LA MATRONA LE DIJO A SU MADRE QUE SE MARCHARA DE ALLÍ... QUE SENTÍA LAS MANOS ATADAS
Remedios Losada se considera un "milagro
andante" desde que en el vientre de su madre sufrió varias
tentativas de aborto: "Era un lugar muy frío,
casi tétrico, nadie hablaba con nadie, las mujeres entraban y salían...".
"Estuve a las
puertas de la muerte, en la pared de los fusilados,
estuve en la cámara de gas de los que van a ser asesinados, estuve dentro de
una clínica abortiva, a punto de que destruyeran mi vida". Remedios Losada es española, aunque nació en Argentina y, como ella
reconoce, es un "milagro andante".
"Mi
madre no quería que yo naciera, mi padre no sabía que ella estaba
embarazada, la familia y los médicos la apoyaban, no había ningún impedimento, ni siquiera el económico. No había
asociaciones cerca, no había personas que sirvieran como ángeles...", cuenta Remedios en el canal de YouTube Mater Mundi.
ESA
BARRERA INVISIBLE
Cuando su madre se quedó
embarazada de ella, la situación no
podía ser más dramática. "Mi familia
se había ido a Argentina a ganarse la vida. Había cuatro niños muy pequeños y
muy seguidos. Mi padre era alcoholico, solo bebía o dormía. Mi
madre tuvo que asumir toda la responsabilidad de la casa... eso la
metió en una profunda depresión", cuenta Remedios.
Y, en medio de ese panorama, su
madre se quedó embarazada. "En cuanto se
enteró, se llevó las manos a la cabeza y dijo que ese era su fin. Los primeros meses trató de
perderme de una manera más doméstica. Mi madre dijo que 'eso' se tenía que ir de
alguna manera, habló con su cuñada y concertaron una cita para una
clínica clandestina, el aborto era ilegal en Argentina en ese tiempo",
comenta.
Lo que ocurriría en aquel centro
sería algo sorprendente. "Cuando mi madre
llegó, se sintió muy mal. Era un lugar muy frío, casi tétrico, nadie
hablaba con nadie, las mujeres entraban y salían, entraban
embarazadas y salían habiendo abortado. Ella se sentía muy turbada y se quería
ir rápido, pero le tocó esperar un rato y al final de la
tarde la llamaron", relata
Remedios.
"Mi madre dijo que
'eso' se tenía que ir de alguna manera, habló con su cuñada y concertaron una
cita para una clínica clandestina".
Su madre entró en la sala de
abortos, la subieron en una camilla y cuando estaba todo listo, la matrona empezó a discutir con la enfermera. "Mi madre
estaba esperando a que me succionaran, y les preguntó que si la iban a atender.
Entonces, la doctora, temblorosa, con sudores fríos, se acercó a mi madre y le
dijo que no sabía quién era ella pero que no podía tocar lo que llevaba dentro,
como si alguien le atara las manos, como si hubiera una barrera, como si Dios
le impidiera que la tocara", asegura Remedios.
La doctora le dijo a su
madre que cogiera sus cosas y que se marchara. "Mi madre
se calló, cogió sus cosas y se fue. Cuando mi tía la vio salir, le dijo que qué
rápido había sido todo, pero mi madre le contestó que la doctora no había querido...
mi tía se puso el dinero en la mano y quiso entrar a la clínica para decir que
no había problema de dinero", relata.
Y
ELLA TRAJO LA LUZ
"Mi madre
salió embarazada de una clínica abortiva, y yo esa tarde me libré de
aquella masacre", cuenta
Remedios. Su madre siguió con la depresión, pero se le quitaron las ganas de
buscar otro sitio de abortos, así que hizo como si no estuviera
embarazada. "Nunca le hicieron una
ecografía, nunca le atendió un médico... ella cargaba cualquier cosa, comía
cualquier cosa... su mente le dijo que se olvidara del embarazo",
cuenta.
Pero seguía sin aceptar la vida
que llevaba dentro. "Cuando mi padre llegaba
borracho y discutían, ella se pegaba puñetazos en la tripa,
trataba de resbalarse por las escaleras... nada de eso impidió que yo naciera,
ahí estaba yo aferrada a la vida", afirma Remedios. Y, en una
ocasión, su madre se tomó unas pastillas para
abortar, que provocaban malformaciones en el feto.
"Mi madre
siguió con el embarazo, al final se resignó, y tiró para adelante.
Llegó el día del parto. Yo nací un 23 de diciembre, hacía un calor terrible, y
mi padre llevaba varios días celebrando la Navidad. Cuando iba a nacer, se
fueron en el coche al hospital, él estaba borracho y tuvieron un accidente.
Vueltas de campana... y mi madre, entre contracción y contracción, en el
suelo, pedía que alguien la acercara al hospital", cuenta Remedios.
"La doctora,
temblorosa, con sudores fríos, se acercó a mi madre y le dijo que no sabía
quién era ella pero que no podía tocar lo que llevaba dentro, como si alguien
le atara las manos".
Y llegó el día más importante. "Nací con una malformación en el brazo
izquierdo. Fue una sorpresa para
todos. Los médicos dijeron que en el vientre de mi madre había adoptado una
posición que impidió que se desarrollara el brazo. Había tenido
mucho miedo y me había quedado arrinconada. Es lógico, estaba en una constante
amenaza de muerte. Eso tuvo que ser muy pronto, en las primeras semanas", asegura.
Y como todo niño, ella también
traía un pan debajo del brazo. "Nací y todos
me querían conocer, la colonia de españoles que había allí.... mi
madre sintió mucho apoyo, cariño y atención.... algo que no había
sentido desde que estaba en Argentina... se sintió un poco más aliviada,
necesitaba ese cariño. Después de eso, decidieron volver a España, encontraron
muy pronto trabajo, casa...", cuenta Remedios.
"Ella se
había hecho un mundo, pensaba que con cinco hijos qué iba a ser de su
vida... y la realidad fue distinta. Eso le pasa mucho a las mujeres
que quieren abortar, se encierran en lo negativo, y la vida es una bendición,
una vida siempre trae algo bueno detrás. El tenerme a mí les cambió la
vida para mejor... mi padre dejó el alcohol, el matrimonio se
arregló, y tuvieron dos hijos más. Si yo no hubiera nacido, mi madre no podría
haber experimentado las bendiciones que Dios tenía para ella y para toda su
familia", comenta.
"Crecí como
una niña normal, contenta, con unos padres... ahora ellos cuentan sus anécdotas con
cariño de su época en Argentina... recuerdo que cuanto era pequeña
mi madre le contaba a todo el mundo su historia delante de mí, de
que había sido Dios el que había querido que yo naciese, yo lo vivía
como un cuento de otra niña, pero era mi historia", relata Remedios.
Para ayudar a mujeres en
situaciones complicadas, en las que un día estuvo su propia madre, Remedios
ayuda en una asociación. "Gracias a Dios puedo
contar mi testimonio, y desde hace diez años me dedico a defender la
vida en Aes Vida. Hacemos rescates,
ayudamos a las madres y a las mujeres que han abortado. Tengo la obligación de
representar a esos bebés que no quieren dejar nacer, yo fui uno de ellos",
concluye.
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