¿QUÉ ES LA ANUNCIACIÓN? ¿POR QUÉ ES CONOCIDA COMO LA ENCARNACIÓN? ¿CÓMO INFLUYÓ EN LA HISTORIA?
La Iglesia Católica latina
celebra cada 25 de marzo la fiesta
de la Anunciación, conocida igualmente como de la Encarnación, solemnidad que se
celebra simbólicamente nueve meses antes de la Navidad, y en la que el Arcángel
San Gabriel anunció a María que concebiría al Mesías. Y tras su “sí” a Dios se produjo la Encarnación del Hijo de
Dios, momento central de la historia.
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¿QUÉ
ES LA ANUNCIACIÓN Y ENCARNACIÓN?
El momento de la Anunciación
cambió la historia de la humanidad y aparece recogido en el Evangelio de San
Lucas, donde se relata cómo el
arcángel San Gabriel se presenta ante la Virgen María en su casa de Nazaret para
anunciar que sería la madre del Salvador, del Mesías. Y lo sería siendo virgen.
“¿Cómo será esto,
puesto que no conozco varón?”, preguntó ella, a lo que el ángel
respondió: “El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra”. Y fue en su sí, en su “hágase en
mí según tu palabra”, cuando se produjo la Encarnación de Jesús, cuando en el seno de una
jovencita de Nazaret comenzó a crecer el hijo de Dios que nacería nueve meses
después en Belén.
Benedicto XVI lo explicaba así en
2007: “La Anunciación, narrada al inicio del
Evangelio de san Lucas, es un acontecimiento humilde, escondido -nadie lo vio,
sólo lo presenció María--, pero al mismo tiempo decisivo para la historia de la
humanidad. Cuando la Virgen pronunció su 'sí' al anuncio del ángel, Jesús fue
concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que después sería
sancionada en la Pascua como ‘nueva y eterna Alianza’”.
María aceptó el
designio de Dios, pronunció su Fiat. Fue todo un ejemplo de fe al confiar en la voluntad de Dios.
María no dudó ante las palabras y promesas de Dios y fue fiel hasta la Cruz
donde de nuevo pronunció su fiat. "Con su obediencia plena a la voluntad de
Dios, María está dispuesta a vivir todo lo que el amor divino tiene previsto
para su vida, hasta la ‘espada’ que atravesará su alma", explicó
San Juan Pablo II en una audiencia en 1996.
Su decisión fue de
una valentía extrema, pues al decir sí tras el
anuncio del Ángel y concebir a Jesús de esta manera, se jugó literalmente la
vida. Ella estaba desposada con José, que pudo haberla repudiado en secreto
-tal era su primera idea al enterarse- o incluso haberla denunciado
públicamente.
Pero en el Evangelio de Mateo se
explica cómo tras la Anunciación a la Virgen, el ángel se apareció en sueños a
San José. Decía así este pasaje: “La madre de Jesús
estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un
hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta
resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo: ‘José,
hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor
por el profeta: Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel (que significa: «Dios-con-nosotros»). Cuando José se
despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su
mujer”.
Esta fiesta en la Iglesia latina
es marcadamente mariana, pero es también profundamente
cristológica porque celebra un misterio central de Cristo, su
Encarnación.
¿DESDE
CUÁNDO SE CELEBRA LA FIESTA DE LA ANUNCIACIÓN?
Es probable que en Tierra Santa ya en el siglo IV existiera una fiesta en la que se celebra se la Encarnación y
consiguientemente la Anunciación, pero no existe una documentación al respecto.
Hay certeza de que santa Elena edificó una gran basílica sobre el lugar donde
la tradición situaba la casa y la gruta de la Virgen. Y ese lugar se trata de
la basílica de la Anunciación en Nazaret.
Se cree que esta fiesta podría
haber surgido cerca del Concilio de Éfeso (431) puesto que en el Sínodo de
Laodicea (372) no era conocida. En la Iglesia latina se cree que fue adoptada
en Roma en el siglo VII pero hay estudiosos que la adelantan a tiempos del Papa
San Gelasio (496). El
Décimo Sínodo de Toledo (656), y el Concilio
in Trullo (692) hablan de esta fiesta como una que se celebra universalmente en
la Iglesia Católica.
¿QUÉ
DÍA SE CELEBRA LA ANUNCIACIÓN?
La solemnidad de la Anunciación
del Señor se celebra el 25 de marzo, precisamente
nueve meses antes de la Navidad, que se celebra el 25 de diciembre, motivo por
el cual ambas fiestas quedan totalmente conectadas.
En la Anunciación
se celebra la Encarnación del Hijo de Dios, el
momento justo en el que la Virgen María quedó embarazada por obra y gracia del
Espíritu Santo, y tras un embarazo de nueve meses, el día del parto virginal se
celebra la Navidad.
Debido a la fecha en que se
celebra suele coincidir con el tiempo de Cuaresma, Semana o incluso la Pascua
de Resurrección, solemnidades que se celebran cada año en días diferentes. Por
ello, en caso de coincidir, como ocurre en ocasiones, la
Anunciación es trasladada ese año a otro día por ser de menor rango litúrgico.
¿DÓNDE
SE PRODUJO LA ANUNCIACIÓN?
Tal y como informa el propio
evangelista Lucas, el anuncio del ángel a María se produjo en el
pueblo de Nazaret, en la baja Galilea, y hoy una ciudad de más de
70.000 personas, en la que aproximadamente el 40% de la población es cristiana,
porcentaje que ha ido descendiendo durante las últimas décadas.
La tradición explica que San
Gabriel se apareció a María en la casa de su infancia, lugar que todavía hoy se
conserva y que se encuentra en la gruta de la
basílica de la Anunciación en Nazaret. Allí
el arcángel realizó el anuncio y luego el Espíritu Santo descendió sobre la
madre de Cristo.
La emperatriz Santa Elena, madre
de Constantino, en su gran labor de recuperar los santos lugares, llegó también hasta Nazaret donde en el año 365 erigió un altar sobre la
gruta en la que se conservaba parte de la casa de la Virgen María en la que se produjo la Encarnación.
Egeria, una peregrina hispana que viajó hasta Tierra Santa y documentó
detalladamente su viaje visitó Nazaret en el año 383 y escribió que vio “una gran y muy espléndida gruta en la que vivió María y
en la que se ubicó un altar”.
LA
ANUNCIACIÓN EN LA BIBLIA
Es el Evangelio de San Lucas el
que recoge el bello relato de la Anunciación del arcángel San Gabriel a la
Virgen María. En este pasaje evangélico la Virgen muestra su profunda fe y su
confianza en Dios para hacer su voluntad, lo que podría haberla conllevado
desde el repudio incluso hasta la muerte. Es por ello que Lucas 1, 26-38 representa uno de los mayores testimonios que un cristiano
puede contemplar. Esto dice la Escritura:
"Al sexto mes
fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo’. Ella
se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El
ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has hallado gracia delante de
Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob
por los siglos y su reino no tendrá fin’. María respondió al ángel: ‘¿Cómo será
esto, puesto que no conozco varón?’. El ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel,
tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de
aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios’. Dijo
María: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’. Y el
ángel dejándola se fue”.
LA
ANUNCIACIÓN EN EL CATECISMO
El Catecismo de la Iglesia
Católica cita en varios puntos la Anunciación o Encarnación del Hijo de Dios,
recalcando la importancia capital de este acontecimiento que transformó la
Historia para siempre.
De este modo, la Iglesia explica
que “la Anunciación a María inaugura ‘la plenitud
de los tiempos’ (Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de
las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en
quien habitará ‘corporalmente la plenitud de la
divinidad’ (Col 2, 9). La respuesta divina a su ‘¿cómo
será esto, puesto que no conozco varón?’ (Lc 1, 34) se dio mediante el
poder del Espíritu: ‘El Espíritu Santo vendrá sobre
ti’ (Lc 1, 35)”.
Y añade que “la misión del
Espíritu está siempre unida y ordenada a la del Hijo. El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen
María y fecundarla por obra divina, él que es
‘el Señor que da vida’, haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en
una humanidad tomada de la suya”.
Pero además, el Catecismo explica
que “el acontecimiento único y totalmente singular
de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte
Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo
divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de
ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y
verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante
los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban”.
