HOY COMIENZA EL TRIDUO SACRO CON LA CELEBRACIÓN DE LA PASCUA, DE LA ÚLTIMA CENA, DONDE JESÚS INSTITUYE EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
Por: Juan Pablo II | Fuente:
http://www.la-oracion.com/
MEDITACIÓN: CONTEMPLANDO LA
SEMANA SANTA
Hoy comienza el Triduo Sacro con la celebración de la Pascua, de la Última Cena, donde Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal y nos recuerda el mandamiento del amor con su ejemplo en el lavatorio de los pies. Es un día para contemplar su amor infinito hecho servicio, hecho un pedazo de pan, hecho presencia continua entre nosotros.
LA ÚLTIMA CENA
Después de la Cena se va a Getsemaní con
sus discípulos. Ahí en la presencia de su Padre pasa la noche velando en oración para
prepararse para la hora definitiva, para la cruz. Un momento para acompañar a
Jesús y velar con él.
Texto sobre la
Última Cena:
1. "Habiendo amado a los suyos, que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1).
Estas palabras, recogidas en el pasaje evangélico que se acaba de proclamar,
subrayan muy bien el clima del Jueves Santo. Nos permiten intuir los
sentimientos que experimentó Cristo "la noche en que iba a ser entregado" (1
Co 11, 23) y nos estimulan a participar con intensa e íntima gratitud en
el solemne rito
que estamos realizando.
Esta tarde entramos en la Pascua de
Cristo, que constituye el momento dramático y conclusivo, durante mucho tiempo
preparado y esperado, de la existencia terrena del Verbo de Dios. Jesús vino a
nosotros no para ser servido, sino para servir, y tomó sobre sí los dramas y
las esperanzas de
los hombres de todos los tiempos. Anticipando místicamente el sacrificio de
la cruz, en el Cenáculo quiso quedarse con nosotros bajo las especies del pan y
del vino, y encomendó a los Apóstoles y a sus sucesores la misión y el poder de
perpetuar la memoria viva
y eficaz del rito eucarístico.
Por consiguiente, esta celebración nos implica místicamente a todos y nos
introduce en el Triduo sacro, durante el cual también nosotros aprenderemos del
único "Maestro y Señor" a "tender las manos" para ir a donde nos
llama el cumplimiento de la voluntad del Padre celestial.
2. "Haced esto en conmemoración mía" (1
Co 11, 24-25). Con este mandato, que nos compromete a repetir su gesto,
Jesús concluye la institución del Sacramento del altar.
También al terminar el lavatorio de los pies, nos invita a imitarlo: "Os he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con
vosotros, también lo hagáis vosotros" (Jn 13, 15). De este
modo establece una íntima correlación entre la Eucaristía, sacramento del don de
su sacrificio, y el mandamiento del amor, que nos compromete a acoger y a
servir a nuestros hermanos.
No se puede separar la participación en la mesa del Señor del deber de amar
al prójimo. Cada vez que
participamos en la Eucaristía, también nosotros pronunciamos nuestro "Amén"
ante el Cuerpo y la Sangre del Señor. Así nos comprometemos a hacer lo
que Cristo hizo, "lavar los pies" de
nuestros hermanos, transformándonos en imagen concreta y transparente de Aquel
que "se despojó de su rango, y tomó la
condición de esclavo" (Flp 2, 7).
“El amor es la herencia más valiosa
que él deja a los que llama a su seguimiento. Su amor, compartido por sus
discípulos, es lo que esta tarde se ofrece a la humanidad entera.”
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