ÉL DEMOSTRÓ CON DATOS QUE TENER PADRE Y MADRE SÍ IMPORTA
Los estudios que consideran irrelevante ser criado
por padre y madre o por una pareja homosexual introducen numerosos sesgos,
sostiene Mark Regnerus.
En 2012, el sociólogo Mark
Regnerus, de la Universidad de Texas, publicó en Social Science Research un
estudio, que sigue siendo una referencia, sobre las diferencias que presentaban
en la vida adulta personas que habían crecido en una familia con
padre y madre y personas que habían crecido en un hogar
con una pareja del mismo sexo.
Como los datos eran favorables a
los primeros, hubo intentos de censurar y boicotear su
trabajo, pero la universidad (donde el terror woke nacía,
pero aún no campeaba a sus anchas) certificó la calidad académica de la
investigación, invitando a una discusión científica, y no
ideológica, de sus resultados.
El debate ha continuado, y con
ocasión de una reciente revisión que contradice sus conclusiones, Regnerus ha
abundado sobre el tema en el mensual católico de apologética Il
Timone.
***
SÍ,
PAPÁ Y MAMÁ SON IMPORTANTES
Europa sigue estando dividida por
una línea serpenteante que va del Báltico al Mediterráneo. Una línea que separa
a las naciones que han aprobado por ley el matrimonio
entre personas del mismo sexo de
las que, a pesar de las fuertes presiones que sufren por parte de la Unión
Europea, las Naciones Unidas y los Estados Unidos, aún no lo han hecho.
Las razones del "no" son diversas, pero a menudo
reflejan preocupaciones relacionadas con la crianza de
los hijos. El papel que
juegan las ciencias sociales en la valoración de la cuestión ha sido
significativo, como demuestra la reciente atención mediática a un nuevo
meta-análisis, o síntesis de estudios, aparecido en BMJ Global Health.
No sorprende que el meta-análisis
llegue a la conclusión de que los hijos criados en familias homosexuales y los
criados en familias heterosexuales lleguen en la vida a resultados similares; y
que en ocasiones las primeras sean mejores que las segundas. Sin embargo, estas
conclusiones aún no han respondido ni desmentido la opinión según la cual la biología -una madre y un padre- sigue siendo relevante para los hijos y los hombres y
las mujeres no son cuidadores intercambiables.
El hogar no es un lugar "no binario". Esta opinión corriente tiene razón de ser.
SE
IGNORA LA VOZ DE LOS HIJOS
Solo tres de los numerosos
estudios incluidos por Zhang, primer autor de este nuevo
meta-análisis, están basados en respuestas
dadas por los hijos de estas uniones; y solo uno de estos -mi
estudio de 2012, publicado en la revista Social Science Research- exploró
una amplia gama de resultados.
Los autores han incluido esta
publicación en su revisión, pero la han etiquetado como "controvertida". ¿Por qué? Porque mi investigación documenta diferencias
estadísticamente significativas entre
los entrevistados que declararon que su madre tenía una relación homosexual y
los jóvenes adultos que declararon haber sido criados por una madre y un padre
casados de manera estable. Diferencias que atañían a unas 25 de las 40
características consideradas.
¿Por qué mi estudio no es habitual? Porque el gremio de los
sociólogos se caracteriza por una uniformidad de método y convicciones. Mis
compañeros tienden a ocultar las
informaciones de contexto de
las familias homosexuales, sofocando desde el principio cualquier resultado que
pueda parecer conservador con un número de "variables
de control" suficiente para que sus conclusiones sean
previsiblemente progresistas. Este es el procedimiento estándar.
Mark Regnerus es profesor de
Sociología en la Universidad de Texas en Austin y presidente del Austin
Institute para estudios sobre la familia y la cultura.
Casi todos los estudios sobre
familias homosexuales con hijos basados en la población -los mejores ejemplos
para el análisis- hacen esto. También yo podría haberlo hecho. Adaptarse por
miedo al ostracismo es un impulso primordial. Pero un retrato más
completo de la verdad es, y
sigue siendo, necesario.
LAS
DIFERENCIAS ENTRE LOS SEXOS SON IMPORTANTES
Contrariamente a lo que algunos
piensan, no tengo ningún interés en declarar que las parejas gays o lesbianas
no pueden ser progenitores adecuados. Muchos otros pueden hacerlo. Yo lo he constatado en los datos y
lo he declarado. Además, los defensores del matrimonio homosexual suelen
afirmar que, concretamente, la orientación sexual parece tener poco que ver con
la práctica parental. Estoy totalmente de acuerdo. Lo que cuenta más
cuando se es progenitor es el sexo,
es decir, el ser hombre o mujer, madre o padre. Ironía de la suerte, es
precisamente esto lo que hace más precario el ser progenitor entre personas del
mismo sexo.
