UNA PELÍCULA DE LOS CREADORES DE «UNPLANNED» Y «DIOS NO ESTÁ MUERTO»
Un asesino
en serie va a ser ejecutado en una prisión de Oklahoma
por matar a seis personas. Horas antes, recibe la visita de un psiquiatra que
debe evaluarle. Si es declarado mentalmente enfermo, se librará de
la silla eléctrica. El criminal asegura que está poseído por un demonio que
controla su cuerpo y sería el verdadero responsable de los homicidios.
UNA
BUENA PELÍCULA SOBRE EL DEMONIO
Éste es el planteamiento de Nefarious,
una película dirigida por Chuck Konzelman y Cary
Solomon. Son bien
conocidos, por ser los co-directores de Unplanned, el
biopic sobre la líder provida Abby Johnson, y de
la saga God's not dead [Dios no está
muerto]. En muy pocos meses, Nefarious se
ha convertido en un fenómeno en el ámbito cristiano estadounidense.
Su estreno coincidió con el
de El exorcista del Papa,
con la que nada tiene que ver. La película de Julius Avery interpretada
por Russell Crowe es
una típica película de posesiones, plena de acción, sustos y efectos especiales
en un clima de misterio y terror sobrenatural. Pero, sin ser formalmente
anticatólica, carece
de todo rigor teológico,
rozando en algún caso la autoparodia.
Nefarious es justo lo contrario. La mayor parte de su metraje transcurre en
un único escenario, la sala de la cárcel, y con dos únicos
personajes en un puro duelo
argumentativo e interpretativo. Que no son estrellas. Sean
Patrick Flanery (n.
1965) empezó a ser conocido en los 90 como protagonista de la serie de George Lucas Las aventuras
del joven Indiana Jones, y borda el papel de su vida encarnando los
múltiples tics de Edward Wayne Brady, el asesino. Jordan Belfi (n. 1978), con apariciones en CSI, Bones o El
mentalista, es James Martin, el doctor que debe distinguir
si su paciente es realmente un perturbado o bien solo
intenta eludir la muerte.
Aunque hay otra opción, claro, y
es que quien hable por boca de Edward sea realmente quien dice ser: un demonio, Nefarious, transcripción al
inglés, dice él mismo, de un dialecto fenicio que se perdió hace tres mil
quinientos años. James no lo cree, porque es ateo, y todavía menos cuando el recluso le anuncia: “Antes de que salgas hoy de aquí habrás cometido tres
asesinatos”.
-Eso no ocurrirá –responde.
-Ocurrirá porque yo lo digo –zanja Nefarious.
El cual habla siempre con tranquilidad y seguridad en sí mismo,
salvo en los escasos momentos en los que deja intervenir a su poseído,
atribulado y espantado. Este demonio suena en algunos momentos con la frialdad
de Jeff Goldblum como el mismísimo Satanás en Míster Frost (Philippe
Setbon, 1990) y en otros con la ira desatada de Linda Blair como la niña de El exorcista (William
Friedkin, 1973), pero, a diferencia de ambos, es en su
contenido, y no en sustos ni en escenas de terror, donde reposa todo el valor
-y todo el éxito- de Nefarious.
TRÁILER DE 'NEFARIOUS'.
La película es un auténtico tratado de teología (“sé más
teología que cualquier ser humano que exista”, confiesa su protagonista)
que recuerda, pero sin tono amable, las Cartas
del diablo a su sobrino de C.S.
Lewis. Dios es “el Enemigo”
y Jesucristo es “el carpintero”, porque Nefarious se
resiste a llamarles por su nombre. Y es porque “los
nombres son importantes, tienen poder”, afirma: “Le
dicen a todo el mundo quiénes somos”, como cuando “el carpintero” -cita como ejemplo- convirtió la
piedra (Cephas, Petrus) en el nombre
de “ese repugnante pescador” (San
Pedro).
LOS
PLANES DE SATANÁS
A pesar del carácter discursivo del
film, su buena realización y el logrado pulso narrativo hacen que no resulte
pesado, porque en última instancia Nefarious lo que quiere es conquistar la
voluntad de James, y en ese juego manipulador le recuerda momentos de su vida que le sacan de quicio y agilizan la trama.
Nefarious expone ante su antagonista su plan de conquista del mundo y
de las almas, opuesto al de Dios.
Resentidos porque fueron creados
con “derecho de autodeterminación”, los
demonios se rebelaron porque Dios quería hacerlos “esclavos” de su Voluntad. Contemplaron luego con horror el
resto de la Creación, en particular la del hombre: “Fue una bofetada en nuestra cara”, afirma Nefarious, “pero mi
Maestro y Dueño [Satanás] se dio cuenta de que si podía llevaros
a desobedecer” podía revertir la situación.
Por eso los demonios tentaron a
nuestros primeros padres y nos tientan a nosotros, para conducirnos al pecado: “Él os hizo a Su imagen, pero nosotros os hacemos a la
nuestra. Nuestro plan es herirle destruyendo lo que ama,
que sois vosotros”.
