Un comunicado interno del Departamento Correccional de Alaska con fecha de 6 de junio empezó a circular por las 14 prisiones del Estado estableciendo que no podía usarse vino en las misas en centros penitenciarios.
El texto detallaba: "No se usará vino de altar ni otras bebidas
alcohólicas, por nadie implicado en ninguna actividad. El uso de un sustitutivo no alcohólico (zumo) para
el vino de altar se puede considerar".
Las comunidades protestantes que
realizan rituales simbólicos con zumo de uva podían acomodarse a esta norma,
pero la prensa católica (por
ejemplo, la revista The Pillar), enseguida señaló que la misa católica exige que
el sacerdote use vino, y no mero zumo, aunque luego los comulgantes
sólo comulguen bajo la especie del pan.
EL
DEPARTAMENTO CORRECCIONAL SE CORRIGIÓ RÁPIDO
En pocos días, el Departamento
Correccional de Alaska se dio cuenta de la
situación y adaptó la normativa, difundiendo una nueva norma que sí permite el uso de vino
para la misa, o, de forma más amplia, "cualquier uso de vino de altar en
un evento relacionado con un grupo religioso".
En una nota del 14 de julio, el
Departamento Correccional "reconoce
las preocupaciones recientes" sobre su normativa, "respetamos la preocupación no intencionada que se ha generado y por esa
razón retiramos esa normativa interna".
Y añade: "Nuestra
principal prioridad es garantizar un entorno seguro y
protegido y, al mismo tiempo,
honrar las creencias religiosas de todos aquellos bajo nuestro
cuidado y custodia. El DOC de Alaska sigue comprometido con servir al Estado de
Alaska con el más alto nivel de respeto y integridad", declaró un
comunicado de la institución penitenciaria.
Entre los que pidieron adaptar la
norma estuvo Brian Burch, presidente del grupo Catholic Vote, recordando que "la misa católica conmemora la Última Cena, donde
creemos que Cristo mismo
transformó el vino en su cuerpo, sangre, alma y divinidad, y pidió
a sus apóstoles que continuaran esta práctica como un memorial perpetuo".
NORMATIVAS
EN OTROS ESTADOS: "LA CANTIDAD MÍNIMA"
Los capellanes católicos en las
cárceles de Alaska tradicionalmente han celebrado la misa sin problemas, aunque
sí se han dado algunos casos de incomprensión. En un artículo de 2010 en
el Catholic Herald de Milwaukee, el padre Thomas Brundage, que
servía en Alaska, explicó que tuvo que
convencer al "segundo al mando" de una prisión de que podía usar
vino, enseñándole la normativa en la página web del sistema correccional.
En algunos estados de EEUU la
normativa especifica, según The
Pillar, que los capellanes
han de introducir una cantidad mínima, la justa para consagrar el cáliz. Otras normas llegan a especificar que los presos
no deben comulgar del cáliz, y sólo pueden comulgar bajo la especie del pan.
En 2002, un
tribunal de apelación anuló una norma que habían establecido unos funcionarios
de prisiones en Florida que prohibía la comunión bajo las dos especies para los presos. Por lo general, las normas
hoy permiten a los internos "recibir pequeñas
cantidades de vino como parte de un ritual religioso y solo administradas bajo
la supervisión de capellanes, clérigos o voluntarios autorizados".
Alaska cuenta con unos 4.000
presos. Los católicos son pocos entre la población de Alaska, unos 70.000 sobre
un total de 730.000 personas.
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