Esta es una de las causas más frecuentes de infelicidad.
Por: María del Castillo | Fuente: Aleteia
Todos tenemos rachas en las que algunos asuntos se nos tuercen al mismo tiempo.
Un despido, una ruptura sentimental, enfados con la familia, pérdidas
económicas… Sin duda, a veces los disgustos vienen a la vez.
Pero no se trata de una conspiración, sino de algo mucho más sencillo:
cuando estás mal, todo en tu vida sufre las consecuencias de tu situación. Por
ejemplo, si físicamente sufres algún bajón, es posible que tu capacidad de
atender a tu familia y a tu profesión se reduzcan y, tarde o temprano, se verán
las consecuencias.
Sin
embargo, en algunas ocasiones somos nosotros mismos los que estamos mirando la
vida de forma que tenemos la sensación de que el mundo conspira contra
nosotros. Esta es una de las causas más frecuentes de
infelicidad: la constante necesidad de encontrar el problema fuera de uno
mismo.
En psicología, esta sensación de
que el mundo está contra ti, cuando llega a ser patológica, se denomina manía
persecutoria. Todos padecemos en mayor o menor medida una cierta manía
persecutoria. La queja es el mayor alimento para esta sensación. Combatirla de
forma realista y objetiva te hará vivir de forma mucho más equilibrada.
ALGUNAS CLAVES PARA DEJAR DE SENTIR QUE
EL MUNDO ESTÁ CONTRA TI
ACEPTA QUE NO ERES EL CENTRO DEL UNIVERSO: de acuerdo, algunas
personas hablan de ti. Pero la mayoría tienen cosas más importantes de las que
hablar, y no pasa nada.
NO EXAGERES TUS MÉRITOS: la manía persecutoria se puede manifestar en forma de frustración
profesional. Por supuesto, haces muchas cosas bien. Quizá crees que todo el
mundo infravalora tu trabajo. (Esto sucede especialmente a profesiones
artísticas como escritores, músicos, etc.). Muchas veces olvidamos que existe
la posibilidad de que no seamos tan brillantes en lo que hacemos. Esto no nos
quita ninguna dignidad. Seguimos siendo personas únicas, valiosas e importantes.
NO ESPERES GRANDES HALAGOS POR TUS
FAVORES: lo que hagas por otros, hazlo
libremente y sin esperar nada a cambio. Si tienes en la cabeza la lista de
favores que has hecho por los demás esperando que te los devuelvan o que se
sientan muy agradecidos por ti, comprobar que esto no sucede generará en ti una
sensación de injusticia que te producirá rabia, enfado o tristeza, y te hará
mucho daño.
RECUÉRDATE LA VERDAD: a veces, imaginas que la gente está todo el día hablando de ti y, encima, a tus espaldas (compañeros de trabajo, familiares, amigos…). Puede ser que se hable de ti, pero es muy improbable que tengan otros muchos temas de los que hablar.
La creencia de que somos víctimas de una hostilidad por parte de nuestro entorno generalmente es una tapadera de nuestra baja autoestima. Encontrar satisfacción en el victimismo y la autocompasión no nos conduce a nada. La clave está en reforzar nuestra autoestima y dar los pasos necesarios para empezar a querernos tal y como somos, sin la necesidad de conseguir la aprobación de los demás.
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