Cuando una persona ha desarrollado serios trastornos físicos relacionados con el consumo de tabaco, su dependencia es tan fuerte que es incapaz de dejarlo.
Por: Roberto Peralta Sierra | Fuente: Revista Si
¿QUIÉN CONSUME A QUIÉN?
El tabaquismo es el consumo persistente de tabaco. El ingrediente activo del
tabaco es la nicotina, una sustancia alcaloide, que normalmente produce el
cuerpo humano y que deja de producirla cuando uno fuma. De ahí que la adicción
esté vinculada a cubrir esa carencia a través del cigarro.
El malestar psicológico producido por el consumo excesivo de tabaco, suele
presentarse con una leve ansiedad, una sutil culpa o vergüenza, el desarrollo
de una pauta secreta de uso del tabaco o la aparición de un estilo de
contraataque colérico que defiende la sustancia y critica a sus oponentes.
Los síntomas más comunes son: irritabilidad, inquietud, flojedad, alteraciones
del sueño, alteración gastrointestinal, dolor de cabeza, pérdida de
concentración y memoria, ansiedad y, ocasionalmente, un aumento del apetito.
OTROS EFECTOS
• La nicotina aumenta el peristaltismo intestinal, lo cual hace que
muchos fumadores se sirvan del cigarro como laxante.
• Causa indigestión, estreñimiento e incluso colitis crónica (inflamación del
tubo intestinal); úlcera péptica; mitigar o suprimir el apetito; inhibe la
producción de jugo gástrico y aumentar los niveles de azúcar en la sangre.
• Puede provocar efectos graves al corazón y al sistema circulatorio; produce
tos; aumenta también la gravedad de la tuberculosis y de otras infecciones de
las vías respiratorias.
LAS CONSECUENCIAS DE FUMAR
• El peligro de muerte es 70% más alto para los varones y mujeres que
consumen cigarros que para los que no fuman.
• El riesgo de muerte por bronquitis crónica y enfisema es de tres a 20 veces
mayor, según la edad del fumador y la cantidad total fumada.
• El riesgo de muerte por enfermedad de las arterias coronarias aumenta 70% en
los fumadores.
• Cuanto mayor es el número de cigarros fumados diariamente, tanto mayor es el
índice de mortandad.
• Para los varones que fuman menos de 10 cigarros al día, el índice de
mortalidad es 40% mayor que para los no fumadores; para los que fuman de 10 a
19 cigarros al día, es 70% más alto; y para los que fuman 40 cigarros al día o
más, 120% más alto.
• La expectativa de vida entre los varones se reduce a un promedio de ocho años
en el caso de los fumadores fuertes (más de dos cajetillas diarias).
• La expectativa de vida entre los varones se reduce a un promedio de cuatro
años en el caso de fumadores moderados (menos de media cajetilla diaria).
• El riesgo es mayor para los que empiezan a fumar a una edad temprana.
¿POR QUÉ SIGUE FUMANDO LA
GENTE?
Fumar no proporciona beneficio fisiológico alguno, pero proporciona
cierta clase de satisfacción emocional. La gente joven tiene la impresión de
que los hace sentirse mayores. Así, por lo que sea, parece que fumar hace
sentir bien a la gente.
Una parte del aumento en el consumo de cigarros se debe a que nos hemos
recuperado, hasta cierto punto, del miedo al cáncer. O bien, tratamos de
convencernos de que las pruebas son estadísticas y, por consiguiente, no son
absolutamente concluyentes. O se confía en que los cigarros con filtro protegen
más. O no nos preocupamos, simplemente, y nos gusta demasiado fumar para
abandonarlo definitivamente.
¿CUÁNDO SE EMPIEZA A FUMAR?
La tendencia en años recientes ha consistido en un descenso ligero del
hábito de fumar entre los muchachos y un aumento relativamente constante entre
las muchachas. La razón de ello es de carácter social.
Hubo un tiempo en que fumar era un privilegio masculino y se consideraba como
poco femenino o peor en las mujeres. Esta distinción ha desaparecido con los
años. Los hábitos de fumar de la mujer se han ido acercando cada vez más a los
del hombre.
Hoy los niños tienen muchas más probabilidades de fumar si sus progenitores,
sus hermanos y hermanas mayores, fuman, y si lo hacen también sus amigos.
El hábito de fumar empieza a edades más tempranas entre los niños que tienen
objetivos más bajos, menos capacidad y menores logros. Hay excepciones, ya que
muchos niños de progenitores que fuman no se convierten, afortunadamente, en
fumadores; en tanto que algunos hijos de no fumadores, desafortunadamente, sí
lo hacen.
TIPOS DE FUMADORES
Los motivos por los que cada individuo fuma son muy variados. Algunos no
son fáciles de distinguir. Se dan casos en que algunos fumadores ni siquiera
tienen idea de lo que los lleva a fumar.
Aunque muchos fumadores lo hacen por costumbre, hay otros motivos de tipo
sociológico, como son los efectos de la propaganda de las compañías tabacaleras
en la radio y la televisión.
Otros motivos son psicológicos, y también los hay de tipo fisiológico. Por
ello, conviene saber cuáles son los motivos que impulsan a una persona a seguir
fumando:
• El fumador psicosocial. Es
el que recibe recompensas de tipo social y psicológico. Para él, fumar es un
símbolo de fuerza, de precocidad, de atractivo sexual y de sofisticado buen
gusto. Se trata, en su mayoría, de adolescentes y jóvenes.
• El fumador sensorial y táctil. Existen
numerosas sensaciones de tipo placentero que motivan a estas personas: la
apariencia y la textura de las cajetillas, las sensaciones de tener el cigarro
en la mano y en la boca, el olor del tabaco, el proceso de encender los
cigarros, inhalar y contemplar luego el humo cuando exhalan.
Si se agrega el sabor y hasta los sonidos, tenemos una amplia gama de
sensaciones y movimientos que forman una especie de ritual en el que se
sumergen algunos fumadores.
• El fumador que busca placer. La
mayoría de los fumadores ocasionales y moderados (menos de 20 cigarros al día).
Cuando fuman, buscan la relajación y el placer. Lo hacen, casi siempre en
momentos de descanso, cuando pueden gozar del cigarro: después del trabajo,
como premio, para aumentar el placer de las fiestas, para acompañar el café o
la bebida alcohólica.
• El fumador que busca estimulación. Este
fumador utiliza los efectos de la nicotina para activarse o avivarse, mientras
está trabajando u ocupado en algo. Se utilizan los cigarros como estimulante.
Se buscan las sensaciones de alerta.
Hay quien piensa que el cigarro lo ayuda a concentrarse y pensar mejor. También
se dice que el cigarro disminuye el hambre, el sueño y la fatiga. Que alivia un
poco el aburrimiento.
• El fumador que intenta calmarse. Algunos
fuman con la esperanza de aliviar sensaciones desagradables, de tensión o
ansiedad. Es común que las personas nerviosas fumen intentando calmarse.
• El fumador adicto. Este
tipo de fumador ya no disfruta el tabaco, sino que fuma para evitarse los
malestares de la abstinencia, haciendo de este hábito una necesidad marcada. Su
organismo se ha acostumbrado a la nicotina. Ya no tiene en cuenta las
circunstancias, fuma continuamente, durante todo el día, para mantener un alto
nivel de nicotina en su cerebro.
• El fumador automático. Es
el que enciende un cigarro tras otro, incluso cuando no se ha terminado de
consumir el que estaba fumando. Son personas que no ven que el cigarro está a
punto de quemarles los dedos. No se dan cuenta de que son ellos quienes prenden
los cigarros, y se sienten muy molestos e inquietos cuando no tienen un cigarro
encendido entre sus dedos.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Si de todas maneras las personas insisten en fumar, es aconsejable que
utilicen las siguientes recomendaciones, hechas por especialistas en el tema:
• No inhale el humo.
• No fume los cigarros hasta el final.
