LA HOMILÍA AHORA PUBLICADA CORRESPONDE A LA ÉPOCA EN LA QUE BENEDICTO XVI, YA COMO PAPA EMÉRITO, PREDICABA EN EL MONASTERIO MATER ECCLESIAE DONDE VIVIÓ SUS ÚLTIMOS AÑOS.
Welt am Sonntag,
en alemán, y L'Osservatore Romano,
en italiano, publicaron el sábado una homilía inédita de Benedicto XVI,
que pronunció el 22 de diciembre de 2013, correspondiente al IV Domingo de
Adviento (ciclo A). Para entonces ya se encontraba en el Mater Ecclesiae del
Vaticano tras su renuncia al pontificado, anunciada el 11 de febrero de ese año
y hecha efectiva el 28 de ese mes.
El Papa emérito desconocía que
las homilías que ofrecía privadamente para el pequeño personal que le atendía eran grabadas y transcritas por las Memores
Domini, consagradas que vivían en el monasterio. Recientemente
fueron entregadas por el arzobispo Georg Gänswein,
albacea testamentario de Joseph Ratzinger, al Dicasterio de la Comunicación,
para su publicación por la Librería Editrice Vaticana en colaboración con la
Fundación Joseph Ratzinger. La edición será preparada por el padre Federico Lombardi, antiguo portavoz de la Santa Sede.
Welt am Sonntag solicitó la
posibilidad de publicar una de ellas con motivo de la Navidad. La lengua
original de estas homilías es el italiano, de ahí la difusión simultánea en
ambos idiomas, a los que se ha sumado la Agencia
Zenit con la traducción española.
La predicación que se ha dado a
conocer se refiere a la figura de San
José, de quien Benedicto XVI glosa tres cualidades: hombre justo,
hombre que sabe discernir, hombre de fe y obediencia.
UN
HOMBRE JUSTO
Son las propias Escrituras las
que llaman "justo" al esposo de la
Santísima Virgen, un calificativo que "es para
el Antiguo Testamento la caracterización más alta de
quien vive verdaderamente según la palabra de Dios, de quien vive la alianza
con Dios", dice Ratzinger.
Vivir según la palabra de Dios es
"el encuentro con Jesús, en Jesús con la
palabra de Dios, que es Persona. En el encuentro con Jesús encontramos la
verdad, el amor de Dios, y así la relación de amistad se convierte
en amor, crece nuestra comunión con Dios, somos verdaderamente creyentes y nos
convertimos en santos".
Ese encuentro personal con Cristo
es el que, en palabras de Benedicto XVI, evita el riesgo de considerar la
Palabra "como una suma de prescripciones y prohibiciones, un
paquete de normas", ante el cual "la
actitud debe ser observar las normas y así ser correcto". "Este es el
peligro", subraya el Papa emérito por dos veces: "La mera observancia de la ley se vuelve impersonal,
sólo un hacer, el hombre se vuelve duro e incluso amargado. Al final no puede
amar a este Dios, que se presenta sólo con reglas y a veces
incluso con amenazas".
En octubre de 2013, meses antes
de la homilía que ahora se ha dado a conocer, el Papa emérito recibió a la
Virgen de Fátima en el monasterio Mater Ecclesiae y rezó ante ella en la
capilla.
"La
promesa", en cambio es ver esas
prescripciones "no sólo como un código, un
paquete de reglas, sino como una expresión de la voluntad de Dios,
en la que Dios me habla, yo le hablo", y de esta forma "estoy en camino hacia la palabra de Dios en
persona, hacia Cristo".
"Un verdadero
justo como San José es así", concretó
el Papa emérito para apuntar al padre putativo de Jesús: "Para él la ley no es simplemente la observancia de
unas normas, sino que se presenta como una palabra de amor, una
invitación al diálogo, y la vida según la palabra es entrar en este diálogo y
encontrar detrás de las normas y en las normas el amor de Dios, comprender que
todas estas normas no son por sí mismas, sino que son normas de amor, sirven
para que crezca en mí el amor. Así se comprende que, finalmente, toda
ley es sólo amor a Dios y al prójimo. Habiendo encontrado esto, uno ha
observado toda la ley".
Solo así se explica el
comportamiento santo y heroico de José cuando descubre que María está embarazada: él
eligió el "camino de amor en la justicia... para comprender la verdadera
voluntad de Dios, encontró la unidad entre el amor y la regla"
con su apertura a la aparición del ángel y "a que Dios le dé a conocer que
se trata de una obra del Espíritu Santo".
HOMBRE
DE DISCERNIMIENTO, HOMBRE DE FE Y OBEDIENCIA
Pero esa escucha del ángel exigía
en José una virtud que ya cultivaba, "una
sensibilidad interior para Dios, una capacidad de percibir la voz de
Dios, un don de discernimiento": "Sólo porque San José
estaba ya en camino hacia la Persona del Verbo, hacia el Señor, hacia el
Salvador, pudo discernir" que era Dios quien le hablaba en sueños,
y no un simple sueño. Discernir le permitió "decidir".
Tras caminar sin saberlo al
encuentro de Cristo, como hombre justo que sigue la Palabra de Dios, y tras
saber discernir esta última, la respuesta de San José "es la fe y luego la obediencia".
"La fe se
convierte en un fundamento sobre el que actuar, sobre el que vivir, es
reconocer que ésta es la voz de Dios, el imperativo del amor, que me guía por
el camino de la vida, y luego hacer la voluntad de Dios", explicó Benedicto XVI: "San José no era
un soñador... era un hombre práctico y sobrio, un hombre de
decisión, capaz de organizarse".
En condiciones muy difíciles, fue
capaz de encontrar un lugar "discreto y
protegido", pobre pero digno, para el nacimiento del
Hijo de Dios. Y posteriormente, durante la huida a Egipto,
tuvo que encontrar cada día un lugar donde dormir: "Todo
ello exigía un hombre práctico, con sentido de la acción, con capacidad para
responder a los desafíos, para encontrar formas de sobrevivir". Y
lo mismo con su decisión de volver a Nazaret para fundar allí "la
patria del Hijo de Dios".
De todas estas cualidades
descritas por el Papa emérito hace justo ahora diez años, hemos de sacar la
lección, concluyó Ratzinger, de seguir "este
camino interior en la Palabra de Dios" mediante "una vida sobria, al trabajo, al
servicio cotidiano para cumplir con nuestro deber en el gran
mosaico de la historia".
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