El debate sobre la vestimenta de las niñas y
mujeres musulmanas no se limita a Francia o a los países europeos. La semana
pasada, el Ministerio de Educación egipcio impuso la prohibición de llevar el
niqab (velo que cubre también el rostro, dejando sólo los ojos al descubierto)
en las escuelas públicas y los centros educativos. La prohibición afecta a las
alumnas, pero no a las profesoras.
(ZENIT Noticias – Oasis Center /
Milán, 26.09.2023).- El periódico gubernamental
egipcio al-Ahram intentó mostrar los méritos de
esta decisión ministerial recorriendo brevemente los pasos que condujeron a
ella. De hecho, no es la primera vez que se plantea la cuestión del niqab en
Egipto. En la década de 1990, el mismo ministerio había intentado, sin éxito,
prohibir el velo integral al vetarlo tanto a profesores como a alumnas, con el
argumento de que ocultar el rostro impide la comunicación entre ambas partes.
En 2009, el niqab también había sido criticado por el entonces Gran Imán de la
mezquita de al-Azhar, Shaykh Sayyid Tantawi, quien había explicado que no era
una prenda impuesta por la religión islámica. Esta postura le había costado la
acusación de apoyar al ex presidente francés Nicolas Sarkozy, que entretanto
había declarado la guerra al niqab en Francia. Hoy, como entonces, la decisión
del ministerio de abolir el niqab en las escuelas ha sido aplaudida por algunas
personalidades de Azhar, como Ahmed Karima, profesor de jurisprudencia
comparada, que defiende que el velo integral no es obligatorio, sino una libre
elección personal. Hasta ahora, sin embargo, no ha habido ninguna reacción del
Gran Imán Ahmad al-Tayyib.
Además de prohibir el niqab a las
estudiantes, la norma ministerial también regula el uso del hiyab, el velo que
cubre el cabello pero deja el rostro al descubierto. Según la disposición, una
estudiante puede llevar el hiyab siempre que lo haga por voluntad propia y se
haya informado a su tutor. Esta parte concreta del reglamento fue comentada en
al-Masry al-Youm por una periodista egipcia, Amina Khairy: «Todos sabemos que, para una chica, cubrirse la cabeza se
ha convertido en un hecho natural en la mayoría de los casos. Sales de una fase
de la vida y entras en otra, y llevas un ‘velo’ sin ningún tipo de coacción o
presión, es un desarrollo natural. No se trata de tomar una decisión, o de una
idea que madura y luego va seguida de una decisión. Además, cada vez son más
las niñas que llevan velo a los siete años. Creo que la cuestión de la coacción
y la presión no es un problema, porque en Egipto ciertas modas arraigaron en
los años setenta y cuestionarlas hoy ya no está permitido».
Además, señala el columnista,
demostrar la existencia de coacción no es fácil; en El Cairo (¡no en las regiones o pueblos más remotos!) muchas
escuelas, sobre todo públicas, imponen el uso del velo a las alumnas al menos a
partir de la enseñanza media. Pero esto ocurre de forma discreta e
indocumentada. De hecho, puede ocurrir que a las que no llevan velo se les
pregunte por su religión y, en ese momento, la chica que se declara musulmana
se siente automáticamente obligada a llevarlo. En cuanto al niqab, escribe
Khairy, «es una decisión muy importante, […] porque
es una señal de que las instituciones estatales pueden afirmar el carácter
civilizado del Estado». Sin embargo, sigue existiendo la dificultad de
hacer cumplir esta norma: puede ocurrir que quien debería encargarse del
control, es decir, la profesora, no esté dispuesta a hacerlo porque ella misma
lleva el niqab o porque simplemente no comparte el principio en que se basa la
norma. Y concluye con una provocación que sugiere la presencia de un segmento
radical en la sociedad egipcia: «El niqab y otras
modas pueden reflejar un pensamiento corrupto o extremista. Un rápido vistazo a
la calle permite a quien quiera entender hacerse una idea de las tendencias
‘populares’ que prevalecen».