• No vuelva a encender las colillas apagadas, están cargadas de nicotina.
• Los filtros y las boquillas pueden atenuar los efectos.
• Elija una marca baja en alquitrán y nicotina.
Resulta muy difícil afirmar, de modo inequívoco, si es menos peligroso fumar
puros o pipa que cigarros.
Los puros y las pipas tienen un área de mayor encendido, son más calientes y
desprenden más nicotina que los cigarros. Además, el contenido de tabaco del
puro es de aproximadamente cinco cigarros o tres pipas.
En cambio, si se aceptan verdaderamente los peligros del fumar y se quiere
dejarlo, o si su médico le dice que debe dejarlo, entonces existen varias
formas para hacerlo.
Lo primero es averiguar qué tipo de fumador se es. Se encontrará acaso que se
puede bajar de una cajetilla de cigarros a un cigarro al día, o de fumar
continuamente la pipa a sólo una pipa después de las comidas. Fumar poco
disminuye los daños a la salud.
Pero, si se tiene alguna complicación, los mejor es dejar de fumar por
completo. Algunas personas encuentran, para su propia sorpresa, que pueden
dejar de fumar sin gran dificultad, decidiéndose simplemente a hacerlo.
TRATAMIENTO
El tratamiento efectivo contra el tabaquismo depende de la información
precisa, de evitar el moralismo y de las actitudes valorativas, de comprensión
y una conducta de apoyo.
• Los contratos escritos para la interrupción del consumo de tabaco pueden
ser útiles.
• La sustitución por otras actividades, durante los momentos en que
tradicionalmente se fuma, pueden proporcionar fuentes de diversión.
• Recurrir a técnicas de relajación y practicarlas diariamente.
• Deben eliminarse los instrumentos necesarios para fumar y todas las fuentes
próximas de tabaco.
• Apoyarse en amigos que han conseguido dejar de fumar es favorable.
• El chicle y los aerosoles de nicotina pueden ser sustitutos de la nicotina
contenida en el tabaco.
• Pueden resultar de gran ayuda algunos tipos de psicoterapia.
• Se debe anticipar que serán precisos repetidos esfuerzos.
EDUCAR LA VOLUNTAD
El problema del tabaquismo no es delimitar o definir si fumar es un
placer, una costumbre, un hábito, un vicio o una enfermedad. El verdadero
problema está en lograr plena conciencia de que es perjudicial para la salud;
los jóvenes son las presas más fáciles del tabaquismo y esta nociva actividad
está llevando a algunas personas a terminar de manera más rápida con su
existencia.
El reto, si decidimos asumirlo, consiste en educar nuestra voluntad,
proponernos realmente un cambio de actitud y llevar a cabo el esfuerzo
necesario para lograrlo. Si es que no queremos ver que nuestra vida se va
consumiendo poco a poco, al igual que un simple cigarrillo, por muy largo que
éste sea.
DATOS CURIOSOS
Las ventajas y los inconvenientes atribuidos al tabaco han sido
numerosos y variados. Se creía que la planta poseía poderes curativos tan
milagrosos que se designaba comúnmente como “hierba
santa”.
En 1959, el Dr. Everard recomendó en Londres el uso de hojas, extractos,
ungüentos, polvos y lociones de tabaco, para curar una lista casi interminable
de dolencias humanas, que comprendían jaquecas, sordera, dolor de muelas,
resfriado, dolor de estómago, quemaduras, heridas, parásitos y mordeduras de
perro rabioso.
El Dr. Tobias Verner expresó, en 1620, su gran desconfianza acerca del tabaco,
diciendo que secaba el cerebro, oscurecía la visión, viciaba el olfato,
embotaba y debilitaba tanto el apetito como el estómago, que trastornaba los
humores y los espíritus, corrompía el aliento, inducía el temblor de los
miembros, resecaba la tráquea, los pulmones y el hígado y chamuscaba el
corazón.
Los turcos impusieron la pena de muerte por fumar, y el emperador de Rusia
ordenó que a los fumadores se les cortara la nariz.
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