Consiste en confiar con certeza en las promesas de salvación que Dios nos ha hecho.
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Todos los hombres en un momento u otro de su vida se enfrentan a momentos
dolorosos como el sufrimiento, la muerte, la enfermedad, etc. Es
sólo gracias a la Esperanza, la segunda virtud teologal, que estas realidades
adquieren un sentido, convirtiéndose en medios de salvación, en un camino para
llegar a Dios. La Esperanza nos da la certeza de que algún día viviremos en la
eterna felicidad.
La
virtud de la esperanza corresponde a ese anhelo de felicidad que Dios ha puesto
en el corazón del hombre.
Es una virtud sobrenatural infundida por Dios en el momento del Bautismo. Nos
da la firme confianza en que Dios, por los méritos de Cristo, nos dará las
gracias que necesitamos aquí en la Tierra para alcanzar el Cielo.
La virtud de la esperanza consiste en confiar con certeza en las promesas
de salvación que Dios nos ha hecho. Está fundada en la seguridad que tenemos de que
Dios nos ama. Y está basada en la bondad y el poder infinito de Dios, que es
siempre fiel a sus promesas.
Sin esperanza, el hombre se encierra en el horizonte de este mundo y pierde la
visión de la vida eterna. Lucha solo contra las
dificultades prescindiendo de la ayuda de Dios.
Pero sabemos que el hombre está destinado a la vida eterna y debe vivir de cara
a ella. La esperanza es la seguridad en algo futuro. Confiando en Dios no hay
futuro incierto. La esperanza cristiana se funda en la fe, porque nace de creer
en las promesas que Dios nos ha hecho.
Uno de los ejemplos más claros de lo que es la esperanza lo encontramos en Job,
que a pesar de todo lo que le sucedió seguía creyendo en Dios. Su esperanza
nunca se perdió, por más que le decían, él seguía siendo fiel.
Ahora bien, la esperanza en Dios no elimina un cierto temor a Dios, un temor
sano, pues los hombres sabemos que así como Dios es siempre fiel, los hombres
sabemos que muchas veces somos infieles y hacemos caso omiso a la gracia, lo
cual nos conlleva el riesgo de condenarnos. Debe haber una proporción entre la
esperanza y el temor.
La esperanza sin temor es presunción. Sin embargo una esperanza con temor de hijo de Dios es una
esperanza real. Por otro lado, una esperanza con un temor excesivo nos lleva a
la desconfianza. El temor solamente, es decir, sin esperanza, no es otra cosa
que desesperación.
PECADOS CONTRA LA ESPERANZA
Desesperación desconfianza en
Dios, por lo que nos abandonamos al abismo de nuestra propia inseguridad. Es el pecado de
Caín y de Judas. Ge. 4, 13; Mt. 27, 3-6. Con la desesperación
estamos negando la fidelidad de Dios a sus promesas y su infinita misericordia,
y nos puede llevar a muchos excesos, incluyendo el suicidio. Es un pecado
gravísimo. La persona desesperada siente y piensa que Dios no le puede
perdonar, que nada que haga va a cambiar la situación.
La presunción confiar
en obtener la vida eterna sin la ayuda de Dios, porque nos bastamos a nosotros
mismos. Es el caso típico del autosuficiente que se “no
necesita de nada, ni de nadie, sólo él basta”. Es un exceso de confianza
que nos hace pensar que vamos a obtener la salvación aún prescindiendo de los
medios que Dios nos da. Es decir, sin la gracia, ni las buenas obras. Su causa
principal es el orgullo. Se piensa que no importa lo que se haga, de todas
maneras se obtiene la salvación.
Existen
diferentes maneras de pecar por presunción:
·
Los que esperan salvarse por sus propias fuerzas, sin la ayuda de la
gracia de Dios Herejía Pelagio.
·
Los que esperan salvarse por la sola fe, sin hacer buenas obras.
Protestantismo.
·
Los que viven pensando que ya habrá oportunidad de convertirse en el
momento de la muerte, y viven un estado habitual de pecado.
·
Los que siempre están pecando “ a fin que Dios siempre perdona”.
·
Los que se exponen con mucha facilidad a las ocasiones de pecado, pues
piensan que son capaces de resistir la tentación. Es pecado grave esta
presunción, pues se está abusando de la misericordia divina y despreciando su
justicia. Es una confianza excesiva y totalmente falsa en Dios.
La desconfianza: se
tienen dudas en la misericordia y fidelidad de Dios, aunque se tenga cierta
esperanza.
La irresponsabilidad: dejar toda nuestra salvación en manos de Dios y
no poner los medios que corresponden a nuestra colaboración.
La esperanza es una virtud poco conocida o muy confundida. No se piensa en ella
como algo sobrenatural, referente a nuestra vida eterna, sino que se piensa que
la esperanza concierne en alcanzar diferentes cosas aquí en la tierra.
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