PEREGRINOS ACALORADOS CONSIGUEN LAVARSE EN UNO DE LOS ESCASOS PUNTOS DE AGUA EN EL PARQUE DEL TAJO EN LA JMJ DE LISBOA
Lo saben los
veteranos de las JMJ: es una peregrinación, incluyen calor, cansancio,
incomodidades y cierto nivel de sufrimiento. La gran prueba es la
tarde del sábado y la salida el domingo tras la misa final.
Cientos de miles de jóvenes
llegan a un espacio grande, en este caso el Parque del Tajo,
rebautizado "Campo de Gracia", y buscan la zonas que
se les ha asignado. Y edición tras edición, suele estar ocupada.
Las zonas no se
respetan. Los hay que quieren estar con sus nuevos amigos. Otros, con los de
su movimiento de otro país. Otros, más cerca del escenario o donde da la
sombra. Y hay quien llega sin haberse apuntado, por lo general portugueses (o
españoles entusiastas de última hora) que simplemente acuden "al mogollón".
El resultado es que los grupos
llegan a su zona y los encuentran con "okupas"
que han plantado tiendas, y a veces trincheras, alambres de espinos y
una batería digna del Dombás. Los voluntarios de orden son buena gente pero no
policías y no pueden hacer nada excepto evitar peleas. Es una gran prueba para la paciencia cristiana.
En el Diario de Noticias escriben
que en el Parque del Tajo "la sombra
de las papeleras es un lujo". La tarde golpea con temperaturas superiores a los 35 grados,
aunque la brisa es fresca y un alivio. Está completamente prohibido acercarse
al río.
LAS
CHICAS DE HAKUNA (Y MILES DE JÓVENES MÁS) SIN VOZ
En el escenario se suceden los
grupos musicales. Las chicas de Hakuna cantan en
los micrófonos con rostros luminosos pero ya sin voz tras cuatro días de exaltación. A los
peregrinos españoles no les importa, se suman a las canciones.
Aquí muchos aplican eso que dicen
los scouts: "ante las dificultades, sonríe y
canta". Y esas voces ya rasgadas indican que los del
escenario son "de los nuestros", peregrinos agotados. Agotada la carne, porque el
espíritu está presto. Con la noche volverán las fuerzas.
Otros se
tumban a recuperar fuerzas, preparándose para los eventos de la noche.
Los veteranos saben que en la noche se duerme poco y
muchos abren sus corazones y
hablan de cosas serias, de Dios, del amor, del futuro, con desconocidos de
otros países o compañeros de la parroquia. Hay muchas confesiones en la noche
de la JMJ.
Cientos de miles de jóvenes
esperan la llegada del Papa y de la noche en el Parque del Tajo de Lisboa.
COLAS
POR EL AGUA Y LA COMIDA
Los jóvenes hacen colas para
llenar de agua botellas en las fuentes. Son colas enormes, y también las que
reparten la comida para el sábado y domingo.
Los "espontáneos
de última hora", que quieren ir a la vigilia pero no se han inscrito en la
JMJ, se concentran en el lado de Loures, donde
las colas para el agua son más largas todavía. En esa área y en todas las demás
hay quejas de que faltan puntos de agua. Según informa la Municipalidad de
Loures en su sitio web, se instalaron 416 puntos de agua. No es solo beber: hay que mojarse la cara, el pelo, todo, porque hace
calor.
Nace a toda velocidad una especie
de ciudad improvisada de lonas y tenderetes, como
refugiados multicolores, acalorados
pero alegres. Atan telas y tules a donde sea, a barreras, a sombrillas, y
tratan de crear sombras.
Muchos tienden lonas para
conseguir un poco de sombra en el Parque del Tejo, reconvertido en el Campo de
Graça.
Entre los espontáneos de última
hora hay más personas de edad mediana e incluso avanzada, casi siempre
portugueses. Acuden con sillas, sombrillas,
sombreros, cantimploras... y consideran que si el Papa puede venir con 86 años, ellos, con 60, también pueden. Los espontáneos traen colchonetas, sacos de dormir e incluso tiendas de campaña.
LAS
CARPAS MÉDICAS
En las carpas médicas se atiende
a decenas de jóvenes golpeados por el sol. Los españoles y portugueses tienen
cierta resistencia al sol de la que carecen chavales nórdicos, pero no tanta
como para desafiar impunemente al calor.
Un responsable del Instituto
Nacional de Emergencia Médica (INEM) declaró a la Agencia Lusa que se atiende a muchas personas, pero son "situaciones
leves, relacionadas con el
cansancio, crisis de ansiedad, exposición al sol, sin gravedad". Muchos
de los que atienden las carpas sanitarias son voluntarios, a menudo enfermeros
católicos, médicos o estudiantes de carreras sanitarias. Descanso,
sombra y agua suele ser lo que necesitan los peregrinos en la
carpa.
Paquete de comida para sábado y
domingo reciben los peregrinos haciendo sus colas.
NO
HAY ESPACIO PARA PERIODISTAS
Los periodistas llegados de todo
el mundo para atender la JMJ y el encuentro masivo con el Papa se quejan de que
en el Parque Tejo no tienen un espacio donde trabajar en
condiciones. La
organización les remite al centro de prensa que había en el Parque Eduardo VII,
pero no les sirve: está lejos, no permite seguir lo que sucede en directo en el
"Campo da Graça".
Hay un espacio, sí,
pero no caben todos los periodistas, faltan muchos por llegar y no hay
climatización. "Tenemos compañeras embarazadas,
no pueden estar con este calor", protestan. Los peregrinos todo lo
aguantan por Dios, pero los periodistas han venido a trabajar.
El sol se pone en el sábado
mientras miles de jóvenes esperan la oración de vigilia nocturna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario