CÓMO CUMPLIR EL MANDATO DE «ESTAR PREPARADOS»
Una escena de 'Resucitado' (2016), de Kevin
Reynolds. Los Apóstoles vieron la Ascensión del Señor sabedores por su palabra
de que regresaría al final de los tiempos, pero ellos mismos totalmente
ignorantes de cuándo sería el momento.
Dice Jesús a sus
discípulos, sobre la venida del Señor: “Tened
ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que
aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os
aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si
llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos” (Lc 12, 35-38).
“Jesús nos recuerda
que debemos estar preparados, pero eso ¿qué significa?”, se pregunta Charles Pope, párroco de una de
las iglesias históricas de Washington, D.C., la del Santo Consolador y San
Cipriano, y uno de los
creadores de opinión más influyentes del catolicismo norteamericano, con
colaboraciones habituales en National
Catholic Register y Our
Sunday Visitor.
En su blog del portal de la
archidiócesis, en un artículo titulado ¿Estás preparado para cuando venga el Señor?, señala cuatro formas de
cumplir este precepto divino tan
impactante.
Impactante porque se refiere a un
momento del que no sabemos “ni el día ni la
hora” (Mt 24, 36).
[Lee
también en ReL: Unos consejos de monseñor Pope para
quienes desean que el Señor venga pronto y castigue al mundo]
DISPONTE
A TRABAJAR
Tener ceñida la cintura, explica
monseñor Pope, es el equivalente a lo que hoy denominaríamos subirse las
mangas: “El Señor tiene trabajo para nosotros y
quiere que lo hagamos. Él no piensa en una carrera mundana, sino más bien en
cosas como educar a los hijos en el temor de Dios, ser justos y crecer en santidad.
El Señor quiere que trabajemos en su Reino”.
Eso se traduce en que “debemos comprometernos a la oración, a la misa
dominical, a recibir los sacramentos, a la obediencia y a la santidad”.
La tarea que Dios tiene para nosotros “se
basa en los dones que nos ha otorgado”: “Unos pueden enseñar, otros atender a
los ancianos, otros tienen buena cabeza para los negocios y pueden crear empleo
y pagar salarios justos. Algunos son llamados al sacerdocio o la vida
religiosa. Algunos, a sufrir y ofrecer esos sufrimientos por la salvación de
las almas. Unos sirven en la fortaleza, otros en la debilidad”.
Así pues, concluye, “trabaja con lo que el Señor te dio para construir su
Reino. Una parte de estar preparados consiste en hacer nuestro trabajo”.
LEE
LA PALABRA
Las lámparas que hay que tener
encendidas son un símbolo de la Escritura, señala Pope. Así que en ese
pasaje del Evangelio “podemos comprender que una parte esencial de estar
preparado es estar enraizado y embebido en las Escrituras
y en las enseñanzas de la Iglesia”.
La 'Biblia católica de la
familia', un buen instrumento para su lectura en el hogar.
“En este mundo cada
vez más secularizado y tan hostil a la fe”, añade, “nuestra mente está abocada
a ensuciarse a menos que leamos las Escrituras a diario. ¿Cómo
puede nuestra mente ser discreta y clara si estamos embriagados por el mundo?
Estar preparado significa leer la Biblia todos los días y fundamentar en ella
nuestra vida”.
ESTATE
VIGILANTE
“Hay diferentes formas
de observar y esperar”, recuerda monseñor Pope: “Está la vigilancia y espera pasivas, como cuando
esperamos el autobús, pero hay formas mucho más activas, como la que exhibe
un camarero cuando acecha en segundo plano para anticiparse
a las necesidades de los comensales”. Es este segundo espíritu, afirma
el sacerdote, el que nos pide el Señor en el pasaje citado: “Si tenemos invitados en casa, la preparamos y, en lo que
llegan, nos aseguramos de que todo está en orden”.
Pero hay un sentido “menos literal”, según el cual “preparar nuestra casa es limpiar bien nuestra alma del
pecado y de toda maldad por la gracia de Dios, y vaciar el
trastero de la mundanidad”.
Para ello hay dos recetas: “La confesión periódica y el arrepentimiento diario
[examen de conciencia] limpian la casa de nuestra alma. Simplificar nuestra vida y minimizar
las ataduras mundanas vacían el trastero de nuestra alma”.
“¿Has preparado la
casa de tu alma para la venida del Señor?”, interpela
Pope, antes de recordar que Él mismo ha dicho que vendrá “como un ladrón en la noche” (1 Tes 5, 2). No
porque sea un ladrón, “pues todo le pertenece”, sino
porque, “si no hemos renunciado a nuestra
mundanidad y nuestra avaricia, si no hemos vaciado el trastero de las ataduras
mundanas, entonces el Señor, cuando venga, tomará lo que es suyo, y nos
parecerá un ladrón porque nosotros pensamos que lo que se lleva es nuestro”.
“¡Y nunca es una
buena idea llamar ladrón a Dios, Señor y dueño de todas la cosas!”, advierte.
MEDITA
EN EL PREMIO
“El Señor es claro:
tiene un premio para aquellos a quienes encuentre preparados”, un premio “prefigurado en el banquete
eucarístico… Nos ofrece la maravillosa bendición del Cielo,
donde estaremos para siempre con Él y con aquellos a quienes amamos, en una
dicha y paz inexplicables”.
“¿Meditas a menudo
en el Cielo y anhelas sus recompensas? Es extraño lo poco que hablamos del
Cielo. Como es un lugar en el que ninguno hemos estado, es difícil comprender
completamente cómo será, pero debemos meditar con frecuencia sobre la alegría
que nos espera allí”, anima monseñor Pope: “Parte de estar preparados para ir a la casa del Señor es anhelar ese día. Cuando
queremos hacer algo, nos preparamos con impaciencia, estamos motivados y nos
sacrificamos por ello”.
Y pone un ejemplo: “El año pasado, un grupo de mi parroquia peregrinó
a Tierra Santa. Muchos ahorraron durante dos años para
poder ir. Como preparación, nos juntábamos periódicamente, estudiábamos
los planos y leíamos las historias de la Biblia. El día de la salida, muchos
madrugaron y llegaron al aeropuerto horas antes del despegue. Meditar con
impaciencia sobre el cielo y la alegría que nos espera debería ser algo
parecido. Si queremos ir al Cielo, es lo más natural del mundo que queramos
estar preparados y apartar lo que sea necesario para llegar allí”.
Pope suele acompañar sus
artículos con vídeos alusivos. En este caso, con un clásico del Gospel de los
años 50, "Jesus hits like an atom bomb [ Jesús impacta como una bomba
atómica]", interpretado por Chanticlear. "A todo el mundo le preocupa
la bomba atómica, pero a nadie el día en el que vendrá mi Señor", dice la letra. Las
imágenes que acompañan la música pertenecen al documental de 1982 The Atomic Cafe.
Monseñor Charles Pope concluye su
exhortación con una enigmática sugerencia: “Así pues, he aquí los cuatro ingredientes de la receta
del ‘estar preparados’. ¡Mejor que pongas tu casa en orden,
porque puede que Él venga pronto!”
Publicado en ReL el
26 de octubre de 2018.
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