Ellos ensalzan al hombre para
enfrentarlo a Dios: “No tendrías ningún poder sobre
mí si no te hubiese sido dado de lo Bajo”, espeta en un momento dado Nefarious al doctor Martin, invirtiendo las palabras
de Jesucristo ante Pilatos (Jn
19, 11). Y en el uso de ese poder, el hombre llega más lejos de donde pensaban
los diablos que le empujan: “A veces nos
sorprendéis. El mal está en todas
partes y a nadie le importa”.
“El bien y el mal
son afirmaciones subjetivas”, proclama el relativista James.
Toda la lucha entre el Bien y el Mal, “en la que
todos participamos, queramos o no”, le recuerda Nefarious,
se reduce a los términos en los que se cifra la relación entre el hombre y
Dios: “El hombre sigue queriendo ser su propio Dios
y no servir a nadie salvo a sí mismo”. Y así se cierra el plan infernal: “Eliminar a Dios divinizando
al hombre, para devolver al Maestro a su debido lugar”.
Edward sufre cuando
Nefarious le deja aparecer.
¿Es Edward un
cínico, un loco o un poseso? ¿Hará demostraciones preternaturales de poder para
impresionar a su rival? ¿Es cierto que el doctor Martin cometerá tres crímenes
antes de abandonar la sala? ¿Cuáles son los puntos oscuros de
su vida ha sabido tocar Nefarious para desestabilizarle? ¿Qué papel juega
el capellán de la prisión en su momentánea aparición? ¿Ejecutarán finalmente
al asesino, algo que en última instancia va a depender del dictamen del
psiquiatra? Son las preguntas que aportan a
la trama una bien gestionada intriga, pero lo que nos llevamos
de la película es una visión muy completa -aquí solo hemos recogido algunos
trazos- del plan de Satanás para la humanidad.
ENTUSIASMO:
"UN GRAN TRABAJO"
Como es natural, Nefarious ha entusiasmado al público cristiano y es ya
una película de culto. Está basada en A Nefarious Plot [Un complot de Nefarious], una obra del analista conservador Steve
Deace que interpreta en clave espiritual la política
estadounidense, sobre la que no ahorró elogios el actor y director Kirk Cameron (Prueba de fuego o, más
recientemente, Marca de vida):
"¡Emocionante, aterradora, auténtica! Si George Washington y
Jesús escribieran juntos una nueva edición de las Cartas del diablo a
su sobrino de C.S. Lewis, probablemente se parecería mucho a A
Nefarious Plot de Steve Deace.
¡Increíble!"
Chuck Konzelman y Cary Solomon
han relatado en Breitbart los numerosos obstáculos a los que se enfrentó
el rodaje, que atribuyen a que "al demonio no
le gusta": un covid grave de
nueve de los quince miembros directivos del equipo, un gasto adicional de cinco
meses de alquiler del lugar de grabación, una extraña huelga contra la
producción, una apendicitis casi mortal del sacerdote y exorcista que
les acompañaba en el rodaje justo en prevención de boicoteadoras maquinaciones
diabólicas, un número estadísticamente incomprensible de incidentes
automovilísticos del equipo, vientos huracanados como había años no se
recordaban en Oklahoma que sacudían la estructura del hangar con ruidos
audibles en la grabación... Y luego, ya con la distribución a punto de empezar,
unas lluvias torrenciales en California inutilizan las oficinas de la
productora.
"Magníficamente bien
hecha", proclama en el cartel promocional el padre Carlos Martins,
sacerdote y exorcista de los Compañeros de la Cruz, quien la considera "la
mejor película que representa la posesión demoniaca".
¿Qué es lo que el
demonio teme de Nefarious? Para Chuck y Cary, está claro: "La audiencia se va dando cuenta poco a poco de lo
que los ángeles caídos siempre han sabido. Que los problemas que vemos y
sufrimos en el mundo que nos rodea no son producto de una batalla
cultural, sino más bien de una batalla espiritual".
Pero quizá haya algo más que eso,
y es la propia calidad de la película. Es un gran riesgo del cine
cristiano (en general, de toda película cuyo objetivo fundamental, más que
artístico, sea la transmisión de un mensaje) hacerlo de forma tan burdamente simplificadora y aleccionadora que acabe
insultando la inteligencia del espectador. Joseph Holmes,
crítico de cine en Religion Unplugged,
considera que los directores de Nefarious han
incurrido en ese error en otras películas, pero no en ésta.
Primero porque, a diferencia
de El exorcista del Papa, que
-sostiene- no se sabe si va en serio o en broma, Nefarious es un film "contracultural"
que "sí tiene algo que decir": "Se burla de los pastores progresistas que niegan
la existencia o acción de los demonios. Rechaza la idea de que el mundo va a
mejor. Condena el aborto y la eutanasia. Y lo hace en términos muy fuertes. Y
por encima de todo, muestra que el mayor peligro es pretender que las cosas malas
no son malas".
Y segundo, porque, aunque no sea
perfecta, Nefarious no
transmite todo este mensaje "de forma
pobre", sus diálogos no son "cursis
ni sermoneadores" y los personajes resultan verosímiles.
"¿Cómo es que esta vez [los directores] han
hecho tan gran trabajo?", se pregunta Holmes. Y lo atribuye al sarcasmo y la
mordacidad que empapan las
frases que se dirigen, "agudas e
ingeniosas hasta el
final".
Y así, concluye, aunque la
intención de sermonear es clara, la película resulta "salvajemente entretenida".
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