El cardenal Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, ha recordado a los obispos alemanes las enseñanzas de la Iglesia.
Los mensajes que llegan a
Alemania desde la Santa Sede son cada vez más frecuentes y contundentes ante la
grave deriva tomada por el conocido como “camino
sinodal” alemán en el que se pretende, entre otras cosas, que se apruebe
la ordenación sacerdotal de mujeres y la bendición de las parejas homosexuales.
Ahora se ha conocido la carta enviada
por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, a la secretaria general de los obispos alemanes,
Beate Gilles, y que recoge la agencia católica Zenit. En
ella, el número dos de la Santa Sede deja clara la postura de la Iglesia en
estas cuestiones cerrando completamente la puerta a las exigencias que llegan
desde Alemania a este respecto.
La carta, fechada a 23 de
octubre, deja claro que “la Iglesia no
tiene autoridad para ordenar mujeres al sacerdocio y que todos los fieles de la Iglesia deben acatar
definitivamente esta decisión”. Y con respecto a la bendición de parejas
homosexuales recuerda que “una Iglesia local no
tiene posibilidad de adoptar un punto de vista diferente se refiere a los actos
homosexuales. En efecto, aunque se reconozca que desde un punto de vista
subjetivo pueden existir diversos factores que nos invitan a no juzgar a las
personas, esto no cambia en absoluto la valoración de la moralidad objetiva de
estos actos”.
Por su interés ofrecemos la carta íntegra enviada
por el cardenal Parolin a los obispos alemanes:
NOTA
DE LA SECRETARÍA DE ESTADO DEL 23 DE OCTUBRE DE 2023:
A la vista del desarrollo del
camino sinodal alemán hasta el momento, hay que darse cuenta en primer lugar de
que actualmente se está llevando a cabo un camino sinodal universal, que ha
sido convocado por el Santo Padre. Por tanto, es necesario
respetar este camino de la Iglesia universal y evitar la
impresión de que se están llevando a cabo iniciativas paralelas indiferentes al
esfuerzo de «caminar juntos».
A este respecto, vale la pena
retomar algunas palabras del Santo Padre al pueblo de Dios en Alemania: «Hermanos y hermanas, ¡cuidémonos los unos a los otros! Cuidémonos
de la tentación del padre de la mentira y de la división, del
maestro del cisma, que, impulsando la búsqueda de un bien aparente o de una
respuesta a una situación particular, termina por desmembrar el cuerpo del
santo y fiel pueblo de Dios» (1).
Respetando las preocupaciones de
algunos miembros de la Iglesia en Alemania, «ensanchamos la tienda» para
continuar el diálogo ya iniciado, con la esperanza de que esté marcado por el
respeto y el afecto fraterno, teniendo en cuenta los temas presentados en los
documentos que resumen las propuestas.
Sin embargo, hay que dejar claro
desde el principio que estos temas son de diversa relevancia y no pueden localizarse todos al mismo nivel. Algunos de ellos tienen aspectos que no pueden
ponerse a debate, pero también aspectos que pueden ser objeto de un debate
conjunto en profundidad. Con respecto a otros, sin embargo, no hay posibilidad
de llegar a un juicio diferente, como los siguientes:
(a) La ordenación sacerdotal reservada a los
hombres:
«Aunque la doctrina
de la ordenación sacerdotal reservada sólo a los varones ha sido tanto
conservada por la constante y amplia tradición de la Iglesia como enseñada con
coherencia por el Magisterio en los documentos del pasado reciente, sin embargo
se considera discutible en nuestro tiempo en diversos lugares, o se atribuye a
la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a esta ordenación un
significado meramente disciplinar. Por tanto, para disipar toda duda sobre esta
importante cuestión, que concierne a la constitución divina de la Iglesia
misma, declaro, en virtud de mi oficio de fortalecer a los hermanos (cf. Lc 22, 32), que la
Iglesia no tiene autoridad para ordenar mujeres al sacerdocio y que todos los
fieles de la Iglesia deben acatar definitivamente esta decisión» (2).
El Papa Francisco ha reafirmado
explícitamente la declaración de San Juan Pablo II en varias ocasiones. Por
ejemplo:
«Con respecto a la
ordenación de las mujeres al sacerdocio, la Iglesia ha hablado, y dice: No – lo dijo Juan Pablo II, pero en términos
definitivos. Esta puerta está cerrada» (3).
«Con respecto a la
ordenación de mujeres en la Iglesia Católica, San Juan Pablo II ha dicho la última palabra clara, y eso
permanece. Eso es válido» (4).
«No es una
definición dogmática, aunque debe ser aceptada por todos. Nadie
puede contradecirla públicamente» (5).