Para al-‘Arab, diario próximo a
los emiratíes y hostil al islamismo, prohibir el niqab en las escuelas «es el primer paso en la oposición a los salafistas». El
ex parlamentario egipcio Muhammad Abu Hamid hace un llamamiento a las
instituciones religiosas oficiales, que deben desempeñar su papel en la batalla
contra el velo integral porque «el gobierno no
puede llevar a cabo una batalla sobre una cuestión de jurisprudencia sin tener
una cobertura religiosa que la respalde aportando pruebas y evidencias que
confirmen la ausencia de relación entre el niqab, el pudor y la sharia». Y
acusa a al-Azhar de abordar la cuestión del niqab con un «doble rasero»: por un lado niega la existencia de una relación entre
esta prenda y la sharia y la considera una costumbre, pero por otro permite que
se lleve en sus facultades. «Prohibir el niqab en las escuelas es un punto
central para distanciar a las nuevas generaciones del legado que sigue
santificando costumbres y comportamientos no previstos por la sharia, sino
heredados», concluye el texto.
El artículo publicado por al-Quds
al-Arabi es de signo contrario. El objetivo del gobierno era golpear a los
salafistas. Al-Nur, el principal partido salafista de Egipto, anunció que
recurriría a la justicia y al Parlamento egipcios porque la decisión «viola la
Constitución y la referencia a la sharia islámica en el artículo 2, además de
los artículos que establecen el deber de preservar la libertad personal». La
decisión ministerial contradice «muchas pruebas claras» (adilla), explica un
representante de al-Nur; los ulemas están de acuerdo en que esta prenda es
lícita, si acaso están divididos sobre si el niqab es obligatorio o no. Esta
disposición, explica, es la última de una serie de ataques, entre ellos la
decisión de eliminar de los textos escolares los versículos coránicos y los
hadices, los relatos de profetas, mensajeros y Compañeros del Profeta.
Siguiendo los pasos del laicismo
francés», tituló en su lugar Al Yazira. El periodista egipcio Muhammad ‘Abd
al-Shakur se burla del Ministro de Educación, que cree que puede resolver los
problemas del sistema escolar egipcio prohibiendo a las alumnas llevar el
niqab. Lanzándose en diatribas, el periodista señala que la decisión llega
pocos días después de la norma francesa que prohíbe la abaya en las escuelas.
Francia considera que el Estado es laico y que el hiyab, el niqab y la abaya
son contrarios al laicismo; ¿acaso el ministro
egipcio de Educación del Estado Islámico de Egipto, así como el país de
al-Azhar, consideran que Egipto también es laico hasta el punto de tener que
prohibir el niqab? ‘, se pregunta sarcásticamente al-Shakur, añadiendo
que, sin embargo, los problemas que aquejan a las escuelas desde hace años
persisten: la masificación de las clases, la
escasez de profesores, la baja calidad de la enseñanza, el problema de las
clases particulares a las que recurren quienes pueden permitírselo y el precio
prohibitivo de los textos extranjeros.
En cuanto al laicismo francés, el
politólogo y columnista egipcio ‘Amr al-Shubaki también volvió en el diario
panárabe al-Sharq al-Awsat, con un editorial en el que intenta explicar a un
público árabe el debate francés sobre la presencia islámica y la aplicación de
los principios laicos. Francia, escribe al-Shubaki, es el único país de Europa
que se niega a interrumpir los partidos de fútbol durante un minuto para
permitir que los jugadores musulmanes rompan el ayuno durante el Ramadán, y
ello para «proteger la apariencia laica». El
planteamiento francés «difiere del camino seguido
por sus vecinos europeos: nadie en Gran Bretaña o Alemania se molestaría en
impedir a las niñas entrar en la escuela por llevar un pañuelo en la cabeza». ¿Cuál
sería la solución? Para el politólogo, «no
es necesario que el Estado se convierta en defensor de las religiones, sino dar
más espacio a los fieles de otras religiones, en este caso los musulmanes, para
que puedan expresar su cultura religiosa siempre que no entre en conflicto con
la Constitución y la ley y no sea utilizada por proyectos políticos, lo que sin
duda ayudaría en el proceso de integración política y social».
Traducción
del original en lengua italiana realizada por el director editorial de
ZENIT.
Chiara
Pellegrino
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