DEL SACERDOTE DAVID ABERNETHY, DIRECTOR DE «MINISTERIOS PHILOKALIA» Y ESPECIALISTA EN ASCÉTICA
El sacerdote David Abernethy, director de
"Ministerios Philokalia", ofrece a los interesados la ascética y vida
cristiana de los Padres del Desierto: una de sus especialidades es la del ayuno
(en la imagen, un monje orando).
Desde los primeros tiempos de la
Iglesia hasta hoy, el ayuno se presenta no solo como una
forma de crecimiento espiritual, sino también como una poderosa arma de batalla frente
a la tentación y de consecución de la virtud. En resumidas cuentas, se practica
para potenciar la unión con Dios y ser mejores personas.
Un gran experto en el ayuno a día
de hoy es el padre David
Abernethy. Sacerdote bizantino católico y especialista en
la espiritualidad del desierto, ha desarrollado abundantes conferencias y
escritos sobre esta práctica. La última de sus intervenciones al respecto ha
sido en el programa The Catholic Gentleman, dirigido
por John Heinen. Ofreció
algunos consejos para poner en práctica esta disciplina espiritual que
pueden tener consecuencias transformadoras en la vida espiritual.
1º
LA IMPORTANCIA DEL SENTIDO DEL AYUNO: AUMENTAR EL DESEO DE DIOS
Abernethy comenzó citando a los
padres del desierto como San Isaac el Sirio o Juan Clímaco para
recordar su visión del ayuno como algo ligado a Dios.
La sociedad actual, dijo, puede
llevar a perder de vista a Dios como trasfondo de las acciones cotidianas de
los cristianos. En este caso, "ya no
solo se come por salud o nutrición, sino también para satisfacer necesidades
emocionales, comer de forma impulsiva, para llenar un vacío o porque
estamos deprimidos". Por ello, continuó, "puede
ser de ayuda empezar a ver el ayuno no como una disciplina abstraída de
Dios", sino como algo que adoptamos en base a la noción de que "somos creados a Su imagen". Los padres
del desierto son un buen ejemplo, pues para ellos, "la
restricción no era solo para castigarse o probar su resistencia, sino para aumentar
el deseo de Dios".
2º
AUMENTAR EL AYUNO EUCARÍSTICO PARA AUMENTAR EL DESEO DE DIOS
Según esto y de que a través de
Cristo se transforman todas las cosas, Abernethy invita a que, al experimentar el hambre del ayuno, esta "se vincule a la relación
con Cristo" y
pensar "que solo puede ser satisfecha por
Él". En este sentido, comenta que el ayuno eucarístico, "reducido en los últimos tiempos a una hora, rara
vez nos da hambre". Por eso invita a "alargar este periodo previo a la recepción de la Eucaristía", pues permite preparar "la
forma de pensar" en la comunión, pero también físicamente, pues "llegamos al altar con hambre y sed de Dios".
El sacerdote David Abernethy
dirige "Ministerios Philokalia",
dedicado a "reformar corazones y mentes según el molde de los Padres del
Desierto a través de la vida ascética".
3º
¿AYUNO DE MÓVIL, TELE O REDES SOCIALES?
El sacerdote fue preguntado por
si el ayuno era aplicable a otros aspectos más allá de la comida, como se dice
en ocasiones "de redes sociales o
televisión". Abernethy explicó que no ha hallado mención de los
ascetas al respecto, si bien hablan por ejemplo del sueño. En el caso de San Juan Clímaco, son numerosas las citas de su obra La Santa Escala relativas
a este último:
"Ayunar es
violentar a la naturaleza, cercenar los deleites del gusto, mortificar la
carne, librarse de los sueños", "El ojo que vela purifica el alma, la
abundancia de sueño la embota" o "El monje que vela es enemigo de la lujuria,
mas el dormilón es su compañero". Clímaco, explica el sacerdote, "describe
el ayuno desde el sueño como un apetito corporal que es necesario. [Según él],
lo podemos limitar para no pasar la mitad de nuestra vida inconscientes, para
poder añadir tiempo a la oración". Más allá del sueño,
Abernethy recoge que el mismo padre del desierto contemplaba que "es en el desorden de la alimentación donde comienza
el desorden de las pasiones" y que el ayuno de comida es la
principal forma de abordarlo.
4º
EL AYUNO FORTALECE NUESTRAS RELACIONES CON LOS DEMÁS
El sacerdote destaca igualmente
que "comer no es algo privado", sino que "involucramos a otros miembros mientras lo
hacemos". Así se entiende mejor "por
qué Cristo estableció [en la comida] el sentido más profundo de comunión, y
después en la celebración de la Eucaristía".
Por eso, el ayuno también "fortalece nuestras relaciones con los demás. Al
controlar nuestros apetitos, podemos reconocer mejor a los demás como creados a
imagen y semejanza de Dios.
Tanto es así que Abernethy aludió
a la extendida hipótesis de que el origen de la palabra compañero proviene del
significado "comer con alguien de un mismo
pan". En una cultura saturada de abundancia y tentaciones de
gratificación instantánea, el ayuno es una disciplina espiritual que pone orden en nuestros apetitos y nos acerca a Cristo y a nuestra
comunidad.
"Si no estamos
atentos a cómo la forma en que comemos afecta nuestra relación con los demás,
perderemos de vista quiénes son, creados a imagen y semejanza de Dios".
5º
LA PÉRDIDA DEL SENTIDO DE COMBATE ESPIRITUAL
El sacerdote también apunta al
descuido del ayuno como síntoma de la "pérdida de
vista de la vida espiritual como una guerra contra el pecado". En su lugar, dice, "lo
hemos convertido en una especie de activismo externo a nosotros, en lugar de
comprenderlo como una lucha contra las pasiones para poder amar a Dios y a los
demás". Por ello, invita a comenzar el ayuno pensando que su fin "es crear en nosotros hambre por la palabra de
Dios", pero también "prepararnos".
Solo entonces "se convertirá en un arma
espiritual para librar la batalla espiritual" y obtener "la capacidad de discernir qué es de Dios o del
maligno".
6º
EL AYUNO DEBE ABRIRNOS A DIOS Y A LA HUMILDAD, NO AL VOLUNTARISMO
En último lugar, el sacerdote
previno de que el ayuno mal enfocado no
ocasiona gracia y virtud. "No podemos creer en el ayuno como un fin en sí mismo,
como algo que nos fortalecerá en la batalla. Es porque nos abre más
radicalmente a Dios y a reconocer nuestra pobreza, a saber que solo
él puede brindarnos su gracia para perseverar en la
batalla", explicó.
Puso el ejemplo de que al ayunar
se verán resultados, pérdidas de peso, notoriedad entre los
fieles de la parroquia, "y el ego y el orgullo entran en
escena". "El enfoque tiene que ser Cristo y nuestro deseo por él. En
el momento en que lo perdemos de vista es cuando podemos tener la tentación
de ver el ayuno como lo que no es", lo que se
extrapola a otras disciplinas. "Voy a rezar o
a ayunar esta cantidad de tiempo, pero nunca escucharé hacia dónde está
guiándome Dios", concluyó.
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