SE
PUBLICA «JESÚS, OCÚPATE TÚ» (VOZDEPAPEL) SOBRE LA VIDA DEL SACERDOTE DOLINDO
RUOTOLO
Los dos tenían el don de leer el alma de las
personas, y ambos fueron tenazmente atacados por el demonio a lo largo de sus
vidas. El sufrimiento no los abandonó nunca. Los dos sacerdotes tenían en común
su amor filial a la Iglesia.
Cuando el Padre Pío confesaba en su convento y se le acercaban
penitentes napolitanos, les regañaba suavemente y les pedía que no viajarán
hasta San Giovanni Rotondo, ya que podían ser confesados por el
"santo apóstol de Nápoles", como
así llamaba el Padre Pío a don Dolindo Ruotolo, un sacerdote que ha pasado a la
historia como el "apóstol del abandono en
Dios". De él es la oración que dice: "Mil
oraciones no valen lo que un acto solo de abandono. Recordadlo bien. No existe
novena más eficaz que ésta: Oh, Jesús, me abandono en ti, ¡Ocúpate Tú!".
Muchos ven en don Dolindo un alma
gemela del Padre Pío. Ambos recibieron muchos dones y carismas del cielo. Por
su intercesión hicieron muchos milagros, conversiones y curaciones a lo largo
de su vida. También tenían el don de la bilocación. Los dos vivieron
en su cuerpo las llagas de la Pasión de Jesucristo. Ambos profetizaron a Karol Wojtyla que sería
Papa, y ambos sufrieron la persecución del Santo Oficio, aunque con don Dolindo
la pena impuesta fue más severa: dieciséis años y medio suspendido a divinis.
Los dos tenían el don de leer el
alma de las personas, y ambos fueron tenazmente
atacados por el demonio a lo
largo de sus vidas. El sufrimiento no los abandonó nunca. Los dos sacerdotes
tenían en común su amor filial a la Iglesia, su obediencia radical a las
indicaciones de sus superiores, su amor por Jesús y la eucaristía, así como su
devoción por la Virgen.
En el libro Jesús, ocúpate Tú (VozdePapel),
escrito por Grazia Ruotolo y Luciano Regolo, y traducido por Pablo Cervera
Barranco, se narra, entre otros muchos asuntos, la relación que
tenían estos dos gigantes de la espiritualidad. Primero, un diálogo
epistolar que comienza en 1917, y que el Padre Pío, al referirse a su director
espiritual sobre don Dolindo, dirá de él que es "un
alma que no camina, sino que vuela por el camino del Divino Amor. Un verdadero
Ángel revestido de despojos humanos".
ENCUENTRO
EN SAN GIOVANNI ROTONDO
Ya en octubre de 1953 don Dolindo
viajará a San Giovanni Rotondo para tener un encuentro personal con el Padre
Pío. Le acompañará monseñor Palatucci en coche, para poder hacer el viaje en el
día, y cumplir así don Dolindo con su compromiso cotidiano
de predicar a las dieciocho horas en
la iglesia de Santa María del Caravaggio de Nápoles.
Don Dolindo explica así ese
encuentro: "Llegamos a San Giovanni Rotondo a
las ocho. El Padre Pío estaba en el confesionario. Celebré la Misa y después el
padre guardián quiso ofrecerme un café en el refectorio. Pregunté
cuál era el sitio del Padre Pío en el refectorio, y dí un beso sobre aquella
mesa que recogía el perfume de sus penitencias. El guardián
sacó del cajón del Padre Pío dos bollitos que encontró allí, y nos los ofreció.
Pensé en seguida hacerlos bendecir por el Padre Pío para los enfermos".
"Fui a llamar
a su habitación para pedirle que nos escuchara entonces, previendo que después
no sería posible (...) Se asombró de verme viejo con la cabeza blanqueada por
la edad y me dijo bromeando: 'Te has blanqueado, ¿te ha caído la nieve
sobre la cabeza?' Hablaba así porque me conocía espiritualmente
en el alma, por eso añadió: ¡Pero el alma es siempre joven!".
UNA
PETICIÓN DE CONFESIÓN
"Después de mi
petición de confesarme para tener luz, me dijo: 'No hay necesidad, ¡estás todo
bendecido!' A la pregunta que quería hacerle
sobre mi camino doloroso, provocado por los modernistas, respondió leyendo mi
pensamiento: '¿Qué quieres esperar de ellos, hijo mío?', y con
gesto significativo de la mano, añadió: 'Esos
tienen esa cabeza... Después me abrazó y me bendijo".
"Después del
refectorio, nos fuimos con los frailes y con el Padre Pío al pasillo a modo de
recreación. El guardián, bromeando, dijo al Padre Pío: 'Os debo acusar al Padre
Dolindo, porque ha hecho que le robe en vuestro cajón'. Yo en efecto le había
rogado cogeros otro bollito para hacerlo bendecir. Dije entonces al
Padre Pío: '¿Permitid que vaya yo para haceros otros... robos?'. Y él: '¡Va, y
coge lo que encuentres allí'. Añadí: 'Pero yo quiero que me los bendigáis
usted'.
