EL CARDENAL GUINEANO RINDE HOMENAJE AL «PAPA EMÉRITO» EN SU LIBRO «TODO LO QUE NOS HA DEJADO»
En "Todo lo que nos ha dejado" (Palabra),
el cardenal Robert Sarah desvela "el alma y corazón" de su maestro
espiritual y amigo, mostrando a un Benedicto XVI "inesperado y
desconocido".
A pocas semanas de
cumplirse el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI, el cardenal guineano Robert Sarah acaba
de publicar de la mano de Palabra Todo lo que nos ha dejado.
Se trata de todo
un homenaje a Benedicto XVI en el que, como se precisa en el prólogo, no pretende entrar "en el barro" de disputas biográficas, síntesis académicas de sus
enseñanzas o una recopilación de los discursos del "Emérito". Lo que encontrará el lector es a un Robert Sarah
desvelando "la fuerza de
la enseñanza", un "atisbo
del alma" y "el secreto del corazón" de quien fue para él un "maestro espiritual".
Se trata de un libro
cargado de afecto, lo que no impide presentar a un "Benedicto inesperado y desconocido".
También a un Papa que
no tembló a la hora de presentar la verdad, abrir frentes inexplorados y, ante
la crisis de fe y
autoridad que esconden otras como las de los abusos, se
involucró de forma pionera y ofreció desde su investigación hasta la única
solución posible según Sarah: "Regresar a la
centralidad de Dios".
EL
"AMIGO" QUE SARAH ESPERA VER PRONTO CANONIZADO
Pero antes que la
autoridad intelectual de Benedicto o incluso que su valentía a la hora de
enfrentar los problemas de su tiempo, Sarah recuerda al que fue "el amigo" que le "marcó el
alma" y del que espera "que sea pronto canonizado y declarado doctor de la Iglesia".
Recordando su virtud
pero con un tono riguroso y sobrio, Sarah comienza su semblanza recordando sus
muchas reuniones con Benedicto, cuando "si tenía sensación de haber ofendido a alguien, era incapaz
de mostrarse tajante y siempre procuraba explicarle
los motivos de su actitud".
Impactado por su "capacidad de escucha y humildad" desde el primer
momento, resalta también como "siempre
confiaba en sus colaboradores", aún a pesar de "algunas traiciones
y decepciones".
También remarca la
inocencia del pontífice, que le llevaba a considerar inconcebible "que un hombre de la Iglesia
pudiera mentir".
"Durante
largas entrevistas, comprendí cada vez mejor el alma del Papa bávaro. Su
confianza en Dios era total y eso le otorgaba una paz serena y una alegría
constante. Siempre me llamó la atención la radiante alegría de su
mirada y su sentido del humor, muy suave, jamás hiriente ni vulgar.", menciona.
Destacamos tres
aspectos en los que Sarah remarca la actitud valiente y visionaria del "Papa emérito", aportando reflexiones que mantienen su vigencia,
muchas a la espera de ser exploradas:
1º
FRENTE A LOS ABUSOS LITÚRGICOS, "SITUARNOS DE CARA A DIOS"
Sarah comienza
hablando del Ratzinger como perito del Concilio Vaticano II y de cómo, tras su
conclusión, "tardó muy poco en expresar su preocupación" ante "la honda crisis que
empezaba a sufrir el culto" y dar "la voz de alarma". Ratzinger, dijo Sarah, se atrevió a escribir que,
en contra de la verdadera naturaleza del movimiento litúrgico, "la reforma litúrgica, en su realización
concreta, se ha alejado demasiado de este origen". El resultado, añadió, "no ha sido una reanimación, sino una
devastación".
Consciente como la
liturgia ha degenerado en ocasiones "en un show" donde se ha intentado
"mostrar una religión atractiva
con la ayuda de tonterías a la moda", Ratzinger invitó a "redescubrir
la grandeza, la sacralidad y el origen divino de la liturgia" para, en última instancia, "situarnos de cara a Dios". Frente a una liturgia aquejada por la "autorreferencialidad", Sarah recuerda como Benedicto llamó a recuperar de esta forma "su
centro y orientación".
"No sabremos
cómo agradecer a Benedicto XVI el habernos ayudado a penetrar en el misterio y
la grandeza de la liturgia divina, en la que nos encontramos realmente con
Dios", agrega el cardenal.
2º
EL OBISPO DEBE RECUPERAR "SU RESPONSABILIDAD PERSONAL ANTE DIOS"
También destaca como
Benedicto trató de combatir "la
reducción del papel de los obispos al de un administrador". En su conocido Informe sobre la fe, el cardenal Ratzinger
ya señaló como "uno de los
efectos paradójicos del concilio" el hecho de que, queriendo impulsar el papel del obispo, este corriese "el riesgo de quedar sofocado por la inserción en
conferencias episcopales cada vez más organizadas".
Estas, continua
citando Sarah, "no tienen una
base teológica, no forman parte de la estructura imprescindible de la Iglesia tal
como la quiso Cristo". Se trata de una
crítica motivada por su convicción de que "el colectivo no debe reemplazar la responsabilidad de cada obispo, que podría quedar fácilmente diluida en comisiones
anónimas".
Frente a ello, y aún
reflexionando con el Informe sobre la fe, el cardenal encuentra
que los obispos "se han
convertido en funcionarios clericales", algunos de los cuales "se niegan incluso a gobernar y tienden
a esconderse detrás de una sinodalidad mal entendida".
"Cada obispo
debe recuperar el sentido de su responsabilidad personal delante de Dios,
la responsabilidad de proclamar personalmente la fe. Como dice Joseph
Ratzinger, "el obispo que, sobre el fundamento de la fe, sitúa lo sagrado
en el centro, no debe temer estar por encima de los demás", agrega.
3º
LA AUSENCIA DE DIOS, CAUSA DE LOS ABUSOS EN LA IGLESIA
Los escándalos de
abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia fue otro de los aspectos en
que Benedicto fue pionero.
En opinión de Sarah, "a él le debemos que la Iglesia tomara
conciencia" de esos delitos, pues "supo llamar al pecado por su nombre, salir al
encuentro de las víctimas y escucharlas y castigar a los culpables".
Pero para Benedicto,
la de los abusos es una crisis que responde a un origen mucho más profundo.
Para él, recoge Sarah de sus propias palabras, "la razón de los abusos es la ausencia de Dios" y el "ateísmo práctico" tras los muros de la Iglesia.
"Hace mucho
tiempo que la Iglesia se ha dejado invadir por ese ateísmo líquido. Ahora no se
puede extrañar si descubre que dentro de ella hay abusadores. Si
Dios no existe, todo está permitido. Si Dios no existe realmente,
todo es posible", reflexiona Sarah.
El cardenal reitera
como, al igual que el pontífice enfrentó el problema desde lo administrativo,
también propuso "un
camino" que respondía a la
causa última de los abusos como es esa "ausencia de Dios".
"Volvamos a
poner a Dios en el centro. Volvamos a poner en el centro de la Iglesia y
de nuestras liturgias la presencia de Dios, Su presencia objetiva y Real", agrega el cardenal.
Sarah concluye con un
comentario de Benedicto que, como prefecto de la Congregación para el Culto
Divino, le conmovió "especialmente":
"En las conversaciones con víctimas de la pedofilia he ido tomando conciencia
cada vez más de la urgencia de esta necesidad… de renovar la fe en la presencia
de Jesucristo en el Sacramento en el que se nos da y de una
celebración de la Eucaristía renovada por una mayor reverencia".
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