A ti, siempre tan afable y gentil, te imploro, nunca te alejes de mí, no me dejes solo ante el infortunio y no permitas que me aparte de nuestra Santísima Madre.
Guíame e indícame la forma de ser mejor persona para dar lo mejor de mí a ti y a mis hermanos los humanos, para que así pueda alcanzar la recompensa eterna de Dios.
Amén.
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