Respondió con admirable
intuición. 'Y, ¿cómo no has entendido que desde la
cuatro, hora de tu partida a Nápoles, os he puesto tantas cosas para tus enfermos,
y os he puesto los garbanzos con los bollitos, para que tu pudieses dar un poco
a cada uno? Y he bendecido repetidamente todo para fecundar tu deseo'. Él
no sabía ni de la salida del obispo y mía a Nápoles, a las cuatro,
ni del viaje que estaba dirigido a él, ni tanto menos mi deseo para los
enfermos. Evidentemente hablaba por la luz sobrenatural, respondiendo a lo que
yo no había confiado a nadie".
UNA
BILOCACIÓN DEL PADRE PÍO EN NÁPOLES
En un momento de la conversación
don Dolindo le pidió al fraile capuchino que fuera con más frecuencia a
Nápoles. El Padre Pío llevaba años sin moverse de San Giovanni Rotondo. "¿Y cómo voy si estoy siempre aquí arriba?".
"No -le respondió don Dolindo- debéis venir, así como habéis venido la
otra vez por esa alma buena, cansada por los continuos sufrimientos. Estaba en
los límites, vuestra visita fue saludable. Se ha enfervorizado de tal modo
ante vuestra palabra que se ha dicho dispuesta a sufrir hasta el fin y
a consumirse como una lámpara".
El Padre Pío que seguía con
atención, y una sonrisa, las explicaciones de don Dolindo, no le dejó terminar
la frase: "Más que consumirse, destruirse". "Sí, sí, Padre, destruirse, eso le habéis dicho,
¡si supiese qué bien le habéis hecho! ¡Cuántas almas os llaman!".
"TODO
EL PARAÍSO ESTÁ EN TU ALMA"
Llegó el momento de la despedida
y don Dolindo le pidió una bendición al santo de Pietralcina. "¡Pero tú eres ávido de bendiciones! ¡Tú no te
sacias nunca!". Y abrazándole le dijo delante de los frailes, y en
tono serio: "¡Escúchame bien! Todo
el Paraíso está en tu alma, ha estado siempre, está y estará durante toda la
eternidad!". El Padre Pío trató con tal afecto a don
Dolindo que los frailes presentes se quedaron conmovidos por esas muestras de
cariño.
UNA
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Después de ese encuentro en San
Giovanni Rotondo la comunión espiritual entre el fraile de los estigmas y el
santo apóstol de Nápoles se hizo más intensa. A los tres años don Dolindo recibió en su iglesia de San Giuseppe del Vechi una postal de San
Giovanni Rotondo en donde se
puede leer: "Un recuerdo constante ante el
Señor". Firmada por el Padre Pío. La postal llevaba un mensaje impreso de
fray Daniel Natale: "Recuerdos santos en unión".
"NADA
DE LO QUE HA SALIDO DE LA PLUMA DE DON DOLINDO SE DEBE PERDER"
La estima que tenía el Padre Pío
por don Dolindo era muy grande y ponderaba todos sus escritos y predicaciones,
aunque especialmente ponía en valor el comentario de las Sagradas Escrituras
que el sacerdote napolitano llevaba años escribiendo, y que muchos consideraban como una especie de "hospital espiritual
para el cuidado de las almas",
en palabras del periodista Luciano Regolo.
Así lo prueba la carta que
remitió el padre Peregrino Funicelli, colaborador del Padre Pío, a Elena
Montella, una seglar consagrada que fue uno de los pilares de la obra
evangelizadora de don Dolindo. "El Padre Pío
ha dicho que nada de lo que ha salido de la pluma de don Dolindo se debe perder.
Preocúpese por tanto de confiar el material inédito
a personas inteligentes, honestas y llenas de buena voluntad".
En otro párrafo de la misiva
señala: "No es verdad que don Dolindo está
imposibilitado para escribir los últimos capítulos de la obra sobre la Virgen.
Me ha dicho el Padre Pío que él, en efecto, los estás grabando en su carne crucificada
bajo la mirada de la Dolorosa. La pía colaboradora esté firme en sus
sufrimientos y a la vista del alegre martirio del santo apóstol de Nápoles como
si estuviese en el Calvario con María a los pies de Jesús".
Luciano Regolo señalará que "Padre Pío ve en don Dolindo al santo apóstol de
Nápoles y es consciente de la ofrenda cotidiana de sí que le señala el camino,
a imitación de Jesús, dispuesto a dejarse crucificar por salvar a
la humanidad. Y esta huella es también una confirmación del profundo
y recíproco conocimiento espiritual que unió a las dos figuras, mucho más allá
de los efectivos encuentros terrenos".
El Padre Pío y don Dolindo fueron
dos almas gemelas que experimentaron similares pruebas y sufrimientos y,
asimismo, recibieron muchos dones y carismas que ponían de manifiesto el poder
de Dios. El libro Jesús, ocúpate Tú (Vozdepapel),
escrito por una sobrina de don Dolindo, Grazia Ruotolo, y el codirector del
semanario Famiglia Cristiana, Luciano Regolo, saca del
ostracismo la relación espiritual tan estrecha de estos dos gigantes de la espiritualidad, y nos descubre la
figura del santo apóstol de Nápoles, "otro
meteorito de la Edad Media que cayó en pleno siglo XX", en
expresión del escritor Vittorio Messori.
La tumba de don Dolindo en
Nápoles (Italia) es visitada por miles de personas.
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