¡Oh Señora mía, oh Madre mía!
Yo me
ofrezco enteramente a ti, y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este
día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo(a) tuyo(a), oh Madre de bondad, guárdame y protégeme como cosa y posesión tuya. Amén.
Papa Francisco
P. Eduardo Sayán
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