Sin angustias ni temores, Dios tiene un plan para cada uno.
Por: Juan Luis Vázquez Díaz |
A muchas personas se les hace dolorosa su soledad. Pero el Señor no deja flecos
sueltos. «Dios tiene un plan para cada uno», y «todos podemos vivir una vida fecunda», afirma el padre Juan de Dios Larrú, Decano de la sección
española del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la
Familia:
¿DIOS PUEDE LLAMAR A ALGUNOS A PERMANECER
SOLTEROS?
Existe la vocación al amor. Todos
estamos llamados al amor. Evidentemente, esta vocación al amor se declina para
cada uno en una modalidad concreta: el matrimonio o
la virginidad. En sentido estricto, no hay una vocación a la soltería.
Sin embargo, hay personas que,
por circunstancias de la vida, pueden quedar solteras. Entonces nos podemos
preguntar: ¿Se puede realizar la vocación al amor
en esta coyuntura? Yo pienso que sí, desde luego. Hay muchas formas de
vivir la vida que permiten a esas personas realizar su vocación. Porque Dios
tiene un plan para cada uno; nadie está aquí por casualidad, y la llamada a
amar está en la raíz de nuestra existencia. Toda nuestra vida es una historia
de amor entre Dios y nosotros; esto también vale para los solteros. Todos somos
hijos, por lo que la experiencia filial es nuestra primera y principal
vocación. Los solteros pueden vivir esta llamada al amor desde su filiación.
PERO MUCHOS CHICOS SÍ QUERRÍAN CASARSE Y
FORMAR UNA FAMILIA…
¿QUÉ DECIR ENTONCES A UNA PERSONA QUE
SUFRE POR ESTAR SOLTERA?
Lo primero que les diría es que
ya están viviendo su vocación filial. Es comprensible el sufrimiento de
aquellos que ven cómo van pasando los años y no concretan la promesa esponsal
de su vocación. Dios nos promete a cada uno un amor pleno, al que vamos
gradualmente respondiendo, sin angustias ni temores.
Este plan no está preestablecido
desde el principio de los tiempos, para que se cumpla sí o sí. No, Dios nos ama
primero, y en la trama de la vida se va entretejiendo esa respuesta, en diálogo
con el Señor y con los demás. Por eso hay que estar atento, para reconocer Su
presencia en las mediaciones humanas y poder realizar la promesa del amor para
siempre.
Sobre este tema de la vocación
hay dos peligros: el primero es interpretar el amor como una intensa atracción
emotiva hacia otra persona; y el segundo es entender la vocación como un
oficio, una función que Dios nos encomienda y que debemos cumplir.
¿PUEDEN TENER, EN CUALQUIER CASO, UNA
VIDA FECUNDA?
Por supuesto que sí. La
experiencia originaria humana a la que nos ha llamado Dios es la de ser hijos.
Desde ella se aspira a ser esposos y ser padres.
La fecundidad es la
sobreabundancia de un amor pleno, y ellos también pueden vivir esta plenitud.
El amor verdadero siempre es fecundo. Una persona soltera puede cuidar a sus
padres, a sus abuelos, a sus sobrinos…, o ayudar en la catequesis de la
parroquia, o en una ONG como voluntario, ser un gran profesional… Así se puede
vivir plenamente el amor filial y tener una vida fecunda muy concreta. Los
matrimonios descubren que en la continencia hay también una misteriosa
fecundidad; los sacerdotes en el celibato, los religiosos en la virginidad. La
fecundidad tiene su origen en el Espíritu Santo y encuentra en el misterio
doloroso de la Cruz y en el glorioso de la Resurrección su fuente primera.
¿QUÉ PUEDE HACER LA IGLESIA?
Es muy conveniente promover
encuentros con personas concretas. No se puede decir: Tengo vocación al
matrimonio pero aún no he encontrado a la persona adecuada. Esa persona no es
un detalle menor, sino que es la esencia de la vocación al amor: ¿A quién me voy a entregar? En este sentido, hay
un buen trabajo que hacer con los jóvenes en la llamada preparación próxima,
promoviendo también encuentros verdaderos entre ellos. Es una oportunidad
preciosa dentro de la Iglesia, para integrar la pastoral juvenil con la
pastoral matrimonial y familiar.
¿Y CÓMO PUEDEN AYUDAR LOS MATRIMONIOS?
Los cónyuges son, sobre todo,
testigos de un amor grande y hermoso: el amor de Cristo a su Iglesia. Los
matrimonios que viven del amor que reciben de Dios y lo comunican se convierten
en testimonio vivo y creíble. Eso tiene un gran poder de atracción. Ese testimonio
es importantísimo para que otros puedan recorrer su propio camino vocacional,
para que puedan decir: Yo quiero vivir así.
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