Es como una luz que estalla en lo más íntimo del ser y lo seduce desde dentro, con dulzura, sin violencia, sin avasallamientos
Por: Antonio Gil-Terrón Puchades | Fuente:
www.antoniogilterron.com
El verdadero amor no precisa de palabras que lo expliquen. No se piensa; no se
negocia; no se habla; simplemente se siente en silencio y no necesita de roces
ni caricias que lo sustenten.
Es como una luz que estalla en lo más íntimo del ser y lo seduce desde dentro,
con dulzura, sin violencia, sin avasallamientos. Y no es un negocio en el que
tú me das y yo te doy. No. Porque el verdadero amor solo da y nada espera; ni
siquiera amor al amar.
La experiencia mística del Amor Divino, engancha como la más potente de las
drogas, pero sin más efecto secundario que el liberarnos de todos nuestros
temores y ansiedades, convirtiendo el dolor en la fuerza necesaria para escalar
la cumbre en donde encontraremos el punto de partida a un viaje de regreso, más
allá de las estrellas, a un lugar en donde las calles no tienen nombre y el
tiempo no importa, porque en ese momento el tiempo ya eres tú.
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