IMPORTANTES INTERVENCIONES EN EL PRIMER DÍA: SE CELEBRA HASTA EL SÁBADO
El sacerdote Javier Sánchez y el presidente
internacional Stephen Barr, ambos físicos, en el Congreso de 2022 en Pamplona
De jueves a sábado, la
Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, acoge el II Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos. Participan en el encuentro casi 200 inscritos, de los que una cuarta parte son socios, un 20%
profesores, un 30% estudiantes universitarios
y el resto se dividen entre ponentes y estudiantes de secundaria, incluyendo en
un grupo que participan con paneles en un concurso sobre Ciencia y Fe.
En el programa se recuerda a grandes científicos españoles católicos, se habla de
"tecnología y ética", de "creación y evolución", del papel de
los medios de comunicación para hacer visible al científico católico, de
la relación entre ciencia y fe en el siglo XXI y de las "malas
argumentaciones" en este debate. Hay misa mañaneras (a las 8.30) y
cenas que se alargan, con ocasión de que los más jóvenes y los mayores puedan
compartir mesa y hablar de forma informal.
LA
RAZÓN HACE PREGUNTAS MÁS ALLÁ DEL MÉTODO CIENTÍFICO
Como anfitriona, Maria Lacalle,
del Instituto Razón Abierta, recordó
palabras de Benedicto XVI a
científicos en 2011 en El Escorial: si creemos en un Dios Creador que ha creado
una realidad con verdad, bondad y belleza no hay nada en ella que sea
sospechosa o inquietante. "Buscamos la verdad con la
razón, que es un medio que tenemos.
Somos limitados, podemos conocer solo parcelas de la realidad, y por eso nos
necesitamos unos a otros", apuntó Lacalle.
"Benedicto XVI
también pedía ampliar los límites de la razón. Él hablaba
de una razón abierta, contra un
reduccionismo que dice que solo se puede conocer lo verificable por los
sentidos. ¿Es que sólo podemos formular las preguntas que
atiende el método científico? Hay
una frontera que pide recurrir a la teología o a la filosofía y la
metafísica", apuntó.
María Lacalle recordó el trabajo
del Instituto Razón Abierta: "Pretendemos que
los profesores formulen preguntas sobre su ciencia pero también sobre el
sentido de las cosas y la vida. Con nuestros Premios Razón Abierta,
buscamos gente por el mundo que ya han emprendido caminos valiosos en ese
sentido", recordó, señalando que el sacerdote y físico Javier Sánchez Cañizares,
un impulso de la Sociedad de Científicos Católicos, recibió ese premio hace
varias ediciones.
HACER
VISIBLE AL CIENTÍFICO CATÓLICO; NO ES UN "TIRANOSAURIO"
Enrique Solano, presidente de la Sociedad de Científicos Católicos y astrofísico del
Centro de Astrobiología, explicó que la asociación busca hacer visible a los científicos católicos, porque
"hay quien piensa que un
científico católico es como un tiranosaurio, algo que existió en el pasado,
pero que se extinguieron y
ya no hay". Hay un círculo vicioso por el cual el científico oculta
su fe a su entorno, y al estar oculta, los que lo son no detectan a otros y no
se atreven a mostrarse.
Por otra parte, entre la
población en general hay la percepción de que la ciencia dificulta la propuesta
católica. Por ejemplo, un sondeo en EEUU mostraba que la mitad de los
encuestados pensaban que debido a la teoría del Big Bang es más
difícil creer en Dios, aunque
es una teoría propuesta primero por el científico y sacerdote Lemaitre y en
realidad apunta hacia una cosmovisión teísta y una creación.
Solano citó otro estudio (que a
veces ha citado también el obispo Robert Barron): de una lista de 24 causas que comentaban jóvenes de EEUU para explicar por qué se habían
alejado de la fe, la 4ª más citada era
que pensaban que la Iglesia entraba en conflicto con sus "creencias científicas". Pero, ¿qué conflicto y qué creencias?
