DOS SALESIANOS CUENTAN SU EXPERIENCIA SIBERIANA EN YAKUTSK Y ALDÁN, A 50 BAJO CERO
El padre Jozef Toth habla con un periodista yakuto
en Yakutsk... superado un cáncer, vuelve a Siberia
A 500 kilómetros al
sur de Yakutsk, que es
considerada la ciudad más fría del mundo, está Aldán,
una población de 20.000 habitantes en Siberia, en la república de Sajá, dentro
de la Federación de Repúblicas rusas. (Hay lugares más fríos, pero no son
ciudades, sino aldeas o bases polares).
La temperatura media en Aldán en diciembre y enero es de -21ºC bajo cero (con una temperatura mínima media de -30ºC).
A veces alcanza los -50 bajo cero.
Aldán acaba de cumplir
100 años. Nació en 1923 con
la minería del oro. Además de ferrocarril y un pequeño aeropuerto, tiene algo que escasea en muchos
cientos de kilómetros a la redonda: un cura católico.
Se trata del sacerdote
misionero salesiano Jozef Tóth, natural de Eslovaquia. De
joven pensaba ir al cálido Ecuador, pero lo mandaron a la gélida Yakutia en
cuanto se hundió la Unión Soviética, en 1991. Yakutia, llamada más
recientemente república de Sajá, tiene 3 millones de
kilómetros cuadrados, es la mayor entidad regional del mundo. Y para evangelizarla en 2023 cuenta
con 2 curas, y algunos hermanos salesianos, en Aldán y en Yakutsk. En Aldán le
acompaña un hermano coreano. Ha tenido hace poco ayuda de dos religiosos de
lugares cálidos, de Burundi y de la India.
La parroquia católica de Yakutsk
está dedicada a Cristo Sol de Verdad.
La de Aldán, a San Nicolás. En la de Yakutks hay un curioso viacrucis pintado
por el artista Sergey Avelev que muestra a Cristo y otros personajes con
apariencia asiática. En Yakutia24.ru, el padre Jozef calculaba que un 40% de
sus feligreses eran nativos de Yakutia. Abundan
los feligreses filipinos y vietnamitas. Antes había parroquianos polacos y
lituanos, pero casi todos se han trasladado más recientemente a la Unión
Europea.
LOS
PRIMEROS MISIONEROS AL CAER LA URSS
Tóth llegó
tras la perestroika con otros dos salesianos, incluyendo
un párroco veterano que hablaba bien ruso. Eran los primeros sacerdotes en
llegar a Aldán en muchas décadas, incluso dos años antes que los curas
ortodoxos. "La gente sabía muy poco sobre el mundo
espiritual y la vida espiritual. Fuimos
aceptados desde el lado humano. Había hambre de espiritualidad",
recuerda, hablando con el diario católico eslovaco Svet
krestanstva.
Los recién llegados pusieron
anuncios en TV, radio y periódicos, explicando que ahora había curas católicos.
Poco a poco, como es propio de salesianos,
con actividades educativas, juveniles e infantiles, trabaron contacto con la
gente. Organizaron obras de
teatro, y también oratorios. Algunos estudiantes de esos años de final del
siglo se hicieron católicos, pero casi todos
emigraron después.
CONFESÁNDOSE
CON EL PÁRROCO ORTODOXO
Los curas católicos en la zona se
llevan bien con el arzobispado ortodoxo (eparquía) que ocupa todo el territorio
de Yakutia. "Tenemos buenas relaciones con el
obispo, su vicario y los sacerdotes; nos reunimos, hablamos, y nos
bendice", explica Tóth. También es muy amigo de
su vecino el Padre Pavel, un sacerdote ortodoxo casado y con 6 hijos.
Durante un tiempo, Tóth estuvo
solo en Yakutsk sin otro sacerdote a mano. Consultó al
obispo ortodoxo y éste dio permiso a un sacerdote ortodoxo para confesarle
durante unos meses. Hay algunos entornos
ortodoxos muy anticatólicos, pero en este caso "tanto
el obispo como el sacerdote eran altamente educados, tenían experiencia con
países como Israel e Italia" y uno había sido misionero en Georgia,
así que entendía la situación.
"El
cristianismo llegó a Yakutia hace 400 años a través de sacerdotes ortodoxos.
Pero la catequización y la evangelización no fueron profundas", explica. Los 70 años de comunismo y el materialismo ligado a la minería
del oro generaron una cultura muy alejada de Dios.
TRAS
30 AÑOS, UNOS 500 PARROQUIANOS MUY DISPERSOS
Parece que el primer cura
católico que pasó por la zona fue un polaco en la segunda mitad del s.XIX
atravesó Yakutia desde el Pacífico hacia Irkutsk. Había pioneros lituanos y
polacos en su ruta, cazadores o mineros, a los que casó y cuyos hijos bautizó.
