Reforzar la observancia religiosa tiene un enorme valor para que una sociedad se respete y ayude, no que se mate.
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente:
Catholic.net
Los asaltos en instituciones educativas y otros sitios públicos por
desquiciados, matando e hiriendo a quienes pudieron, tienen aterrorizada a la
población estadounidense. Muchos están a favor de armarse para defenderse en
caso de ser atacados, y en Texas se ha hecho legal el porte abierto de armas,
por la misma razón.
El presidente Obama ha mostrado su enojo ante tan terribles sucesos, e insiste
en el control de la venta de armas, sobre todo las de uso militar, para reducir
las muertes. Muchos se oponen, aunque las medidas que propone Obama no afectan
el constitucional derecho a poseer y portar armas.
El principal opositor al control de armas en manos ciudadanas ha sido, y con
mucho éxito, la National Rifle Association (NRA) una poderosa organización no
gubernamental, por gran capacidad demostrada de cabildeo (lobbing) ante el
Congreso federal.
Hay defensores del libre comercio, posesión y porte de todo tipo de armas por
los habitantes de los Estados Unidos que insisten en lo mismo, inclusive
mostrando estadísticas sobre homicidios con armas de fuego a la baja cuando los
gobiernos no han impuesto algunos controles sobre ellas.
“Las armas no matan, matan las personas”, dicen.
Y tienen razón, pero si fuera más difícil conseguir un arma y el parque a discreción,
habría menos matanzas. Sin embargo, hay tantos millones de armas de fuego en
manos civiles, que seguiría siendo fácil posesionarse de alguna y salir a matar
inocentes.
Cierto, son las personas las que matan, con armas de fuego, blancas, explosivos
y hasta vehículos. Así que el problema está en las mentes de las personas. Esto
es lo que hay que enfocar: las mentes, con sus
esquemas de valores, para que menos desquiciados se convenzan de salir a matar
a cuantos puedan, sabiendo que no saldrán vivos de su aventura, por ser muertos
o por suicidio.
Hay que reforzar los esfuerzos de educación en valores, sobre todo porque
muchas conductas de personas y de grupos dan razones para pensar que matar a
otros está bien. Las familias, las iglesias, las escuelas y otras
organizaciones deben hacer mayores, mucho mayores esfuerzos educativos, sobre
el valor de la vida humana, la propia y la ajena.
Pero hay más aún de fondo. La sociedad estadounidense tiene serios problemas de
deformación y desorientación de la psicología humana. Es algo que está a la
vista. Si alguien, jóvenes en general, se convence de salir a matar, por
diferentes razones que crea en su cabeza, y lo hace con toda frialdad, es
porque está enfermo, desorientado, y en ese estado mental ni siquiera se le
ocurrirá, quizás, pensar en el valor de la vida.
De esta manera, la reeducación popular incluye no solamente el adoctrinamiento
en los valores fundamentales de la vida, sino en reducir las causas para que
los niños y los jóvenes puedan convencerse fácilmente de que pueden matar a
otros para desquitarse con la sociedad. Es lo mismo que el llamado bullying
pero llevado al extremo. ¿Por qué puedo maltratar y
golpear a otros por diversión? Por falta de educación, esa que inicia en
la familia. Así, también se justifica matar por darse el gusto, con las razones
que se quiera detrás de estas decisiones.
Sí, las armas solas no matan, pero entonces la sociedad y el gobierno de los
Estados Unidos deben hacer enormes esfuerzos por revisar sus conductas y sus
ejemplos que justifican el daño a otros. Deben redoblar y más los esfuerzos de
educación en valores y los de entender las causas de los traumas mentales que
llevan a matar y destruir, incluyendo la propia vida.
Algo muy grave ocurre en las mentes policiales y de sus jefes en los Estados
Unidos. El número de asesinatos de civiles desarmados es espantoso, no tiene
parangón en ningún país del mundo, que se sepa. Lo terrible es que a todos
ellos les parece bien, lo toleran y lo justifican, con increíble impunidad.
Esta es una mentalidad enfermiza que debería ser cambiada, pero nada se hace
para siquiera intentarlo. Si los policías matan sin miramientos, ¿por qué un civil no puede hacerlo?
Aunque a muchos indiferentes religiosos, ateos y antirreligiosos les moleste,
se debe insistir en el valor trascendente del respeto al prójimo que la
religión exige. Los valores y derechos humanos fundamentales adquieren mucha
mayor relevancia cuando se sabe que hay un Dios a quien rendirle cuentas, y que
el amor al próximo es esencia de vida. Reforzar la observancia religiosa tiene
un enorme valor para que una sociedad se respete y ayude, no que se mate.
Dicen los defensores de las armas en manos civiles que por ejemplo en Suiza,
las armas militares, como se hacía en la Edad Media, siguen en custodia en los
hogares suizos, y que no se usan para matar a nadie. Cierto, y por eso mismo,
deben observar las conductas y la educación allá, para corregir lo necesario, y
que de esta forma cada vez a menos personas, se le ocurra salir a matar. No
sólo en los Estados Unidos hay locos que matan por placer, lo sabemos, pero su
ejemplo es esencial para el resto del mundo.
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