Quienes se expresan en favor de
la legalización de las uniones homosexuales basándose sobre sus resultados con
los hijos, parece que no consideran que es precisamente la ausencia de diversidad (ironía) dentro de la unión lo que tiene mayor peso. Cuando las
preferencias o comportamientos específicos de uno de los dos sexos se
consolidan -como sucede entre las uniones homosexuales-, estos tienden a
amplificarse. En cambio, el matrimonio entre un hombre y una mujer los modera.
Esto es lo que sucede cuando nos tenemos que orientar entre las diferencias
sexuales. Y no hay nada de político en ello. Se trata solo de una realidad empírica.
Cuando mi padre y mi suegro
murieron, hace más de veinte años y con una distancia de tres años uno del
otro, vi cómo se amplificaban las peculiaridades de ambas viudas. Sus
maridos no estaban ya presentes para suavizar sus asperezas.
Las diferencias sexuales tienen
importancia. El proyecto de la Universidad de Standford titulado Cómo se conocen las parejas y qué las mantiene unidas, monitorizado a lo largo del tiempo, reveló
índices dramáticamente elevados de relaciones sexuales extraconyugales entre los hombres gays casados; el 21%
refería haber traicionado a su pareja en el último año. Las parejas de
lesbianas, en cambio, revelan los índices más bajos de traición, pero los más
altos de ruptura.
Ambos comportamientos ha
caracterizado desde hace mucho tiempo al varón (que tiene barreras mínimas
respecto al sexo) y a la mujer (que nutre expectativas muy altas en las
relaciones). Si bien las mujeres son las menos propensas a traicionar, los
elevados índices de fracaso de sus uniones homosexuales son responsables de los
elevados niveles de madres solteras, una
situación considerada desde siempre no óptima para los hijos.
Este es el "sucio secreto" de los científicos
sociales, que prefieren aislar las variables de la inestabilidad
familiar: proceso que suele convertir en estadísticamente
irrelevante la orientación sexual de los progenitores en lo que atañe a los
resultados de los hijos. Pero todos sabemos que esto no es así. Los niños necesitan estabilidad y necesitan a su madre. La mayor parte de los hombres homosexuales lo
entiende y por este motivo son pocos los que intentan tener
hijos. Según un estudio de 2020 publicado en el Journal of Economic Behavior &
Organization, en Holanda -tal vez la nación más tolerante
del mundo-, solo el 19% de las parejas lesbianas tiene un hijo. Lo mismo vale para
el 1% de las parejas gays.
LA
INFLUENCIA DE LA RENTA
Hay más. El análisis reciente de tres grupos de datos representativos a
nivel nacional de Estados Unidos y Canadá, firmado por los economistas Douglas Allen y Joseph Price, ha confirmado los diversos índices de separación
de las parejas. Pero el resultado inesperado llegó cuando los investigadores
llevaron a cabo una distinción entre parejas con o sin hijos. En ausencia de
hijos, las parejas del mismo sexo y las de sexo opuesto han revelado índices de
separación relativamente comparables. En cambio, cuando hay hijos, los
resultados son sorprendentemente distintos, con índices de separación del 43%
en las parejas del mismo sexo, muy superior al 8% registrado entre las parejas
de sexo opuesto. En otras palabras, la presencia de hijos tiende a
estabilizar a las parejas de sexo opuesto, pero a desestabilizar a las del
mismo sexo.
Además, este dato se puede
observar claramente en las publicaciones que utilizan los datos del
influyente National longitudinal lesbian
family study. Ciertamente, a veces las familias
homosexuales tienen los mejores resultados respectos a los hijos, como ha
revelado un estudio sobre jóvenes holandeses que se publicó en un número de la
revista Demography en 2021; no tengo dudas sobre ello. Sin embargo,
lo que no se ha pregonado es que las rentas de las familias homosexuales -en su
mayoría formadas por dos mujeres- son más altas que las de las familias formadas por un
padre y una madre casados, normalmente porque una madre casada con el padre de
sus hijos tiene menos posibilidades de ser contratada a tiempo completo y
porque las familias homosexuales no corren el riesgo de un embarazo inesperado.
Quien planifica ser progenitor lo hace porque puede permitírselo.
Un factor que muchos estudios no
tienen en cuenta al analizar los resultados académicos de los hijos criados por
parejas del mismo sexo es el superior nivel económico de éstas respecto a la
población general.
El dinero ayuda a
las familias, sobre todo en lo que concierne
a la educación, criterio respecto al cual las familias homosexuales sobresalen.
