Durante el rezo del Ángelus de este domingo, el Papa Francisco comentó el Evangelio de este domingo y la conocida frase de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Indicó que estas palabras son ya de uso común para analizar la relación entre la Iglesia y el Estado o entre la realidad terrenal y espiritual. “A veces, también nosotros pensamos así: una cosa es la fe con sus prácticas y otra cosa, la vida de todos los días. Y esto no es así. Esto es una 'esquizofrenia', como si la fe no tuviera nada que ver con la vida concreta, con los desafíos de la sociedad, con la justicia social, con la política y etcétera”, aseguró.
Sin embargo, Francisco resaltó
que lo que Jesús quiere decir con estas palabras es que hay que dar la
importancia debida a la política o las instituciones, pero sin olvidar que Dios
es el verdadero Señor. De este modo, dijo a los miles de fieles presentes en la
Plaza de San Pedro: “Debemos restituir a la
sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos
responsables, prestando atención a lo que se nos confía, promoviendo el derecho
y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente los impuestos,
comprometiéndonos por el bien común y etcétera. Pero, al mismo tiempo, Jesús
afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el hombre, todo hombre y
todo ser humano”.
Según recogen los medios
vaticanos, el Papa continuó explicando que Jesús quiere decir que “no pertenecemos a ninguna realidad terrena, a ningún
César de turno”, sino que “somos del Señor”,
y, por tanto, “no debemos ser
esclavos de ningún poder mundano”.
“En la moneda, por
lo tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en
nuestra vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede oscurecer. Al César pertenecen las
cosas de este mundo, pero el hombre y el mundo mismo pertenecen a Dios: ¡no lo
olvidemos!”, agregó el Santo Padre.
Por último, y como es costumbre
habitualmente en él, concluyó lanzando algunas preguntas sobre la identidad de
ser hijos de Dios. “¿Qué imagen
llevas dentro de ti? ¿De quién eres imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos
dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la
política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?”.
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