Es casi seguro que no volvieron a ver ningún otro cura católico. Llegó el comunismo en 1917 y la iglesia católica en
Siberia, que era pequeña, quedó oficialmente desmantelada.
El padre Tóth dice que en la
actualidad hay personas de 30 y 40 años que
tienen preguntas espirituales y se abren a preguntar por la fe católica. Quieren saber más de la Iglesia, de la oración,
o simplemente sobre cómo afrontar mejor sus problemas.
Los católicos evangelizan con
actividades sociales, oratorios y catequesis. Hacen conciertos
de órgano, que atraen a un público. Y actividades de verano para niños. Tras 30 años de evangelización, cuentan con unos
500 parroquianos.
Los misioneros en los años 90
recorrían circuitos de hasta 700 kilómetros, por lo general por el río,
visitando sobre todo 7 u 8 pueblos lejanos. Ahora la
pastoral ha cambiado: la misión tiene menos voluntarios y
se centra más en la pastoral de la ciudad.
PARROQUIANOS
DEL CÍRCULO POLAR QUE VIENEN CADA DOS AÑOS
Con todo, hay católicos muy
dispersos. "En Yakutsk, encontramos tres o
cuatro familias ucranianas [católicas] que no conocíamos antes, ya veces
conducimos para verlas. También hay parroquianos más allá del Círculo Polar
Ártico. Vienen a Yakutsk una vez, cada dos o tres años, durante un mes más o
menos".
"Una vez una
mujer vino a mí desde más allá del Círculo Polar para ser bautizada. Le pregunté
cuántos días más estaría en Yakutsk. Dijo que tres. Llamé al obispo esa tarde y le pregunté. El
obispo me preguntó si la mujer creía y vivía correctamente. Le dije que sí. El
obispo se lo pensó y me dijo que le enseñara lo básico y la podría bautizar.
Pero esos son casos excepcionales. Hasta hoy ella reza, lee la palabra de Dios y
viene a Yakutsk una vez cada dos o tres años".
LOS
PELIGROS DEL FRÍO EXTREMO
Sobre el frío extremos en
invierno, detalla que hay que evitar apresurarse porque es peligroso sudar o
quedarse sin aliento: es importante, dice, inhalar
por la nariz y proteger manos, pies, garganta y cabeza. Alguna vez que ha sentido que los
pies se le enfriaban, enseguida ha buscado un radiador y los ha calentado. "Es importante no correr riesgos, no
arriesgarse", detalla.
Conoce personas que cayeron de una motonieve, se mojaron y perdieron tiempo
intentando rescatar la moto. Aunque llegaron a un refugio después, ya era
demasiado tarde, no tenían ni capacidad de encender cerillas y sufrieron
congelación.
Él ha comprobado que en Yakutia siempre hay una semana que se alcanzan los -55 grados bajo cero. "El resto del invierno es alrededor
de menos 40 a menos 45 grados. Es normal allí. Personalmente tolero bastante
bien la temperatura hasta este valor. Por debajo de menos 40 ya lo siento
más".
El misionero confirma que de
día mantienen los motores de los coches encendidos para
evitar que se congele el aceite, o bien se apagan solo media hora y
luego se encienden de nuevo, para proteger la batería.
Es peligroso con ese frío que un
automóvil viaje solo, por si se estropea.
"La
gente trata de recorrer largas distancias en invierno con dos o tres autos
juntos. Muy pocos coches
circulan por la taiga en invierno", detalla.
PEPITAS
DE RO Y CARNE CRUDA HELADA
También le consta que algunos
vecinos pueden tener pepitas de oro, pero no las quieren vender porque temen
que eso les meta en líos, que acudan autoridades y registren sus casas.
Sobre la comida, a él le gusta
la "stroganina", que es "carne cruda de
potro o pescado; rallan la carne congelada, la salan y listo. Para mí es un
manjar.
La gente de Yakutsk ni siquiera cocina
completamente la carne, la comen semicruda, pensando que
así ahorran algunas vitaminas". Pero hay voluntarios que han ido
con los salesianos y no soportan esa comida.
LOS
EFECTOS DE LA GUERRA DE UCRANIA
Sobre la guerra en Ucrania,
constata que la lucha ha matado a jóvenes que conocía, enviados al frente. "Un chico que bauticé a los 4 años fue
alcanzado por una mina. Le dañó los brazos y las piernas, estuvo en el hospital casi
medio año. Veremos que pasa. Su mamá lo considera un héroe. Hay un
voluntario que no regresó al pueblo, era hijo de una señora que conozco de hace
30 años. No regresó y dejó tres niños pequeños", explica.
También hay un feligrés que es
marinero, sirvió al inicio de la guerra, volvió a casa en verano y se las
arregló para no regresar al frente y quedarse con la familia. "Las madres, hermanas y esposas nos piden que oremos
por estos muchachos, para que regresen con vida. Nuestra posición es de
oración, de reconciliación y de tratar de animar a la gente",
añade. Por el momento, ser extranjero, eslovaco, no le ha traído problemas.
