Evangelio del Jueves 22 de Junio.
PRIMERA
LECTURA. De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11,1-11
Hermanos: Ojalá soportaran ustedes que les
dijera unas cuantas cosas sin sentido. Sopórtenmelas, pues estoy celoso de
ustedes con celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido y los he
entregado a Cristo como si fueran ustedes una virgen pura. Y me da miedo que,
como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así extravíe el modo de pensar
de ustedes y los aparte de la entrega sincera a Cristo.
Porque si
alguien viniera a predicarles un Cristo diferente del que yo les he predicado,
o a comunicarles un Espíritu diferente del que han recibido, o un Evangelio
diferente del que han aceptado, ciertamente ustedes le harían caso. Sin
embargo, yo no me juzgo en nada inferior a esos "superapóstoles".
Seré inculto en mis palabras, pero no en mis conocimientos, como se lo he
demostrado a ustedes siempre y en presencia de todos.
¿O es que hice mal en rebajarme para enaltecerlos a ustedes,
anunciándoles gratuitamente el Evangelio de Dios? He despojado a otras comunidades cristianas, aceptando de ellas una
ayuda para poder servirlos a ustedes. Mientras estuve con ustedes, aunque pasé
necesidades, a nadie le fui gravoso; fueron los hermanos venidos de Macedonia
los que proveyeron a mis necesidades. Siempre he evitado serles gravoso a
ustedes, y lo seguiré evitando.
Pongo a Cristo por testigo de que nadie me quitará esta gloria en toda la provincia de Acaya. ¿Por qué digo esto? ¿Será que no los quiero? Dios sabe que sí los quiero. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL. Del salmo 110, 1-2. 3-4. 7-8.
R/. Justas y verdaderas son rus obras, Señor.
Quiero
alabar a Dios de corazón en las reuniones de los justos. Grandiosas son las
obras del Señor y para todo fiel dignas de estudio. R/.
Justas y verdaderas son rus obras, Señor.
De
majestad y gloria hablan sus obras y su justicia dura para siempre. Ha hecho
inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. R/. Justas y verdaderas son rus obras, Señor.
Justas y
verdaderas son sus obras, son dignos de confianza sus mandatos, pues nunca
pierden su valor y exigen ser fielmente ejecutados. R/.
Justas y verdaderas son rus obras, Señor.
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando
ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a
fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe
lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXIÓN. Quisiera hoy centrar nuestra
reflexión sobre el perdón. Ante todo, debemos entender que el perdón no es un
sentimiento, sino un acto de la voluntad. Cuando una persona nos ofende, se
crea en nosotros un "sentimiento" (generalmente
de resentimiento, pudiendo incluso llegar al odio) del cual, de manera
ordinaria, no podemos tener control, pues responde a una acción que toca un
área "espiritual" (lo mismo
podemos decir del amor, la envidia y otros).
Este
sentimiento se incrementará con la repetición de acciones semejantes a las que
lo crearon y/o reaccionando de acuerdo con el "impulso"
natural de este sentimiento (en este caso, sería la agresión); en
cambio, disminuirá, pudiendo llegar a desaparecer, con una respuesta contraria
a la que el sentimiento genera. Perdonar es la decisión que el hombre toma de
no reaccionar conforme al sentimiento, sino por el contrario, buscar la acción
que pueda ayudar a que éste desaparezca, como puede ser una sonrisa, el
servicio, la cortesía.
Por ello,
el perdón exige renuncia, renuncia a nosotros mismos, a nuestro afán de
venganza, a actuar conforme a nuestra pasión. En pocas palabras, perdonar es
devolver bien a cambio de mal. Sólo si nosotros perdonamos, tendremos también
el perdón de Dios, y más aún: experimentaremos la verdadera alegría de amar. No es fácil, pero todo es posible con la gracia de Dios.
Presbítero Ernesto María Caro.
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