Presencia femenina en la Iglesia y corresponsabilidad han sido el tema de la reflexión espiritual ofrecida esta mañana.
Por: Paolo Ondarza | Fuente: Vatican News
No una cuestión de reconocimiento y promoción en sentido mundano, sino del
bienestar de la Iglesia. No una cuestión de derechos, sino de dones recibidos.
Esto significa comprender y promover la misión de la mujer dentro de la
comunidad eclesial según Madre Angelini, la religiosa benedictina que acompaña
la reflexión espiritual del Sínodo sobre la sinodalidad en curso en el
Vaticano. Al introducir su intervención, la monja subrayó la fuerza del
testimonio de la confrontación sinodal en un momento en el que "se desata el horror de la espiral de
violencia".
JESÚS Y LAS MUJERES
"La mujer es
presencia que - en pasajes críticos, de ruptura, desconcertantes - intuye el
movimiento de la vida, teje relaciones nuevas, improbables, lleva pacientemente
y disuelve conflictos". "Jesús - observa
la hermana benedictina - ha innovado, ha creado un
estilo, en su manera de relacionarse con las mujeres" y el Concilio
Vaticano II "ha inaugurado un movimiento de
reforma interrumpido". Es precisamente la aportación de las mujeres
la que "alimenta incesantemente el dinamismo
espiritual de la reforma".
EL GRITO DE LAS MUJERES
Precisamente por este motivo
Madre Angelini presenta a los participantes en el Sínodo algunos ejemplos de
figuras femeninas que en el Nuevo Testamento han animado un verdadero camino
sinodal. El Evangelio de Lucas narra que de la multitud se levantó la voz «¡Bienaventurado el vientre que te ha traído y el seno
del que has tomado la leche!». Era el grito de "una
mujer anónima, tocada por la revelación de Jesús", explica la religiosa,
"que intuye el misterio originario de la generación que en Jesús se
revela". Un grito que recuerda a otros el de María en las bodas de
Caná, de la samaritana, de la cananea o de María Magdalena. Gritos que
exorcizan "verbalismos y procediralismos"
e iluminan, por tanto, "el
interrogativo de este Sínodo".
NO SOLO LOS EXTRAS
Las mujeres no son solo extras,
sino que abren espacios inéditos a la misión. La Madre Angelini recuerda que
cuando san Pablo desembarca en Europa encuentra "mujeres
reunidas en oración, a cielo abierto" y acoge su lenguaje. "El humilde mercader de púrpura, Lidia es la primera
creyente en la tierra de Europa. Escucha la Palabra", ofrece morada
a los apóstoles.
LA CASA, INDISPENSABLE PARA
"SALIR"
"La casa de
Lidia" - continúa la religiosa - es esa
casa que Jesús invita a buscar en cada ciudad cuando envía a los apóstoles: es "un espacio hecho de vínculos fiables más que de
muros, que hoy requiere ser redescubierto en nuevos lenguajes según la
sabiduría originaria que quizás las mujeres comprenden más". "La casa
-domus", observa la monja, "es
indispensable para salir y anunciar el acercamiento del Reino, lugar de
vínculos fiables, nutritivos. Lugar de oración, al margen". A este
propósito recuerda el Concilio que, al delinear la Iglesia misionera, pone el
acento en la vida contemplativa.
ANUNCIADORA DE LA RESURRECCIÓN
"El anuncio de
la resurrección está confiado a una mujer", remarca Madre Angelini, que anima al Sínodo a interrogarse sobre cómo la
iglesia en salida puede hoy actualizar, "en
una cultura global que parece perder sus contornos", el estilo de
Jesús. "El inicio de la misión evangelizadora
en Europa - concluye -da a pensar"
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