Otra consecuencia de la guerra es
que ya no hay vuelos directos a Europa. "Antes
desayunábamos en Yakutia y cenábamos en Eslovaquia. Se podía hacer el viaje muy cómodamente en 13 a 15
horas. Ahora no se puede viajar en menos de dos días y es mucho más caro",
detalla. Requiere dar un rodeo. De Yakutsk vuela a Moscú, de
allí a Belgrado, en Serbia, país afín a Rusia, y de Serbia, a Viena, en Austria.
TRAS
EL CÁNCER, DE VUELTA A LA MISIÓN
Por edad, Jozef
Tóth podría ya jubilarse, y además acaba de superar una enfermedad oncológica
grave. Pero se vuelve a Siberia.
Dice que al saber de su
enfermedad "no me estremeció tanto como cuando
escucho que otros han enfermado. Yo no sé por qué". Da gracias a
Dios, a las oraciones de los demás, y a los médicos. "Después de dos años y medio los oncomarcadores son muy
pequeños, casi insignificantes en comparación con lo que eran". "
"Pensé: si
hay esta señal de la gracia y la providencia de Dios, ¿por qué no continuar
trabajando? No tengo dolor ni ninguna dificultad, simplemente
no puedo saltar sin romperme los huesos. Internamente, la enfermedad me liberó
y me unió, cambió mi jerarquía de valores. A veces me arrepiento de que haya
tenido que pasar tanto tiempo para darme un empujón espiritual", comenta. "Soy más libre, más alegre, más plantado en la
viña de Dios. Sé que cada día es del Señor y de los demás, es un regalo".
DE
LOS GITANOS A LA SIBERIA PROFUNDA
Otro sacerdote salesiano, Marosh
Peciar, daba más datos sobre la misión en Yakutia en otra entrevista en 2019 en
el periódico católico eslovaco.
Él empezó trabajando
7 años con niños gitanos en
Eslovaquia. Luego, en Pascua de 2013, llegó a Siberia. Vio que la misión
salesiana estaba muy volcada en la pastoral ordinaria para intentar cosas
nuevas. "Descubrimos que teníamos
que trabajar con líderes a los que pudiéramos dejar la iglesia incluso si
tuviéramos que irnos", detalló Peciar. "No fue fácil al principio, a mis cuarenta años de
repente tuve que aprender un nuevo idioma, escribir sermones, porque aún no lo
dominaba bien. Gracias a esto, una persona se somete a una limpieza
interna". Con todo, el ruso y el eslovaco son ambas
lenguas eslavas, y
eso ayuda a los misioneros.
Entre Aldán y la capital, Yakutsk, Peciar cuenta unos cien feligreses que ven
cada semana en misa. Muchos son extranjeros de
diferentes rincones del mundo. Y otros muchos viven muy lejos. "Tenemos alrededor de cinco pueblos indígenas
alrededor de Aldán a los que vamos todas las semanas. Conseguimos ir a otros
lugares una vez al mes, y a los más lejanos solo una vez al año".
LA
PASTORAL DEL WHATSAPP
Una novedad ya en 2019 es
que "casi todo el mundo tiene WhatsApp, incluso las
abuelas.
Vemos una gran ayuda en cómo podemos llegar a nuestros creyentes a través de la
tecnología. Les enviamos catequesis, reflexiones o felicitaciones por
vacaciones. Por supuesto, no hay sustituto para el contacto personal".
"Conocimos
gente que nos dijo: 'Vivimos muy lejos y en condiciones difíciles.
Ya pensábamos que Dios se había olvidado de nosotros. Pero has venido a compartir la
fe con nosotros, y por eso sabemos que no es así'", explica, como experiencia misionera clave.
"Con nuestra
oración e interés, tratamos de motivar a aquellos que no tienen la oportunidad
de recibir los sacramentos con regularidad, a vivir su fe en una relación
con Dios y convertirse ellos mismos en discípulos. Este modelo de
guía espiritual debe basarse en la regularidad. Esa gente nos está esperando,
y cuando no venimos, es una gran decepción para ellos".
RETOS
CLÁSICOS EN RUSIA: EL ALCOHOLISMO Y LAS FAMILIAS SIN PADRE
Sobre los retos de las familias
en Siberia, como en el resto de la Federación Rusa, Peciar seguía señalando los dos clásicos soviéticos y postsoviéticos: el
alcoholismo y las familias rotas, sin padre.
"Muchos niños
crecen en familias donde la madre, la tía o la abuela es la cabeza de familia y
el padre suele estar ausente o fluctuante. Las mujeres suelen tener hijos
con dos o tres parejas. El papel del padre no parece ser
importante para los hombres. Los jóvenes carecen de modelo para construir una
familia funcional", lamentaba.
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