas que nos escuchan, que desconectarán sin preguntar. Para darle el
título de "padre" al sacerdote,
necesitamos que tenga un conocimiento profundo de nuestro mundo. Necesitamos y
seguiremos necesitando referentes que nos recuerden la importancia de ir a la
esencia, al espíritu y al porqué. Contra la ignorancia, el estudio.
***
Tradicionalmente, los feligreses dejan a los malos predicadores que les
aburran semana tras semana durante años y años, mientras sus
hijos y sobrinos, hartos, simplemente dejan de ir a la Iglesia.
Otra opción transformadora quizá
sería insistirles en que mejoren sus homilías, el mayor momento de contacto
hablado entre la Iglesia y los feligreses. Entre la espada y la pared es un libro que ayuda a eso, y también hay
cursos.
Artículo de
hemeroteca publicado en ReL en octubre de 2020.
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