La pequeña embarcación zozobró ante el mar movido, de altas y profundas ondas marinas, ellos eran siete, como los puñales de la Virgen Dolorosa.
El bote
se volteó y al agua los pescadores ¡Mis hijos,
Señor! clamaron ellos y ya no pudieron pensar más. Lo que vino después
sólo fueron actos -de a por su vida-. Seis de ellos fueron rescatados cuando
caía la noche más de tres horas después, sólo uno faltaba, el hombre de la
familia Azañero del pasaje de la calle Los Pescadores, cerca a la plazuela de
Sampedrito.
Qué año
caprichoso sería aquel y era octubre en sus diez primeros días que permitió tal
oleaje. La familia del desaparecido lo lloraba a diario y entregaron su amor a
la fe del Señor Jesucristo Crucificado del Mar de Huacho de a tres cuadras de
su casa. Velaron sus ropas con la esperanza de que apareciera. Todo el barrio
se conmovió y acompañó en oración como acto de caridad natural. Pues, casi tres
semanas después, un día antes de las vísperas del Señor Jesús Crucificado del
Mar apareció el errado en las aguas hecho una piltrafa
humana. No sé si hubiera preferido verlo muerto antes que así, declaró
su hermana; pero: ¡Ese fue el milagro de mi Señor
del Mar! ¿quieres más?...
El hombre
quedó encajado en el pecho de la embarcación volteada que después ante la
presión de la ley física se re-volteó, por el oxígeno atrapado que el ser
humano aprovechó para sobrevivir. Y empezó a caer el sol, pero él ya respiraba
tranquilo, estaba a flote.
Mas ese
no fue el milagro, el milagro fue que ese hombre pudo sobrevivir casi un mes en
medio de la mar ¡Y estaba vivo, carajo! Y a
seguir luchando, no tanto para ser mejor sino para ser la pieza que encaja en la
voluntad de la divinidad, en su momento; para eso.
Señor
Jesucristo Crucificado del Mar de Huacho, ten piedad de nosotros.
Alejandro Smith Bisso
Amo a Huacho
31/10/2023.
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