El Niño Jesús de Praga es una imagen que fue de la veneración de santa Teresa de Jesús, nuestra santa madre reformadora de la orden carmelita.
La
leyenda cuenta que la modeló en cera un fraile de un antiguo convento de
Andalucía (España) al que la infancia de Jesús le inspiraba devoción. Y tal fue
su fe que se le presentó como un niñito de tres años y conversaba con él. Así
fue que fray José de la Santa Casa, recibió el encargo de Jesús de que hiciera
una imagen de él, tal como lo había visto. El fraile entusiasmado modeló
varias, pero Jesús no se las aprobaba. En éxtasis dio término a una que sería
la final, el Niño Jesús con alegría la aceptó. En ese momento el santo fraile
falleció y fue llevado a la gloria. Después, José de la Santa Casa en sueños se
le presentó a su prior. Le dijo que esta imagen de cera debía ser trasladada a
la capital del reino de Bohemia, que desde ahí alumbraría al mundo. En una
cadena de sucesos favorables la imagen llegó a Praga, antigua capital de
Bohemia y actual capital de la República Checa, en 1628. Pero ¿por qué en Praga? Porque,
tradicionalmente, esta ciudad es considerada como el centro de Europa.
Pues desde ahí el Niño Jesús bendice a sus fieles desde casi cuatrocientos
años. Es uno de los centros de peregrinación importantes, a mediados de agosto,
del catolicismo.
El santo
padre Pío de Pietrelcina dialogaba de continuo con el Niño Jesús, santa Rosa de
Lima jugaba con él -la llamó: Rosa de mi corazón-, Melchora Saravia conversaba
con el Niño Jesús; en Etén se reveló en la hostia sagrada. En otros países de
Sudamérica aparece el Divino Niño, como en Colombia, luego el Niño Dios de
Sotaquí de Chile, el Niño Jesús de Escuque de Venezuela, el Niñopan de México y
hay más.
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