Sin embargo, falta cualquier consideración sobre el precio que tiene
crecer sin un padre. Algunas
evidencias iniciales de los datos holandeses sugieren que los chicos
procedentes de este tipo de familia se orientan hacia una ocupación no
tradicional (es decir, de tipo femenino).
DAR
VALOR A LAS UNIONES FÉRTILES
Todo esto significa que, como
media, el matrimonio entre un hombre y una mujer sostiene cargas directas de
reproducción y crianza de los hijos muchos más pesadas, y con menos recursos,
respecto a la unión entre personas del mismo sexo. Privilegiar (algo muy
distinto a tolerar) las uniones naturalmente infértiles no tiene sentido en un mundo en el que
los bajos índices de natalidad amenazan el futuro económico y cultural de
Occidente.
El matrimonio es la unión que,
desde siempre, une a los padres con las madres y con los hijos que estas llevan
en su seno. Estas familias son los muros maestros de la historia
de Europa. Sin embargo, actualmente la Unión Europea apoya la concesión
de ventajas comparables a las uniones que no son fértiles naturalmente: una política del tipo love is love, basada en
el sentimiento moderno. La subsidiariedad ha
sido el principio fundador de la Unión, un compromiso que garantiza que los
Estados miembros mantienen su autoridad sobre los "sectores
en los que la UE no tiene competencia exclusiva".
Plantear una ampliación a nuevos
Estados miembros a costa de obligarlos a reconsiderar sus políticas familiares
-mientras se castiga a quienes han resistido y cuya sangre ha hecho posible la
Unión Europea moderna y sus fronteras- rebasa drásticamente los límites de
la gobernanza europea, además de ser una clara tergiversación de sus valores fundacionales.
* * *
Regnerus sintetiza así los principales errores de
los estudios que cita:
DIEZ
COSAS QUE HAY QUE SABER SOBRE LOS ESTUDIOS FAVORABLES A LAS PAREJAS LGBT
1. La cantidad no siempre es sinónimo de calidad, y las investigaciones
favorables a los progenitores de parejas homosexuales, más numerosas, suelen
tener limitaciones, empezando por la recogida de los datos,
obtenidos a veces con métodos no casuales sino en "bola
de nieve", es decir, mediante la red de relaciones de un grupo
inicial.
2. No es infrecuente que en dichas investigaciones se lleven a cabo
comparaciones entre los niños criados por algunas parejas homosexuales -a menudo más
ricas que la media- y los de todas las
parejas de sexo opuesto, haciendo que esta comparación sea totalmente
incorrecta.
3. A veces se omite el grupo control con el que efectuar la comparación de los
resultados alcanzados con un estudio.
4. En muchos estudios el número de niños analizados que viven con parejas
homosexuales no es representativo de la realidad considerada, siendo muy reducido (casi siempre por
debajo de las 40 unidades) e impidiendo cualquier posible carácter de
generalización.
5. Muchas investigaciones que son favorables a la parentalidad de las
parejas homosexuales toman en consideración a "familias
homosexuales" femeninas -formadas además por mujeres de gran nivel de educación- en las que el hijo ha crecido, al
menos al inicio, en una familia heterosexual
normal.
6. Frente a una cierta consistencia en los estudios realizados sobre la
infancia -estudiada casi siempre considerando solo los aspectos macroscópicos
del malestar-, escasean los estudios sobre las condiciones de los hijos criados
en "familias homosexuales" en
el final de la adolescencia o en la edad adulta.
7. En cualquier caso, dichos estudios casi nunca
consideran el punto de vista directo de los hijos, privilegiando el de las parejas del mismo sexo
(encuestadas a menudo solo mediante cuestionarios estándar enviados on line), las cuales, informadas del objetivo
de la investigación, tienen todo el interés, hoy en día, a ser consideradas
buenos progenitores.
8. La reelaboración de los datos recogidos por algunos de estos estudios
han llevado, en ocasiones, a resultados distintos,
sin que sea posible saber si se trata de errores estadísticos o de alteraciones voluntarias de
los investigadores.
9. A menudo estas investigaciones son obra de profesores que no esconden,
no solo sus tendencias homosexuales, sino también el hecho de que son
defensores del movimiento LGBT, cuando no
verdaderos activistas arcoíris.
10. Todo estudioso sabe que publicar un trabajo que pueda contradecir -o
incluso que no refuerce- el relato arcoíris sobre la "ninguna diferencia" con las familias tradicionales, puede
costarle polémicas o protestas incendiarias. Esto
explica por qué no son muchos los estudios que no son favorables a los relatos
arcoíris.
Traducción de Helena
Faccia Serrano.
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