En este contexto, la Sociedad de
Científicos Católicos tiene mucho que aportar. Nació en EEUU en 2016, por
iniciativa del físico Stephen Barr y
5 amigos más. Ha crecido con rapidez, hoy
cuenta con 2.000 socios en más de 25 países, y en España ha crecido lo suficiente como para
crear su capítulo propio. La asociación española busca mostrar, dijo Solano,
que "ciencia y fe no sólo son compatibles, sino
complementarias para que conozcamos mejor la realidad". La asociación busca además romper con la
leyenda negra de que en España nunca se ha hecho ciencia, y que la Iglesia la
ha dificultado: ambas cosas son incorrectas.
La Inauguración del Congreso de
Científicos Católicos de 2023 en la Universidad Francisco de Vitoria con María
Lacalle y Enrique Solano.
MUCHOS
LIBROS DE DIVULGACIÓN OCULTAN LA FE DE LOS CIENTÍFICOS
Juan Meléndez, profesor de Física en la
Universidad Carlos III, y autor de un libro de Historia de la Ciencia (De Tales a Newton)
explicó su sorpresa repasando libros
de divulgación científica muy populares, al ver que estaban llenos de "mitos, malentendidos y falacias, como el falso
conflicto entre ciencia y religión. Los historiadores serios no encuentran
huellas de tal conflicto. Estos divulgadores ocultan sistemáticamente las
creencias religiosas de los científicos. La mayoría fueron
cristianos, y algunos muy devotos".
A modo de ejemplo, explica que
leyó una "sesuda y detallada biografía" de Jorge Juan, marino, científico y diplomático español del
s.XVIII que midió el meridiano terrestre y mostró que la Tierra tenía que estar
achatada en los polos. La biografía no decía nada sobre la familia del marino.
Meléndez tardó en descubrir la causa: era caballero
de la Orden de Malta, una orden religiosa que en esa época implicaba voto de castidad
y celibato. Toda su religiosidad sincera se ocultaba.
LEONARDO
TORRES QUEVEDO: INVENTOR DEL MANDO A DISTANCIA, DIRIGIBLES, AUTÓMATAS...
La Biblia, en Eclesiástico 44,
exhorta: "Hagamos el elogio de los hombres
ilustres, de nuestros padres
según sus generaciones". A eso se dedicó la tarde del jueves en el
Congreso, a recordar a grandes científicos católicos españoles.
Ignacio del Villar, doctor en Telecomunicaciones,
autor de dos libros de divulgación sobre científicos católicos y varios
artículos en ReligionEnLibertad, habló del inventor Leonardo Torres Quevedo.
Se le considera un "pionero" de la robótica y el inventor
del mando a distancia. Nació
el mismo año que Gaudí y Ramón y Cajal,
y desarrolló su carrera en la Edad de Plata de la Ciencia española, entre
finales del XIX y primeras décadas del s.XX. Estudió en París
en una escuela de religiosos.
Recibió una herencia de unas parientes ricas y así pudo dedicarse a hacer
inventos. Se casó y tuvo 8 hijos, en un matrimonio muy unido y
feliz.
Torres Quevedo, inventor genial,
hombre humilde, padre de familia numerosa, religioso.
En 1887 patentó un teleférico, que años después se
instaló en las Cataratas del Niágara: han pasado 100 años, aún se usa y se le llama allí el “Spanish aerocar". También inventó un dirigible trilobulado (patente
de 1906), de los que vendió muchos y que emplearon en la
Primera Guerra Mundial. Los
submarinos alemanes evitaban las zonas vigiladas con estos dirigibles, por ser
veloces (83 km/hora, 124 con viento a favor) y con gran autonomía. Aún se usan variables de su modelo trilobulado.
Creó unas máquinas algebraicas que alabó el matemático Henri Poincaré.
Su obra cumbre fue Ensayos de Automática, de 1914, sobre autómatas de base
eléctrica. Inventó el telekino, un
autómata con el primer mando a distancia de
órdenes ilimitadas. Sus mandos a distancia buscaban controlar motores. Y
su obra cumbre fue el aritnómetro, precursor del ordenador, teclado con máquina
de escribir y unidad aritmética-lógica. Interesado en renovar el lenguaje
científico, en la RAE heredó el puesto de Benito Perez Galdós.
