ESTABA EN LA CIMA DE LOS VIDEOJUEGOS, PERO ERA UN INFELIZ: UN LIBRO SOBRE EL PURGATORIO LE RESCATÓ
Mike Devault tuvo que sentir la oscuridad más
absoluta para abrir una rendija a Dios.
Mike Devault lleva
desde su profundo encuentro con Dios sin faltar ni un solo día a misa. Llueva, truene, haga frío o calor, este
estadounidense de madre española está siempre en su parroquia cuando va a dar
comienzo la Eucaristía. Pero
hasta hace seis años esto no era así, es más en aquel momento su vida casi por
completo estaba dedicada a triunfar en el trabajo, aunque para ello hiciera
jornadas de 18 horas o tuviera que dormir en la oficina.
Aparentemente lo tenía todo pues
había logrado ser director creativo en la mayor empresa de videojuegos del
mundo, EA Sports, siendo el
responsable del videojuego de Tiger Woods. Esto le generó
tener mucho dinero, grandes coches y un afán por seguir ganando más y más. Pero cuanto más dinero ganaba más vacío se
sentía, hasta que tocó fondo y entonces se abrió una brecha para que Dios
entrara en su vida.
"NO
SABÍA DÓNDE TIRAR"
En una entrevista en el
programa Cambio de Agujas de la Fundación
EUK Mamie, Mike
Devault relata todo este proceso desde su infancia hasta su vida unida a Dios
que vive ahora. De hecho, asegura que en su infancia “no
éramos totalmente devotos” pues aunque en su familia iban a misa “no tengo recuerdos de rezar en casa o vivir la fe fuera del ambiente de
la misa”.
Esta falta de cimientos sólidos
de su fe se hizo patente en la universidad donde asegura que tocó fondo muchas
veces, pues “sin una vida de de fe fuerte no sabía dónde tirar”. Finalmente, conoció a la que hoy es su mujer
y hubo una cierta mejoría en él porque encontró un punto de apoyo, pero era
insuficiente. De hecho, una vez casados no iban a misa ni practicaban la fe en
la que se criaron.
Su visión de la Iglesia era la
que tenía mucha gente en su entorno: el de una
institución “autoritaria” y que quería “reprimir las diversiones de los demás”.
"¿CUÁL
SERÁ EL COCHE QUE ME COMPRE AHORA?"
En Florida, donde vivía Mike con
su mujer, todo aparentemente les iba sobre ruedas. “La economía nos
iba genial y encontré trabajo en EA Sports, y para mí era un sueño hecho realidad”, recuerda.
De hecho, llegó a pensar que ese
trabajo “era mi cielo” y se sumergió hasta
tal punto en él que “a veces dormía
allí o trabajaba hasta 18 horas. Me vendí a ellos durante 15 años de mi vida”. Reconoce que fue en esa época “toqué fondo en mi vida y también en la parte
espiritual”.
Su ídolo era el trabajo. Ascendía
rápidamente en esta multinacional de los videojuegos y cada vez ocupaba puestos
más altos hasta ser el productor creativo de Woods, un juego sobre golf. “Me sentía bien por el ascenso pero sólo un tiempo, luego ya necesitaba otro
ascenso más. Me compraba un coche lujoso y pensaba: ¿cuál será el siguiente que
me compre?”.
EMPIEZAN
LOS GRANDES CAMBIOS EN SU VIDA
Sin embargo, hubo un momento en
el que Mike Devault sintió que le pesaba la conciencia por el trabajo que
realizaba y que “no producía nada bueno”. Echando
la vista atrás considera que “el Señor empezaba a decirme
que era tiempo de apartarme de esto, porque
en la medida en la que buscaba mi felicidad en el trabajo, en el dinero y en el
éxito este agujero en mi corazón crecía y era cada vez menos feliz”.
Ese acabaría siendo su último año
en EA ya que llegó un momento en el que siempre estaba triste. Sin
embargo, Mike dejó el trabajo creyendo que simplemente
necesitaba un “cambio de ambiente”, nada más.
"UNA
CAÍDA TOTAL AL VACÍO"
Empezó a trabajar en una gran
empresa, pero a los seis meses cerró. Nunca imaginó que una persona como él
podría estar desempleada. “Me daba más
miedo que ir al infierno, fue una caída total al vacío”.
Buscando y buscando encontró otro
trabajo en una empresa de juegos y apuestas. Pero se quedó sin trabajo por
segunda vez. Mike afirma que “tenía casi 40 años,
pero no estaba relacionando las cosas que me pasaban con que a
lo mejor era el Señor el que me quería decir algo con todo esto”
LA
FE IRRUMPE EN SU VIDA
Hundido en lo más profundo fue
cuando “la fe irrumpió en mi vida”. Ese momento en el que se encontraba “desesperado” buscando trabajo coincidió con
la preparación de su hija para la Primera Comunión. “Vi
lo lejos que estaba de mi fe”, cuenta. Incluso Mike llegó a plantear que
la niña no recibiera los sacramentos, pero su mujer se opuso.
“Un pequeño dolor
por dentro” se manifestó en él ante la
actitud con la comunión de su hija. “Igual deberíamos empezar a ir
a misa”, pensó. Y así lo hicieron. Además,
parado como estaba empezó a ir a misa algún día entre semana y así siguió con
la idea animado de que además tan sólo duraba 25 minutos.
UN
LIBRO QUE DA LA VUELTA A SU VIDA
Su corazón se fue poco a poco
reblandeciendo. Además, sus padres también habían experimentado un resurgir de
su fe y le enviaban vídeos de conversiones. Por otro lado, su madre le regaló un libro sobre las almas del purgatorio que dio un
vuelco a su corazón. Se trataba de Sáquennos de aquí, de
María Simma.
“Me encontraba con
tiempo libre y lo leí. Con el libro empecé a experimentar que mi corazón
se reblandecía y a pensar de que podía morirme hoy o mañana. ¿Estoy
preparado?”, recuerda.
Este libro le llevó a leer otros
de Santa Faustina Kowalska y de otros santos y Dios “tiró
la puerta abajo” ya que “quería escuchar y aprender
porque nunca había escuchado hablar de la fe de esta manera”.
UNA
NUEVA PRUEBA
Pero todavía tenía que pasar una
prueba más. Tenía tres opciones para trabajar y estaba seguro de que incluso
podría escoger empleo. Sin embargo, el mismo día de su cumpleaños
recibió la comunicación de los tres de que había sido excluido.
“Esa oscuridad volvió
con más fuerza que nunca”, asegura. Y se metió en su
habitación. Pensó que el Señor le había pagado así el haber vuelto a ir a misa.
Pero entonces en un tono suave sintió que alguien le decía: ‘no hagas caso de esto, es el demonio’”.
UNA
CONFESIÓN TRAS CASI 40 AÑOS
Una vez que escuchó esto “sentí como si el peso que tuviera encima
alguien lo quitara, como si cayera todo de mi cabeza a los pies. Me
levanté, salí y estaba bien. Sentí literalmente la influencia de nuestra
amorosa madre. Es la única forma que tengo de describir esto”.
Este fue el punto de inflexión en
su vida. No se había confesado en casi 40 años y al fin lo hizo. Más de una
hora y media estuvo en el confesionario. “Desde aquel día
de mi cumpleaños voy a misa todos los días”, cuenta feliz
Mike Devault.
Artículo publicado
originariamente en Religión en Libertad en noviembre de 2019.
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