LA
ANUNCIACIÓN, EN LAS VISIONES DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH
La beata Ana
Catalina Emmerich nació a
finales de siglo XVIII en lo que hoy es Alemania. Declarada beata sufrió los
estigmas de Jesús y tuvo numerosas visiones sobre la vida de Cristo y de la
Virgen María. Aunque sus visiones no son dogma de fe, la Iglesia considera que
son gran valor para acercarse a la Sagrada Familia.
En La Vida Oculta de la Virgen María (LibrosLibres) se recogen las visiones de
esta beata sobre la Anunciación: “Cuando esta luz
penetró en su costado derecho, la Santísima Virgen se volvió totalmente
traslúcida y como transparente y fue como si ante esta luz, la opacidad se
retirara como la noche. En ese momento María estaba tan traspasada de luz que nada
de ella parecía oscuro o encubierto, toda su persona estaba resplandeciente y
luminosa. Después
vi desaparecer al ángel y retirarse el haz de luz que salía de él. Fue como si
desde el cielo hubieran reabsorbido aquel torrente de luz. Mientras la luz se
retiraba, cayeron sobre la Santísima Virgen muchos capullos de rosas blancas,
cada una con una hojita verde”.
LA
ANUNCIACIÓN EN EL ARTE
En el mundo de la iconografía y
del arte la Anunciación ha tenido siempre una gran importancia. De hecho, este saludo del Ángel ha sido representado en numerosas ocasiones y
ha sido una de las escenas favoritas para los artistas.
Ya entre los primeros cristianos
la Anunciación era representada. Las más antigua encontrada es
del siglo III y se encuentra en la bóveda de un cubiculum de las catacumbas de Priscila, en Roma. Pero
a partir del siglo V esta escena empieza también a poder verse en el interior
de las iglesias. Así, por ejemplo, ocurre en la basílica de Santa María la
Mayor (432-440), una de las grandes basílicas romanas. El arte bizantino
utilizó también en numerosas ocasiones este episodio evangélico tan
trascendental, y aparece en muchos de los bellos mosaicos que han llegado a nuestros
días.
Siglos después, la Anunciación ha quedado plasmada en algunas de las obras de arte más
bellas y conocidas de la historia. En el Museo del Prado de Madrid
se encuentra la icónica pintura de Fra Angélico (1430-1432). Pero igualmente
hay otras de gran belleza como la de la Piero de la Francesca (1452-1466) que
se conserva en Arezzo. Los flamencos como Van Eyck o van der Weyden dejaron
igualmente plasmada la Encarnación en pinturas que se guardan en Washington y
Múnich, respectivamente.
ORACIONES
VINCULADAS A LA ANUNCIACIÓN
Es tal la importancia del
acontecimiento de la Anunciación que varias de las oraciones más importantes
contienen este momento.
En el Ave María, los católicos
recuerdan las palabras del Arcángel San Gabriel, y así oramos diciendo: “llena de eres de gracia, el Señor es contigo”. Y este hecho provoca que en el rezo del
Rosario se repita este suceso que cambió la historia. Incluso el primero de los
misterios gozosos conmemora la “Encarnación del
Hijo de Dios”.
Pero es quizás en
el Ángelus, la oración que cada día la Iglesia propone, donde queda más de
manifiesto la Anunciación. Dice así:
-El ángel del Señor
anunció a María.
- Y concibió por
obra y gracia del Espíritu Santo.
-Dios te salve
María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas
las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
-He aquí la esclava
del Señor.
-Hágase en mí según
tu palabra. Dios te salve María
- Rezo del Ave
María…
-Y el Verbo de Dios
se hizo carne.
-Y habitó entre
nosotros.
- Rezo del Ave
María.
-Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios… Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
-Oración: Infunde,
Señor tu gracia en nuestros corazones para que cuantos, por el anuncio del
ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su
cruz lleguemos a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.
Y no se puede dejar de mencionar
la relación directa que existe entre la Anunciación y la oración mariana
del Magnificat, que
son las palabras que María pronuncia a su prima Isabel tras ir a visitarla tras
la Anunciación y que recoge San Lucas en su Evangelio.
DICE ASÍ EL MAGNIFICAT:
Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación.
Él hace proezas con
su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su
siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros
padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los
siglos de los siglos.
Amen.
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