Ignacio del Villar detalla además
que fue "un hombre humilde, alegre, empático con su
público. Le gustaban los toros, los deportes y hablar con gente en
el Ateneo de Madrid. Siempre fue muy creyente. Comulgaba los primeros
viernes de mes, segun la devoción al Sagrado Corazón".
Dedicó sus últimos meses a leer el Catecismo. Al morir, citaba: 'Polvo eres y en polvo te convertirás', la gran
frase de Cuaresma.
CELESTINO
MUTIS, EL CURA QUE LLEVÓ LA CIENCIA A COLOMBIA Y ECUADOR
Gonzalo
Colmenarejo, jefe de Bioestadística en el INDEA (Instituto
Madrileño de Estudios Avanzados), habló de Celestino Mutis, cura
científico famoso por los antiguos billetes de 2.000 pesetas, que fue el mayor científico de
Nueva Granada, territorio que en el s.XVIII incluía Colombia, Venezuela,
Ecuador y Panamá.
Nació en Cádiz en 1732, estudió
medicina y muchas cosas más, y llegó con 29
años a Bogotá como médico del Virrey. Ya no volvió a España. Fue el primer profesor de física
newtoniana o astronomía copernicana en Nueva Granada. Tradujo a Newton al
español, estudió las mareas atmosféricas nocturnas (por la noche cambia la
presión atmosférica, y las fases lunares están relacionadas).
Le interesó la metalurgia por su
trato con Antonio de Ulloa, descubridor del platino y primer gobernador de
Luisiana. Con Juan José D'Elhuyar, codescubridor del wolframio, investigó
nuevos métodos de extraccion de plata.
Siempre fue devoto. Era habitual
a misa y en el rezo del rosario. En 1772
se hizo sacerdote y canónigo de la catedral. Tenía 40 años.
Celestino Mutis, médico, zoólogo,
botánico, astrónomo, sacerdote... en la práctica fue el creador de la comunidad
científica en Colombia y Ecuador.
Aún así, unos dominicos en 1774
le acusaron a la Inquisición por hablar del método copernicano, pero la Inquisición le dio la razón a Mutis porque
los jesuitas en Roma ya enseñaban esa astronomía. Desde 1782, cuando se nombró como Virrey al arzobispo Caballero,
acabaron todos sus problemas con
autoridades, porque el arzobispo era un mecenas de
la ciencia y le apoyó en todo. Promovió la variolización de
la población en 1781 frente a la viruela (él mismo dio ejemplo a la población)
lo que salvó miles de vidas, con paso muy leve de la enfermedad. Creó el primer
Observatorio astronómico de Sudamérica.
Encontró quina cerca de Bogotá.
Antes sólo se encontraba en Ecuador, y se sabía por los indios que era útil
contra la malaria. La investigó a fondo en su libro "El arcano de la quina". Por
fin el Rey Carlos III le nombró en 1783 botánico y astrónomo de la Real Expedición de Nueva Granada, la más ambiciosa de la historia de
la Corona Española, destinada a durar más de 20 años. Ese trabajo aportaría a
España un herbolario de 20.000 plantas y 7.000 dibujos, minerales, fósiles.
Dejó en Colombia toda una generación de discípulos científicos.
MUJERES
CIENTÍFICAS DEL SIGLO XX: LAS ÓPTICAS DEL DAZA DE VALDÉS, LA BEATA ORTIZ DE
LANDÁZURI...
Sobre grandes científicas
españolas del siglo XX y su fe habló María José Lupiáñez, experta en
la fauna del suelo que investiga artrópodos en
yacimientos arqueológicos (algo que da datos sobre el clima del pasado, entre
otros frutos).
Empezó recordando a la maestra e
inventora Ángela Luis Robles, a la que se
considera una precursora de la tablet por
su "libro electrónico" para niños.
Era católica y le gustaba preparar los pétalos de rosa que se arrojaban en
Corpus Christi.
