"Mongolia tiene una gran tradición budista, con muchas personas que en el silencio viven su religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha a las propias pasiones", dijo el Papa.
Francisco celebró este miércoles su primera Audiencia General tras regresar de
Mongolia. "He estado en el corazón de Asia
y me ha hecho bien", comentó ante miles de fieles
congregados en la Plaza de San Pedro.
"Se podría
preguntar: ¿por qué el Papa va tan lejos a visitar un pequeño rebaño de fieles?
Porque es precisamente ahí, lejos de los focos, que a menudo se
encuentran los signos de la presencia de Dios, el cual no mira a las
apariencias, sino al corazón", comentó
el Papa, vinculándolo con el tema del celo apostólico, que está centrando sus
últimas catequesis.
SEMILLAS
DE BIEN, DESDE LO ESCONDIDO
"El Señor no
busca el centro del escenario, sino el corazón sencillo de quien lo desea y lo
ama sin aparentar, sin querer destacar por encima de los demás.
Y yo he tenido la gracia de encontrar en Mongolia una Iglesia humilde y feliz,
que está en el corazón de Dios, y puedo testimoniaros su alegría al encontrarse
por algunos días también en el centro de la Iglesia", señaló el Pontífice.
El Papa animó a reconocer el bien
en aquello que es diferente. "Estoy agradecido
por el encuentro interreligioso y ecuménico del domingo. Mongolia tiene
una gran tradición budista, con muchas personas que en el silencio viven su
religiosidad de forma sincera y radical, a través del altruismo y la lucha a
las propias pasiones. Pensemos en cuántas semillas de bien, desde lo
escondido, hacen brotar el jardín del mundo", expresó.
"Dios nos pide
tener una mirada abierta y benévola, porque, sin caer en sincretismos dañinos e
irenismos fáciles, siempre hay alguna riqueza por descubrir: en las personas
como en las culturas, en las religiones como en las naciones. Por eso es
importante, como hace el pueblo mongol, orientar la mirada hacia lo
alto, hacia la luz del bien. Solo de esta manera, a partir del
reconocimiento del bien, se construye el futuro común; solo valorando al otro
se le ayuda a mejorar", añadió el Papa.
Francisco reconoció que el viaje
a Mongolia le hizo bien. "He estado en el
corazón de Asia y me ha hecho bien. Hace bien entrar en diálogo con ese gran
continente, acoger los mensajes, conocer la sabiduría, la forma de mirar las
cosas, de abrazar el tiempo y el espacio. Me ha hecho bien conocer al
pueblo mongol, que custodia las raíces y las tradiciones, respeta a
los ancianos y vive en armonía con el medio ambiente: es un pueblo que mira al
cielo y siente el aliento de la creación", afirmó.
Durante los saludos a los peregrinos, el Papa lamentó el incendio de un edificio en Sudáfrica que causó 70 muertos, entre ellos varios niños, y concluyó confiando a la Virgen María "los sufrimientos y tribulaciones de la querida y atormentada Ucrania".
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