Estamos ante una decisión
vinculante y sujeta también a la potestad jurisdiccional del Papa, con
consecuencias disciplinarias precisas, que se recogen en las normas sobre las
infracciones reservadas a la Congregación para la Doctrina de la Fe (11 de
octubre de 2021):
Art. 5.
La Congregación para la Doctrina
de la Fe se reserva también el delito más grave de intento de consagración de una
mujer:
1° Si la persona que intenta conferir la sagrada ordenación o la mujer que
intenta recibir la sagrada ordenación son creyentes en Cristo sujetos al CIC,
son pasibles de excomunión como delito, cuyo levantamiento está reservado a la
Sede Apostólica según el can. 1379 § 3 CIC, cuya anulación está reservada a la
Sede Apostólica.
2° Si, por el contrario, la persona que pretende conferir las Sagradas
Órdenes o la mujer que pretende recibirlas son creyentes cristianos sujetos al
CCEO, deben ser castigados con la excomunión mayor, cuya cancelación está
reservada a la Sede Apostólica.
Aunque hoy esta cuestión debe
considerarse cerrada en toda la Iglesia, el Santo Padre Francisco ha formulado
una reflexión que ayuda a comprender el sentido de esta enseñanza e invita a
encontrar otros caminos para favorecer una mayor participación de las mujeres:
«Reivindicar los
legítimos derechos de la mujer sobre la base de la firme convicción de que el
hombre y la mujer poseen la misma dignidad plantea a la Iglesia cuestiones
profundas que la interpelan y que no pueden eludirse superficialmente. El
sacerdocio reservado a los hombres como signo de Cristo Esposo, que se entrega
en la Eucaristía, es una cuestión que no admite discusión, pero puede dar lugar
a conflictos particulares si se confunde demasiado la autoridad sacramental con
el poder. No hay que olvidar que, cuando se habla de autoridad sacerdotal, se
está «en el plano de la función y no en el de la dignidad y la santidad».
El sacerdocio ministerial es uno
de los medios que Jesús utiliza para servir a su pueblo, pero la gran dignidad
proviene del bautismo, que es accesible a todos. La
asimilación del sacerdote a Cristo Cabeza -es decir, como fuente
principal de la gracia- no implica una elevación
que lo sitúe a la cabeza de todos los demás. En la Iglesia, las funciones no
establecen «la superioridad de unos sobre otros». De hecho, una mujer,
María, es más importante que todos los obispos. Aunque la función
del sacerdocio ministerial se entienda como «jerárquica», hay que tener en
cuenta que está «enteramente destinada a la santidad de los miembros de Cristo». Su centro de gravedad no es su poder entendido como
dominio, sino su autoridad para administrar el sacramento de la Eucaristía;
ésta es la base de su autoridad, que es siempre un servicio al pueblo. Este es
un gran desafío para pastores y teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor
lo que esto implica en relación con el posible papel de la mujer en los
diversos ámbitos de la Iglesia donde se toman decisiones importantes» (6).
b) Otra cuestión sobre la que una Iglesia local no tiene posibilidad de
adoptar un punto de vista diferente se refiere a los actos homosexuales.
En efecto, aunque se reconozca
que desde un punto de vista subjetivo pueden existir diversos factores que nos
invitan a no juzgar a las personas, esto no cambia en absoluto la
valoración de la moralidad objetiva de estos actos.
La enseñanza constante de la
Iglesia subraya que «la valoración moral objetiva
de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo está precisa y
ciertamente establecida». Otra cuestión, que no se discute aquí, es el grado de
credibilidad moral subjetiva de tales relaciones en cada caso individual».
Del Vaticano, 23 de
octubre de 2023
Notas:
1 Papa Francisco,
Carta al Pueblo de Dios peregrino en Alemania, 29 de junio de 2019, n. 10.
2 San Juan Pablo
II, Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis sobre la ordenación sacerdotal
reservada sólo a los varones, 22 de mayo de 1994, n. 4.5.
3 Papa Francisco,
De la rueda de prensa durante el vuelo de regreso tras la Jornada Mundial de la
Juventud en Río de Janeiro (28 de julio de 2013).
4 Papa Francisco,
De la respuesta del Santo Padre a Anna Kristina Kappelin para Sveriges TV
durante el vuelo de regreso del Viaje Apostólico a Suecia (1 de noviembre de
2016).
5 Papa Francisco,
«Respuestas» del Santo Padre «a las dubia de dos cardenales» (1 1 de julio de
2023).
6 Papa Francisco,
Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013), 104.
7 Congregación para
la Doctrina de la Fe, Notificación relativa a ciertos escritos del P. Marciano
Vidal, C.Ss.R. (22 de febrero de 2001).
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