Después mencionó a la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri, hermana de Eduardo Ortiz de Landázuri, fundador
de la Universidad de Navarra, también en proceso de beatificacion. Conoció a
San Josemaría en 1944 y entró en el Opus Dei. Impulsa el CEICID en 1968.
Buscaba moléculas eficaces contra las manchas de suciedad. Su tesis buscaba usar cascarilla de arroz para crear
un material que resista al calor, evitando el gasto inútil de energia térmica usando
residuos. Era una pionera de la inquietud por el reciclaje en una época que eso
inquietaba a pocos.
Un grupo de mujeres científicas se
concentró en el Instituto Daza de Valdés de Óptica. Piedad de la Cierva Viudes fue
directora de Química de la Armada Española en los años 50 y pionera
de la radioactividad en España. Era del Opus Dei. También destacaron las dos hermanas Vigón (Maria Aránzazu, en energía atómica, y María Teresa, en el Instituto de Óptica). La
segunda se hizo religiosa del Sagrado Corazón. Olga García Riquelme, también
en Óptica, lamentaba que no se hablara de temas de fe en ambientes científicos.
María Egués,
química del Daza de Valdés, con un gran premio en 1964, iba
a los jesuitas de la calle Maldonado.
Laura Iglesias,
otra jefa investigadora en el Estado Mayor de la Armada, experta en espectroscopía, hizo el itinerario completo del Camino
Neocatecumenal.
Juana Bellanato, experta
en esprectroscopía infrarroja y Raman (llamada así según el Premio Nobel en
1930), estudió Teología en Comillas y en
Alemania trató con los grandes teólogos del momento.
GUILLERMO
GIMÉNEZ GALLEGO, CIENTÍFICO Y JESUITA: "CREO QUE CASÓ A LA MITAD DEL
CSIC"
Josefa Zaldívar, que investiga la
fisiopatología del Parkinson, habló con pasión y admiración del sacerdote
jesuita Guillermo Giménez Gallego, que murió en junio de 2022 y a quien conoció,
como mucha gente en el CSIC. "Fue un
ejemplo de científico católico de verdad", afirma
contundente.
Gallego entró con 16 años en los
jesuitas de Córdoba, estudió Filosofía en Alcalá, Biología
en Granada, Teología en Comillas.
Sacerdote desde 1983, en 1984 fue a Nueva York al Merk Institute, donde hizo lo
pasos claves de sus investigaciones. De vuelta a España fue director del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB)
en dos ocasiones, por decisión de sus compañeros. Fue Premio
Nacional de Biomedicina en 1993 y Premio de Investigación de la Sociedad de
Cardiología en 1995. Su investigación con una
molécula se usa hoy en dos tratamientos médicos, "el gran sueño de muchos, que un descubrimiento pueda
llegar a ayudar a los pacientes".
Sufrió las
presiones del "publicar o perecer" pero lo hizo "sin perder su
alma", según
aquello de Cristo que también repetía San Ignacio: "¿De
qué te sirve ganar el mundo si al final pierdes tu alma?"
"Muchos biólogos le conocieron porque siempre
estaba dispuesto a colaborar, también en proyectos sin financiación.
Si la idea estaba bien argumentada, ayudaba. Cualquier alumno o becario era
importante para él. Cuidaba con trato excepcional a todos, al portero, al
personal de limpieza, preguntaba por su vida, su familia... Era
un remanso de paz en la vorágine que puede ser un centro de investigación con
sus peleas y rencillas entre grupos. Su luz y paz atraía a
todos. Científicos muy alejados de la Iglesia querían acercarse a él, y así a
Dios. Creo que a medio CSIC le ha casado Guillermo, preparando su cursillo
matrimonial también. Hacía su pastoral en los jesuitas de la calle Maldonado.
Allí le gustaba confesar, y la cola del confesionario siempre era larga".
Estos son los temas y ejemplos de grandes científicos y cristianos que se tratan en el Congreso de
la Sociedad de Científicos Católicos.
Conozca la asociación en:
https://www.cientificoscatolicos.com
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